Ganancias y pérdidas de la década

Si bien la década iniciada en 2003 nació con muchas esperanzas porque el caótico pasado inmediato parecía empezar a quedar atrás y por una nueva situación internacional más que favorable, con el tiempo las expectativas fueron decayendo porque se decidió a

Ganancias y pérdidas de la década

La historia argentina reciente abunda en intentos para consolidar en el tiempo modelos políticos generalmente sustentados en personalismos fuertes. En la mayoría de los casos se ha tratado de experiencias que tuvieron momentos de fulgor y que finalizaron con caídas muchas veces estrepitosas.

Hoy el kirchnerismo festeja una década al frente del país a través de los cuatro años de gobierno de Néstor Kirchner y los casi seis, de ocho en total, de Cristina Fernández de Kirchner. Una década que el oficialismo se encarga de resaltar como “ganada” para el país, pero en la que ha demostrado, como veremos más adelante, que también se inserta en aquel cúmulo de aventuras que tuvieron como principal ideal la perpetuidad en el ejercicio del poder.

Sería injusto no reconocer en Néstor Kirchner la restitución inicial de la autoridad política necesaria en un sistema presidencialista como el nuestro, luego de la tremenda crisis institucional que generó la caída prematura del gobierno encabezado por Fernando de la Rúa, remediada en parte por la corta presidencia provisional de Eduardo Duhalde.

Respaldado en un contexto económico internacional favorable, Kirchner avanzó inicialmente con decisión en varios frentes logrando mejoras económicas para la población, el canje de deuda, la conformación de una Corte Suprema de Justicia independiente, la universalización de las jubilaciones y hasta la transversalidad partidaria, por citar algunas acciones que ilusionaron a muchos con la posibilidad de un cambio en la manera de encarar la política luego de la pulverización sufrida por los partidos, precisamente por el desmanejo que derivó en la crisis de principios de siglo.

Sin embargo, el balance dejará dudas, cuando no certezas negativas entre otras consideraciones, con respecto a la inversión en infraestructura, en la política de transporte y en materia energética. Los buenos aires económicos llevaron al Gobierno a alentar en gran escala el consumo de la población pero ahora, con una economía a ritmo lento, se pagan las consecuencias de la falta de inversión.

La Asignación Universal por Hijo, una medida compartible desde todo punto de vista, no pudo llegar a disimular falencias serias en las políticas sociales, que hoy hacen que la Argentina mantenga un elevado número de personas que viven en la pobreza y un millón de jóvenes que no estudian ni trabajan.

Así, los desaciertos en la implementación de muchas políticas -además de muchas políticas malas en sí mismas- llevaron a reacciones populares y sectoriales que enrarecieron el clima social y dieron paso a concretos signos de malestar.

Sin embargo, lejos de encarar autocríticas y replanteos aconsejables, el kirchnerismo afrontó esa realidad cerrando filas en torno a la figura presidencial y así con el tiempo quedaron totalmente transparentados objetivos indudables para consolidar a toda costa y del modo en que sea, el modelo político y económico instalado en mayo de 2003. En ese contexto se enmarcan los avances que más preocupan por estos días, sobre los medios periodísticos independientes y sobre la Justicia, para someterla a las intenciones del poder.

En síntesis, estos diez años de gestión kirchnerista encuentran a los argentinos enfrentados por un relato que no acepta disensos, que habla de odios o amores, de adictos o traidores, de leales o golpistas. Que dividió la sociedad entre “buenos y malos”, sembrando la discordia no sólo entre políticos sino en todo ámbito y hasta en la célula básica de la sociedad, el seno familiar.

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