"Mi primera cosecha la hice en el año 1995. Ya llevo 25 cosechas. ¿Las bodas de qué es eso? De plata. Siempre digo que no existe ninguna que sea igual a la otra, pero esto ya superó a cualquier previsión", confiesa Gabriel Guardia, gerente de Olivícola Laur. La pérdida de cultivos en la provincia, la caída del consumo interno, los bajos precios en el mercado externo y la incertidumbre por lo que vendrá son algunos de los factores que lo llevan a hablar de este ''superar lo imaginable''.
-¿Cómo viene este año la cosecha de aceituna?
-Arranqué esta semana la molienda. Pero en Mendoza nos estamos quedando sin aceitunas. A nosotros no nos alcanza con la producción propia y compramos unos 5 millones de kilos. Pero de esos, 4 y medio los compro en San Juan, a dos fincas que tienen plantaciones intensivas, riego por goteo, cosecha mecánica; todo lo que hay que hacer para sea rentable.
Acá todo se ha transformado en barrio privado. Estamos para la foto con el vino y el aceite de oliva, pero no hay políticas de Estado que animen al inversor a invertir en olivos. No le cierran los números al productor que tiene que tener a los cosechadores en blanco para que le cosechen en 15 días y si se le cae uno de la planta, pierde todo. Le cobran carísimo porque ya no hay y le dan turno. Por la emergencia hídrica le cortan el agua. Si necesita comprar un fertilizante, el precio es en dólares. Con tanto lío, viene alguien con billetera y le compra para hacer un barrio privado y acepta. Está muy mal la olivicultura en Mendoza. Todo el agro está mal.
-Y el precio de la aceituna, ¿cómo está?
Está raro. Hasta ahora, aparentemente soy el único que está comprando, porque como en el mercado internacional ha caído el precio, conviene comprar el aceite hecho y no elaborarlo. Yo estoy elaborando porque la calidad que tenemos nosotros no la hace cualquiera. Si tengo que salir a comprar el aceite que hacemos nosotros, no lo consigo. Estamos encerrados en el monstruito que nosotros mismos creamos, que es la calidad.
- ¿Cómo se está comportando el mercado interno?
Las vinotecas, los restaurantes, los hoteles, no sólo están cerrados, sino en cesación de pagos. Tenemos una alianza importante con un cocinero muy conocido, con restaurantes y catering, que realiza eventos importantes, y me dijo que no entregara un cheque de 13 mil pesos porque iba a rebotar. Tuvo que devolver todos los anticipos y repartir lo que le quedó con los empleados.
Lo que está funcionando, y a media máquina, son los supermercados. Pero el consumo baja. Y hemos tenido que cambiar nuestra metodología de cobro. Ya no estamos aceptando cheques, sino transferencias, porque si no seguimos sacando mercadería que no vamos a cobrar nunca. Tampoco es la idea perder a esos clientes, pero está complicado.
-¿Cuáles son las perspectivas de exportaciones?
-Las ventas al exterior se vienen cayendo. Desde que empezó la pandemia, hay clientes que no renovaron los pedidos. Tenemos algunas órdenes terminadas y, por ejemplo, desde Corea nos dijeron que esperáramos porque no saben qué va a pasar en la Aduana, y eso que ya pagaron. Cada país tiene sus problemas. Y nosotros no exportamos a granel, sólo envasado. Eso está apuntado al consumidor final directo, que está guardado.
El mercado de Brasil es uno que supimos perder. Ellos tienen muy buenas condiciones de negocios con Portugal y el aceite español entra al mundo con aceites baratos de todo tipo, buenos y malos. Pero nuestro problema es que no podemos hacer una proyección porque de la mañana a la tarde pueden cambiar las condiciones. ¿Cómo vas a ir a venderle a un mercado serio, como Canadá o Japón?
Tengo un cliente en Japón que tiene 20 mil sucursales de 7/11. Ha hecho siempre compras chicas, pero llevamos dos años armando un negocio muy grande. Me invitó a viajar para ver dónde iba a colocar nuestro aceite pero cuando vi la seriedad absoluta con la que se manejan, me dio miedo. Me pidió que le asegurara el precio por dos años.
Cuando le dije que no podía, me dijo un año. Ahora empieza la cosecha y vuelve a preguntar. Son oportunidades de negocios que se nos caen porque no podemos proyectar.