Con una amplia sonrisa, que transmite su amabilidad y buena onda, Gabriel Canci (43) nos recibe en su oficina de la calle Arístides.
Al igual que él, el lugar invita a una charla cálida y amena; su agradable decoración -inundada por un suave aroma a sahumerio- resulta el espacio ideal para sumergirnos en la historia de este empresario mendocino de la moda. Su agenda es por demás complicada y, por ello, su rutina laboral está siempre a mil.
Sin embargo, ‘Gaby’ silencia sus dos celulares y se sienta tranquilo a conversar con nosotros. Gino, Cruz y Abril, sus perritos yorkshire, van y vienen por la sala como custodiando a su amo, que sonríe predispuesto a contar todo lo que deseamos conocer.
-¿Alguna vez pensaste que llegarías a ser el empresario de la moda que sos hoy?
-(Respira profundo, como meditando unos segundos). No sé si soñé con ser el empresario de la moda. En realidad toda mi vida soñé con estar inmerso en el mundo en el que estoy. El mundo del espectáculo siempre fue mi vida. A los 4 años ya estaba en el teatro y a los 9 empecé a practicarlo de forma profesional.
Estudié canto, y particularmente tango que fue lo que me llevó a estar en “Grandes Valores del Tango”. Aprendí tap, zapateo americano, hice televisión. Fui uno de los personajes protagonistas de “Señorita Maestra” (NdR. Fue “Tito”, en la serie televisiva de los ’80). Cuando estaba haciendo la comedia musical de esa serie (a los 13), conocí a Mirtha Legrand. Le dije que me encantaba lo que hacía y me invitó a un desfile. Fui, vi la magia que significaba la pasarela y ahí nació un amor incondicional, absoluto y para siempre. Soy un apasionado de la moda.
-¿Cómo es tu rutina laboral?
-No hay un día típico en ella; son cambiantes y vertiginosos todos. Me levanto entre las 7.30 y las 8. Hago una caminata en un gimnasio o en el parque San Martín. Regreso a mi departamento, me baño, hago una meditación hinduista y una respiración. Me cambio. Me tomo un té de hierbas y arranco el día.
Estoy llegando a la oficina a las 10. Hay días que arranco más temprano y dejo de hacer estas actividades que son más para mí. Y hay días que me voy de la oficina ¡a la 1 de la mañana! Los celulares no paran de sonar o yo no paro de hablar (risas). En algún momento tengo un tiempito y hago una meditación de 20 minutos, antes de la tarde.
Ahí arranco con diagramación de la producción de una revista, programas de televisión que hay que preparar para ir al día siguiente, notas periodísticas como ahora (nos ejemplifica). Estamos preparando el desarrollo de una marca muy importante que será un gran lanzamiento.
-¿En qué momento descansás?
-Intento que los fines de semana estén libres, no siempre se logra. Pero cuando tengo un día libre me gusta estar mucho conmigo y con mis afectos. Intento estar con mi pareja (se corrige: no intento, ¡estoy! No me gusta la palabra intentaría, creería. Es sí o es no -define-). Lo que más amo es irme, a cualquier lugar.
Mendoza es mi lugar en el mundo. Cuando me voy, parto a la montaña; Potrerillos, Uspallata. Me interno 2 o 3 días y cancelo todo. Sin señal de celular, así hago una depuración mental y espiritual y estoy en contacto con la naturaleza. Cuando puedo viajo, amo el calor, así que disfruto de lugares con sol, mar y playa. Si puedo viajar a Buenos Aires por placer, voy al teatro a ver de todos los géneros aunque la comedia musical es lo que más me gusta.
-Mencionaste que hacés meditación hinduista. ¿En qué o en quién creés?
-Creo en Dios, en Jesús y en todos los seres de luz que le han aportado algo a este planeta. No me catalogo de religioso, diría que soy más místico. Soy sufista. Creo en todo lo que te haga bien, en lo que puedas experimentar como una sanidad para tu vida y para tu alma. Creo en todas las religiones y no creo en ninguna; creo en el espíritu que mueve a la gente y no en la institución.
-¿Cómo fue hacerte cargo de la Vendimia para Todos?
