Fue una aparición increíble: montando su dragón, Daenerys Targaryen apareció destructiva, arrolladora, fogosa. Ella sabe muy bien que si el enemigo asoma hay que aplastarlo con su horda de dothrakis o, en su defecto, rostizarlo.
La cierto es que la batalla que vimos ayer por HBO era algo que no esperábamos. Por varios motivos: primero, sabemos que los dragones son fichas cruciales en este juego que lleva ya siete temporadas, pero que sus participaciones hasta ahora han sido más bien modestas: Daenerys los cuida, claro, porque son su mayor tesoro. Segundo, David Benioff y D. B. Weiss (productores y cabeza del equipo de guionistas) nos enseñaron que el capítulo fuerte siempre es el penúltimo de cada temporada: así vimos morir a Ned Stark, una boda verdaderamente roja y la batalla de los bastardos.
Nada indicaba que íbamos a asistir, (apenas) en el capítulo cuatro, a escenas tan gloriosas como la de anoche.
Si esto sigue así, habrá que amarrarse con cadenas al sillón para no explotar durante los capítulos que quedan todavía por ver. Es de suponer, claro, que durante el resto de la temporada la tensión no decaiga, sino que aumente.
Recordemos también que el estreno de "Botines de guerra", este capítulo en cuestión, estuvo en parte enturbiado por la filtración del mismo, aunque los verdaderamente fanáticos esperaron o estuvieron igualmente pegados a la pantalla anoche (¡aunque sea para verlo en mejor calidad!).
Ahora bien, aunque quedó inconclusa la batalla hacia el final, el avance del próximo capítulo permite ya despejar algunas dudas de lo que veremos el domingo que viene, a las 22, por las plataformas de HBO. Pero vamos por partes.
Dame fuego, dame dame fuego
(¡Atención, spoiler!) "Botines de guerra" es importante por varios motivos: vimos a Arya llegar finalmente a Invernalia, donde se reencontró con Sansa, donde demostró su aptitud para la lucha a la par de Brienne y, fundamentalmente, donde recibió por parte de Bran la daga de acero valyrio.
En Rocadragón, Jon Nieve consiguió lo que tanto quería: no un beso de la reina, no, sino acceder y explotar las minas de vidriagón. En esa cueva, justamente, es donde tiene lugar un hecho que no puede pasar inadvertido de ahora en más: Daenerys tiene una prueba de la existencia de los caminantes blancos. Es que ven pinturas rupestres antiquísimas que muestran cómo los Hijos del Bosque y los Primeros Hombres se unieron para derrotar al Rey de la Noche.
Daenerys, aunque fría y distante, parece tomar conciencia de la existencia del ejército de los muertos, aunque la unión entre el Sur y el Norte se tensa todo el tiempo por una cuestión que tiene sabor a orgullo: que si prometiste serle fiel a mis ancestros, que si me arrodillo y se enteran los lores del Norte...
En esa tensión es cuando llegan las malas noticias: el estancamiento del ejército inmaculado en Roca Casterly, que venció fácilmente al enemigo, pero al precio de dejar su flotilla a merced de Euron Greyjoy, que la hunde. Así se enteran que parte del ejército de Roca Casterly, en una hábil estrategia de los Lannister, es llevado a Altojardín, donde saquean alimento y oro. Doblemente perdedora y acorralada, dándole la espalda a los consejos y estrategias (fallidas) de Tyrion, la khaleesi pregunta a Jon Nieve qué debería hacer.
"Si usas los dragones para derretir castillos y quemar ciudades no serás diferente, serás más de lo mismo", le dijo. Y lo cierto es que lo escuchó a medias, porque sacó de una vez por todas a uno de sus dragones del establo y pasó lo que ya a esta altura todos sabemos: ¡Mantenlo prendido, fuego!
Aunque no atacó civiles, el resultado sí fue un derrame de llamas y cenizas que quedará para la historia, literalmente (porque cumplió el récord de ser la escena con más gente quemada de la pantalla chica).
De la batalla habrá que destacar dos cosas: Que la ballesta gigante de Qyburn sí funciona, hiriendo a Drogon, pero no lo tumba. Sin embargo, ahora Daenerys también ya sabe que la tienen, por lo que cada vez que use a sus hijitos de estómago caliente no estará tan desprevenida.
Tyrion, por otra parte, mostró una sospechosa simpatía por su hermano Jaime, cuando desea que se salve al verlo avanzar a caballo y con una lanza hacia la incauta khaleesi. Si esperaba poder herir a Daenerys, que estaba entre las alas de Drogon, cabe preguntarnos qué se le pasó por la cabeza a este tipo: ¡Es un dragón, Jaime, un dragón!
El punto es que su fiel Bronn llega para salvarlo de morir cocinado, empujándolo y hundiéndolo en las aguas con su pesada armadura justo antes de recibir el chorro de fuego.
Hasta aquí, la primera duda que queda es saber quién ganó la batalla finalmente. Algo que queda resuelto en el avence del quinto episodio, cuando vemos que Daenerys pone al resto del ejército perdedor en un difícil aprieto: o se unen a ella o mueren, les dice.
Jaime Lannister, por otra parte, es poco probable que muera después de hundirse tan profundamente como lo vimos en el último segundo. Y la razón de esto no es que sea justamente uno de los principales personajes (¡como si fuera eso una razón en esta serie!), sino que tiene una importante misión: contarle a Cersei la confesión que le hizo Lady Olenna antes de morir envenenada (aunque no la hemos visto morir, aclaremos). Ella fue la asesina de Joffrey.
Punto aparte merece, como vimos, cómo seguirá la relación entre la khaleesi y Tyrion: ¿se enfriará un poco después de sus malos consejos? "Subestimamos al enemigo", le dice en un momento a la reina, y ella responde contundente: "El enemigo es tu familia". El deseo de que Jaime Lannister se salve del fuego parece confirmar las sospechas que muchos fans han ventilado últimamente (incluso algunos vaticinan que Jon es un buen candidato para convertirse en su Mano).
"La sangre del dragón", el próximo capítulo, nos traerá otras cosas: Vemos también a Varys que le pide a Tyrion que llegue a razonar con Daenerys, quien ya está perdiendo un poco la paciencia frente a Cersei.
Y una vez de vuelta a Rocadragón, Jon le contará a la reina que su hermano Bran ha visto al Rey de la Noche en dirección a Guardaoriente, la última custodia en el muro. La súper-batalla está cada vez más cerca: ¡A prepararse!