Fútbol para todos, publicidad para uno

Los argentinos venimos aportando para el sostenimiento del programa Fútbol para Todos. Sin embargo, los objetivos de dicha inversión no sólo no se han cumplido sino que la gente cada vez va menos a las canchas y los clubes suman y suman deudas.

Fútbol para todos, publicidad para uno

En los últimos cuatro años, todos los argentinos, les guste o no el fútbol o adhieran o no al partido político en el gobierno, han aportado más de cuatro mil millones de pesos para las transmisiones de Fútbol para Todos, un aspecto que se extendió luego a Automovilismo para Todos (en este caso no se conoce a cuánto llega la “inversión” del Gobierno) y hasta llegó también al “Boxeo para Todos”, con la transmisión de un combate de Maravilla Martínez que contó sólo con la publicidad de Aerolíneas Argentinas y Yacimientos Petrolíferos Fiscales, es decir, pagada también por todos los argentinos.

En todo ese marco de situación, no quedan dudas de que las transmisiones de fútbol se han convertido en el mayor fracaso, habida cuenta de que gran parte del dinero aportado por el Gobierno va destinado a ayudar financieramente a los clubes y, sin embargo, esas entidades deportivas “sin fines de lucro” se encuentran en su gran mayoría con deudas impresionantes, mientras los dirigentes son cada vez más ricos. Con el agravante de que las deudas asumidas por esos dirigentes son de los clubes y las personas que las generaron ni siquiera son investigadas.

En oportunidad de implementar el programa, la propia presidenta de la Nación aseguró que se retiraba la licencia a un canal de cable porque “los goles también han sido secuestrados”. Sin embargo, en lugar de modificar los aspectos presuntamente negativos, el programa es utilizado para impulsar una insoportable propaganda oficial que intenta demostrar una Argentina que avanza en obras, aunque la misma consista en la inauguración de siete kilómetros de una ruta nacional en el sur argentino o de veinte casas en el norte del país, como sucedió durante dos o tres semanas el año pasado.

Todo ello enmarcado en relatores y comentaristas que intentan quedar bien con los que les pagan -no con la audiencia- mechando comentarios políticos favorables al Gobierno y denostando a la oposición, o bien “anticipando” las virtudes de un programa ultraoficialista del que participan sólo politólogos que coinciden con el oficialismo.

Por otra parte, se aseguró que con el aporte que Fútbol para Todos realizaba a la AFA y ésta derivaba a los clubes, se podría paliar el déficit económico de las entidades, pero la realidad muestra que por primera vez en la historia un equipo no se presentó a disputar un encuentro porque sus integrantes no cobraban los sueldos, como sucedió con Colón de Santa Fe; los jugadores de All Boys suspendieron el inicio de la pretemporada, también por las deudas, y otro tanto sucedió con el plantel de Quilmes, un club presidido por el inefable Aníbal Fernández, ex jefe de Gabinete, actual senador nacional y autoapuntado entre los posibles candidatos futuros del kirchnerismo. El resto de los clubes se mantiene con deudas exorbitantes, como ocurre con uno de los “grandes” del fútbol argentino.

Paralelamente, mientras el Gobierno insiste en defender el Fútbol para Todos, en las canchas se advierte cada vez más que la asistencia es para pocos. Nada se hace para erradicar a los barrabravas (por el contrario, la propia Presidenta los calificó de “esos chicos que saltan y saltan en los para-avalanchas”) y el Ejecutivo impulsó las Hinchadas Unidas Argentinas, conformados por los jefes de esas barras. El resultado no pudo ser peor, ya que se han convertido en los dueños de los espectáculos y las familias ya no van a la cancha porque los desmanes están a la orden del día.

Días pasados, el actual jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, reconoció en parte el fracaso de Fútbol para Todos y anticipó que se intentará incluir publicidad privada para cubrir los altísimos costos del programa. El tiempo dirá si el anticipo del funcionario se cumple o no aunque, si nos atenemos a lo sucedido en los últimos tiempos, es muy difícil que ello suceda.

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