Tras la decisión de 6 de los 7 socios de los llamados Siete Grandes (el G7, los principales países industriales capitalistas) de “dar tiempo” al presidente Donald Trump para adoptar una decisión sobre el cambio climático y ratificar su apoyo a los acuerdos firmados en París en 2015, incluso por EEUU, en un tuit escrito en Taormina al final de la reunión cumbre, Trump anunció que adoptará una decisión “la semana próxima”.
El anuncio causó sorpresa, después de que la canciller alemana Angela Merkel dijera que en el tema del clima el resultado era “totalmente insatisfactorio”, al concluir la reunión cumbre en una atmósfera escéptica por sus magros resultados.
Trump no participó de la conferencia de prensa final y visitó, en la base siciliana de Sigonella, a los soldados que prestan servicio allí, en su viaje de retorno a Washington.
Salvo la resolución firmada el viernes sobre el terrorismo, la cumbre no produjo resultados satisfactorios. En los problemas más críticos, se divulgó una sensación de fracaso después de que se constatara la división entre Trump y el resto, en la cuestión de las emisiones de gases tóxicos en la atmósfera que están envenenando seriamente al planeta y en los encontronazos y forcejeos respecto de la posición norteamericana contra los acuerdos comerciales multilaterales y el libre comercio.
En el comunicado final, el del comercio fue el tema que más divergencias causó entre Trump y el resto de los líderes: el japonés Shinzo Abe, la alemana Merkel, el francés Emmanuel Macron, el canadiense Justin Trudeau y el italiano Paolo Gentiloni. Un caso aparte fue el de la primera ministra británica Theresa May, presente sólo el viernes en la cumbre por la situación interna de su país tras el atentado terrorista en Manchester, que la obligó a regresar a Londres anticipadamente.
May acordó con Trump y ambos hicieron el anuncio de que cuando se concrete la salida británica de la Unión Europea (Brexit), EEUU y Gran Bretaña firmarán un acuerdo comercial. Por esa razón, los ingleses se mostraron muy flexibles con el presidente norteamericano.
En el comunicado final de la cumbre se logró un “punto de equilibrio”, según dijo el premier italiano Gentiloni, quien como anfitrión hizo una conferencia de prensa anunciando los resultados. Se trata de una frase astuta y nada más, en la que los Siete Grandes confirman su compromiso “de abrir los mercados”, pronunciándose también contra “las malas prácticas comerciales”.
Aunque Trump es un decidido proteccionista, asegura: “Yo estoy por el libre comercio pero debe ser correcto y balanceado”. El presidente dijo hace poco que “restituiremos a nuestros socios comerciales el mismo tratamiento que recibimos de ellos”. Trump sostuvo en la campaña electoral que pondría fin a las “malas prácticas comerciales”, acusando a los chinos de hacer “dumping” con los precios y bajando el valor de su divisa nacional.
Tras leer el comunicado, nadie creyó que Trump se había convertido a la posición favorable a los acuerdos multilaterales como auspician los otros socios del G7. El presidente norteamericano ya ha amenazado reiteradamente con aplicar recargas a las importaciones y sancionar a las compañías norteamericanas que producen bienes y servicios en otros países, en perjuicio de “millones de puestos de trabajo”, según denunció.
En cuanto a la cuestión muy grave de los movimientos migratorios, Trump impuso el enfoque de la defensa de los intereses nacionales. La declaración sostiene la defensa genérica de los derechos de los millones de prófugos que huyen de las guerras, el hambre y la pobreza, pero confirmó con énfasis “el derecho soberano de los Estados sobre sus propios confines”.
Admitiendo los “derechos humanos de los migrantes”, destaca que los Estados “tienen derecho a controlar sus propios confines y establecer políticas de acuerdo al interés nacional y por la seguridad”. No se menciona ninguna medida concreta para aliviar esta tragedia de dimensiones gigantescas.
Los Siete Grandes reiteraron en su declaración final de Taormina la condena de Rusia por la “anexión ilegal” de la península de Crimea durante la crisis de Ucrania. Las sanciones que se aplican actualmente a Rusia serán renovadas hasta que el gobierno de Moscú respete los compromisos de “respetar la soberanía de Ucrania”. Pero nadie se hace ilusiones: Rusia no devolverá Crimea a Ucrania.