Los goles fueron de Édison Flores, Yoshimar Yotún y Paolo Guerrero. Pero la sorpresiva clasificación de Perú a la final de la Copa América 2019 también tiene otro culpable: Pedro Gallese, el mismo que fue lapidado por un pecado ante Brasil.
El efusivo beso de Guerrero a Gallese cuando los incas eliminaron a Uruguay en los cuartos de final, fue el mismo cariño que recibió del capitán cuando sonó el silbato final el miércoles en la Arena do Gremio en Porto Alegre, que dictó la sentencia condenatoria a Chile.
Gallese fue el responsable del llanto desconsolado del astro Luis Suárez, su víctima en una tanda de penales que mandó a la Celeste de regreso a Montevideo. El '1' voló a la derecha y extendiendo sus 1,89 m silenció el disparo del 'Pistolero'.
Esa atajada le permitió al entonces irregular Perú continuar con vida en una Copa donde lo que conocía eran solo discretos resultados: un empate 0-0 con Venezuela en el debut, una victoria 3-1 ante la 'Cenicienta' Bolivia y luego la debacle del 5-0 ante la Seleçao.
Y es que Gallese, de 29 años, llegaba al partido frente a Uruguay cargando un doloroso pecado. Un fatal error en el arco a los 12 minutos desencadenó la desgracia ante la Canarinha en la Arena Corinthians en Sao Paulo.
Luego llegaría otro fallo, menos monumental que el primero, pero Gallese ya estaba sentenciado al paredón. La herida estaba abierta en Perú. El '1' de los incas sabía que su destino era la crucifixión.
Pero el fútbol no fue ingrato con alguien que había tenido un papel protagónico en el regreso de Perú a un Mundial, el de Rusia-2018, luego de 36 larguísimos años. Le dio la oportunidad de levantar la cabeza, y lo hizo nada menos que ante el temido cañonero charrúa del Barça. Si Uruguay fue una prueba durísima para Perú, no menos iba a ser Chile.
El bicampeón llegaba a Porto Alegre con cara de finalista, en buena medida por sus dos últimas presentaciones: ante Uruguay, con el que perdió 1-0 en la fase de grupos pese a mandar en el Maracaná, y Colombia, al que despachó por penales en los cuartos.
Pero lo que sucedió en la gélida noche de Porto Alegre con los guerreros de Ricardo Gareca fue una auténtica proeza. De esos partidos que jamás los hinchas olvidan por la valentía como enfrentaron a un rival que se creía en la final.
Perú marcó los tiempos del partido, controló la pelota, desconectó a Vidal y a Aránguiz de Alexis Sánchez y Eduardo Vargas, y corrió todo lo que no había corrido en la Copa, defendió mucho mejor que lo que hizo ante Uruguay y lo que se le olvidó hacer ante el anfitrión.
Marcó tres goles, que pudieron ser más, y cuando tuvo que sufrir, sufrió. Pero... ¿se acuerdan de Gallese? Allí estaba el hombre de las rastas. Como pulpo para atajar con ocho manos. Impecable como el amarillo de su uniforme.
Cuando Chile cargó en el segundo tiempo, el del Alianza Lima voló espectacularmente a un remate cruzado de Beausejour, expuso su humanidad en un mano a mano con Vargas y no murió ante un venenoso remate de Alexis abajo al palo derecho.
¿Hacía falta algo más? Quizás el propio Gallese lo deseaba.
Minuto 90+5. Vargas listo para patear un penal con el que intentaría sanar el honor de La Roja. Pero el 'Turbomán' ejecutó horriblemente al estilo 'Panenka' y Gallese, paradito en la línea, detuvo la pelota con la mano izquierda sin mayor esfuerzo.
Sólo le faltó ponerla a bailar en el dedo índice a lo Michael Jordan.
Partido de 10 puntos para 'San Pedro' Gallese, el que había sido lapidado pero supo renacer de entre los muertos.
cl/mcd