Con su prolijo delantal salió a admirar el crecimiento de una plantita que colocó en la ventana para darle más vida a su local, ubicado en el cerro Concepción, en pleno corazón de Valparaíso. Feliz por lo que encontró, comenzó a hablar con una colega y su acento la delató ante los cronistas de este diario. Ella es mendocina y desde hace cuatro años eligió esa ciudad de puerto para vivir. Es Gabriela Estrella (49), quien dejó la montaña para abrir su propia chocolatería cerca del mar. Allí elabora bombones, barras, brownies y alfajores, entre otros productos de chocolate libre de gluten. Recientemente le agregó cafetería. En su negocio, en la esquina de las calles Papudo y Concepción, el aroma lo inunda todo, lo que invita a quedarse y degustar una gran variedad de exquisiteces.
“En Mendoza hacía eventos, tenía mi emprendimiento de catering, pero ya había decidido dejar y empezar con el chocolate”, comenzó a relatar a Los Andes. Ella vivía en Chacras, Luján de Cuyo, donde tenía su propia cocina industrial. Por razones personales comenzó a mirar a Chile como un posible lugar para mudarse. “Tenía mi socia acá, mi hijo estudiaba en Santiago e indudablemente el mercado del chocolate es mayor que en Mendoza por una cuestión climática”, explicó la emprendedora.
Si bien en un principio comenzó la chocolatería acompañada por una socia, actualmente Gabriela es la principal responsable. “Como siempre digo, este es un negocio familiar, cada uno tiene su vida y su trabajo, pero sigue siendo un emprendimiento familiar”, aseguró a la vez que detalló que su esposo trabaja en Argentina en el petróleo y que viaja seguido hasta allí, al igual que sus dos hijos. “Ya son grandes, uno se recibió y la otra viaja por el mundo pero siempre vienen”, contó Gabriela.
En su local comercializa productos enmarcados dentro del movimiento ‘slow food’, que se contrapone a la estandarización del gusto en la gastronomía. “Somos una chocolatería fina, trabajamos con chocolate de muy buen calidad, elaboramos bombones con frutas del lugar y hacemos nuestras propias recetas”, detalló la mendocina. También incluye en su variada oferta pastelería de chocolate y café. “El alfajor es nuestra especialidad y es enorme, la gente lo lleva muy feliz. Aunque acá hay alfajores, es una cosa más argentina”, resaltó.
Enamorada de Valpo
En un primer momento Gabriela comenzó a buscar locales para abrir su negocio en Viña del Mar, pero encontró una casa en Valparaíso y supo que era el sitio indicado. “Me dije a mí misma: ‘este es el lugar’, la identidad local tiene que ser ésta y no nos equivocamos”, remarcó. Explicó que hasta allí llegan turistas de todo el mundo que se destacan por sus grandes inquietudes culturales, artísticas y gastronómicas. “Valparaíso es arte, carrete, locura, diversidad, mucha movida y la belleza del terreno, yo me instalé acá y me enamoré de la ciudad”, remarcó.
La mendocina recordó que de chica solía vacacionar en Reñaca y que había visitado Valparaíso, pero no había encontrado su verdadera esencia. “De niña esta ciudad había sido como lo es para la mayoría de los mendocinos que vienen un día al puerto a comprar pescado y que la consideran una ciudad sucia”, señaló, a la vez que remarcó que de adulta la ciudad la dejó deslumbrada.
“La idiosincrasia porteña es intensa y a mí me encanta. Pero en general nunca tuve problemas de cambiar de ciudad, me he mudado y he vivido en varias provincias”, detalló. De hecho, ella no se considera extranjera, sino parte de una región. “No tengo una historia con el nacionalismo, al contrario, creo que en las regiones, creo en los intercambios comerciales entre las regiones”, manifestó la Gabriela.
Así, ha observado que cada vez más argentinos llegan hasta Chile a buscar trabajo o a montar su propio emprendimiento. “Antes los argentinos no veíamos a Chile como una opción laboral, siempre mirábamos al otro lado del charco a la hora de emigrar. Pero ahora están comenzando a verlo: estamos al lado y hay mucho potencial”, aseveró.
La emprendedora forma parte de un grupo de Facebook de argentinos en Chile donde se trata de hacer más amena la presencia en el vecino país. “Además tengo compañeros de trabajo que son de Mendoza y siempre hay amigos que vienen y se acercan, pero no es que tratamos de buscarnos, nos gusta la diversidad”, expuso, a la vez que enumeró que ha trabajado con oriundos de Chile, Perú, Francia, entre otros. “Todo el que venga es bienvenido, el amor al chocolate y el café es la única condición”, cerró.