La casa es chica, pero el corazón es grande. Esa popular frase podria ser la que resuma las sensaciones que uno experimenta al llegar al Club Argentinos de Rutini, allí en Coquimbito, una de las instituciones donde el futsal late y hace latir a un pueblo. Es el David de la zona, Goliat vive a pocas cuadras es Coquimbito-Peñaflor, y tiene las mismas agallas y las mis ilusiones de conseguir vencer las adversidades que el personaje bíblico.
“Acá las cosas cuestan más, pero somos felices porque le damos contención a los chicos de la zona y de a poquito recuperamos este espacio que estaba casi abandonado”, dice el Gringo quien es el alma del lugar, una de esas personas que siempre se necesitan en los clubes. El Gringo es Alejandro Orozco, un hombre que es dirigente, canchero, jugador y hasta técnico, aunque el se presenta como un caradura.
Las chicas, que por ahora no están en los torneos de Fefusa, le ponían calor y color a la noche con un picadito en el que está en juego el gaste post resultado.
"Este cancha es nueva, la hicimos hace poco. Antes teníamos una más chica y de baldosa. Nadie quería jugar con nosotros porque decían que era una cueva", nos cuenta y se le ilumina la mirada cuando amplía la historia.
"Los fondos salieron del Proyecto Par, que da la Municipalidad, lo ganamos dos veces y una en la cancha de Coquimbito Peñaflor. Imaginate que lo festejamos como un clásico".
El Gringo es encargado de una finca, dónde trabaja todos los días hasta las 4 de la tarde y después se “interna” en el club.Cuenta que los chicos de menores, que el año pasado salieron campeones invicto se fueron tentados por Gutiérrez y Maipú para el fútbol de once y con ellos su técnico, pero que hace dos días volvió el hacedor de ese grupo y fue, bicicleta mediante, casa por casa a buscar a los chicos para rearmar el equipo.
“Si Fefusa nos da una mano, en dos semanas estamos para jugar con todas las categorías (seniors, primera, juveniles, cadetes y menores). Sólo nos faltarían infantiles que estamos buscando” agrega mientras la cancha va recibiendo a los jugadores de la Primera y allí casi como con vergüenza cuenta que “muchos hoy no vienen porque están en temporada y trabajan en una bodega y hacen una semana de tarde y una semana de noche.
Pero acá lo más importante es el estudio y el trabajo. Si tenemos que ir a jugar sin entrenar, vamos. Y nadie queda afuera por eso”, afirma como pidiendo disculpas de una situación que es un valor importantísimo.
Esas situaciones han hecho que haya sentido de pertenencia, el que se nota con las familias, hasta con bebés, tomando mate en las tribunas y disfrutando de la vida del club. Cuenta que Fiorella, su esposa, es la hincha número uno y quien no lo deja abandonar. El grupo de trabajo lo completan Juan González que es el técnico de menores y cadetes, Gastón Brito, encargado de los juveniles y Elio Guzmán que está trabajando en el femenino.
“Todos los años le digo que es el último, pero ella me dice que siga”.Saca pecho cuando le recordamos los elogios que se hacen sobre sus choripanes. “Es un clásico. Los árbitros siempre nos lo dicen que les gusta venir por eso. Nosotros preferimos vender choris a cobrar entradas. De nada sirve dejar a nadie afuera”, grafica dando una lección.
Es que el tema económico pega en todos lados y eso es una realidad. "Sólo cobramos 200 pesos de cuota que sirven para los gastos", amplía.
Argentino de Plaza Rutini, un oasis en el desierto, que trabaja día a día para cambiar la vida de sus jóvenes, más allá de lo que pase en una cancha, que todos sabemos es pan para hoy y hambre para mañana. Allí hay comida para siempre y eso es una buena noticia.