Cuando fue electo gobernador, hace un mes, Rodolfo Suárez enfatizaba ante sus simpatizantes que mantendría la misma línea de conducción de Alfredo Cornejo. “El orden debe seguir”, decía convencido en aquella oportunidad. Apostaba a la revalorización del rol del Estado en lo referente a la prestación de servicios, entre otros aspectos, algo que mucho se destacó en la gestión provincial actual. Esa misma orientación política moverá a Suárez desde diciembre, cuando asuma su cargo, en lo que se refiere a la relación que tendrá la provincia con la Nación. Ésa será su mirada respecto de los pasos que se vayan dando desde el ámbito nacional. Ése será el nivel de exigencia con relación a lo que llegue desde la Casa Rosada.
Hasta ayer, el gobernador electo se encontraba expectante del resultado de las presidenciales. Finalmente, los números ratificaron la tendencia que dejaron las PASO y, aunque el presidente Macri tuvo una interesante remontada, la realidad le marca al futuro mandatario mendocino que será uno de los pocos líderes de provincia no pertenecientes al peronismo dominante. Mendoza y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires son los distritos más importantes en manos de Juntos por el Cambio pero nuestra provincia tiene mucho más peso desde el punto de vista productivo y del comercio internacional. Un plus interesante.
Como se indicara recién, Suárez sabe con total certeza que existe un compromiso como nueva oposición nacional con el modelo de gestión y de concepción de manejo del Estado con eficiencia que el radicalismo y Cambia Mendoza vienen llevando a cabo desde 2013. Los triunfos sucesivos desde hace años confirman esa premisa.
Sobre esa base el futuro gobierno de Mendoza aportará a la intención de ejercer, con Alfredo Cornejo como protagonista, una oposición nacional responsable, que garantice gobernabilidad pero que también aporte a la posibilidad de alternancias, uno de los argumentos más fuertes que siempre sostiene el referente mendocino, ahora diputado nacional electo.
Independientemente de la adhesión a esa línea conductiva en lo político, que se construirá básicamente en el Congreso, Rodolfo Suárez tomará la promesa de Alberto Fernández de gobernar con todos los jefes provinciales, no sólo con los mandatarios del PJ, que serían la columna vertebral de la estructura de su futuro gobierno. Predisposición de parte del mendocino no faltará; ya ha dicho en reiteradas oportunidades que buscaría el mejor vínculo posible con quien fuese electo en estas presidenciales.
Esa actitud de Suárez de vincularse con Alberto Fernández y de aferrarse al diálogo prometido por éste sin distinción de signos políticos, no le deberá hacer perder firmeza a la hora de plantearse diferencias, si realmente el nuevo presidente no cumpliera con lo prometido.
El posible acercamiento de Fernández en el caso de Mendoza pasa, entre otros aspectos, por el respaldo a las iniciativas que el Estado provincial tiene en marcha, en algunos casos en sintonía con la Nación, que requerirán garantías de continuidad y concreción. Es el caso de Portezuelo del Viento, una obra largamente postergada que está ahora en vías de realización merced a la gestión provincial y el respaldo que llegó desde la Nación durante la presidencia de Macri.
El siempre renovable conflicto con La Pampa por el agua es otro asunto de atención constante para Mendoza. Más allá de los pasos que dé la Justicia en lo referido al diferendo, la presión política pampeana existe. Es un bastión peronista arraigado. Durante la gestión de Macri, la Nación tuvo una postura determinante a favor de los argumentos de nuestra provincia.
Volviendo a la proyección de Mendoza en el nuevo mapa político nacional, no es menor para Suárez haber logrado que tres de los cinco diputados electos ayer pertenezcan a su espacio. Se produce una renovación de bancas en el Congreso que garantiza a Cambia Mendoza una representación fuerte cuando se traten temas de interés local. El ingreso de De Marchi, que disputaba la quinta banca disponible, pone las cosas en su lugar. Tras las primarias provinciales, en las que compitió con Suárez por la candidatura a gobernador, aceptó el desafío de sumarse al Congreso desde un lugar incómodo en la lista. Lo logró. Un aporte más para Suárez teniendo en cuenta la pertenencia del lujanino al macrismo.