-Cuando yo tomo la producción de la Vendimia Gay, que me la propone su creador Ricardo Bustos, la fiesta ya venía haciéndose hacía varios años. Este 2013 fue la edición 18°; o sea, yo llevo 6 de producción. Estaba bastante alicaída. Si bien era un producto que había despertado el interés de la sociedad, no lograba salir del ‘under’ y del círculo del gay.
Así es que tuve dos compromisos muy fuertes para conmigo: brindar un espectáculo de alta calidad y de nivel internacional como nunca se había hecho y que esa Vendimia fuera una Vendimia para todos. Por eso fue el rebautismo: Vendimia Gay, Vendimia para Todos. No dejó de llamarse Vendimia Gay.
Creo que lo logré. Tuve la aceptación de todos los organismos públicos provinciales y nacionales. Este año tuve el gran galardón porque el gobierno nacional la declaró de interés turístico y cultural y está en el calendario oficial del Ministerio de Turismo de la Nación.
-¿Qué pensás sobre la ley de matrimonio igualitario?
-Que fue muy acertada su legislación, su declaración. Considero que todos los seres tenemos que expresarnos libremente, sobre todo en lo que se refiere al amor. Me parece que hay tantas posibilidades de amar y cuando ese amor es puro y es tierno, que sea reconocido socialmente es muy valorable.
Por muchas razones, no sólo sociales y estéticas, también legales, comerciales. Conozco, por ejemplo, a una pareja gay que convivió y compartió muchos años antes de que se sancionara la ley de matrimonio igualitario. Compartieron bienes, compraron una casa. Los bienes estaban a nombre de uno que enfermó y falleció.
Cuando muere, sus familiares, que nunca se habían preocupado por el ser enfermo, empezaron a sacarle todo a su pareja e intentaron dejarlo sin nada. Por suerte, muchos años de Justicia lograron que recuperara algo. Esa familia incluso no aceptaba la condición de gay de su pariente. Esto da un marco legal prolijo como para que quien lo deseen lo pueda tener. Me parece fantástico. No es un capricho social. La primera connotación que tiene es el amor; nadie se une a otra persona si no la ama.
-Y vos, ¿hace cuánto que estás en pareja?
-(Risas) Estuve muchas veces en pareja. Ahora hace unos 7 meses. Se llama Ezequiel Chiaramonte (23), es peluquero, estilista y modelo. Es muy lindo.
-¿En qué momento te diste cuenta de tu orientación sexual?
-De muy chico. Obvio, antes no era igual. Admiro la posibilidad que tienen los adolescentes ahora de manifestarse a sus papás y decirles lo que están viviendo, pensando, sintiendo. También admiro a los papás de hoy que cobijan a sus hijos, los ayudan, respetan y tratan de darles lo mejor.
Siempre que tengo la posibilidad les digo a las familias que por favor reciban con amor y con protección a sus seres queridos que piensan y viven diferente, que son gay. Porque si la familia, que es el núcleo de amor más cercano, te rechaza pensá lo difícil que es después poder proyectarse en la sociedad. Además, hay tantísimos casos de chicos que cometen suicidios o cosas atroces porque no se sienten contenidos.
Si bien yo me di cuenta a muy temprana edad, lo blanqueé socialmente recién a mis 25 años y un poco antes con mi familia. En un momento dije yo me amo y me quiero como soy entonces el que me quiere que me quiera así, y si no, prefiero que no me quiera.
-Imagino que fue un proceso llegar a "plantarte" así...
- Sí, fue todo un proceso, que no fue tan liviano como ahora. Mi hermano (Fernando) siempre tuvo una aceptación absoluta, siendo muy chico me dijo ‘vos sos mi hermano y yo te amo; lo que te haga feliz, a mí me hace feliz’.
Papá y mamá tuvieron que digerirlo más pausadamente, pero ese momento llegó. Más allá de que al principio no estuvieron de acuerdo, me aceptaron. Hoy la aceptación que han desarrollado hacia mí y hacia el mundo gay es maravillosa. Mis padres producen junto a mí la Vendimia Gay, entonces qué mejor forma de decir te acepto, te amo. El amor que ellos tienen hacia mí logró que me aceptaran. Creo que el amor lo puede todo.
-¿Te casarías?
-¿Y por qué no? Yo creo que si se dan las condiciones, por supuesto que sí.
-¿Y cuáles serían las condiciones?
-Amarse mucho.
-¿Adoptarías hijos?
-Sí, adoptaría.