La serie de acontecimientos que sucedieron después, como la muerte de una adolescente en Capital Federal o la otra tragedia ferroviaria del Sarmiento, dejaron opacado un nuevo hecho lamentable y gravísimo en un estadio de fútbol que terminó con otra víctima fatal.
Hasta el momento son más de 200 los muertos en las tribunas o en las inmediaciones de los estadios y 3 sólo en lo que va de 2013, sin que las autoridades oficiales o los propios dirigentes del fútbol hagan algo para evitar este tipo de situaciones.
Muy por el contrario, se siguen ratificando los horarios inoportunos con el solo objetivo de restarle ráting a un programa político que critica la gestión del Gobierno, mientras desde la clase política se sigue mirando hacia otro lado, esencialmente porque los violentos que concurren a los estadios están directamente vinculados a ellos.
Días pasados, al ser consultado sobre lo que estaba sucediendo en los estadios, el actual técnico de Estudiantes de La Plata, que jugó y dirigió durante más de una década en España, señaló que la violencia en el fútbol era sólo el reflejo de lo que estaba pasando en la sociedad en su conjunto.
Parte de razón tiene porque los violentos van ganando espacios en los lugares públicos mientras el grueso de la sociedad va encerrándose en sus casas como un modo de protegerse. Pero, quizás para evitar una crítica hacia el deporte del cual forma parte, el técnico evitó hacer referencia específica a lo que ocurre con el fútbol y los penosamente famosos barrabravas.
Esos “hinchas” que “subidos a los paraavalanchas alientan y alientan”, como dijo la Presidenta, y que, por impulso del propio Gobierno, conformaron Hinchadas Unidas Argentinas para viajar al Mundial de Fútbol de Sudáfrica, debiendo muchos de ellos retornar porque no se les permitió el ingreso a aquel país por sus prontuarios.
Mientras todos miran para otro lado, los barras siguen avanzando. Tienen a su cargo el control del estacionamiento en los alrededores del estadio, venden carnets falsos de socios, reciben entradas de favor y hasta participan en las ganancias por la venta de jugadores.
Han hecho de lo suyo una verdadera profesión y hasta cuentan con un organigrama que los ubica de acuerdo con sus méritos.
A modo de ejemplo, uno de los heridos en el enfrentamiento donde murió el hincha de Lanús integraba Hinchadas Unidas Argentinas, es el “número 2” de la barra de Lanús, tiene un fuerte ascendiente en la barra de San Telmo y en los ratos libres de su copiosa actividad participa de actos políticos organizando el apoyo hacia determinados candidatos.
Si bien en esta oportunidad la muerte del hincha se produjo en un enfrentamiento con personal policial, en un hecho que está investigando la Justicia, el ente encargado de conducir los destinos del fútbol argentino decidió, como una medida “drástica”, prohibir la asistencia de hinchadas visitantes a los estadios.
Más aun, en una actitud que no hace más que ratificar su absoluta dependencia económica del Gobierno nacional, mantuvo los horarios inadecuados para partidos de trascendencia y hasta dejó de lado una medida que venía aplicando en los últimos años, como era la de jugar los partidos decisivos, tanto para el título como para el descenso, en los mismos horarios.
El lapso que media entre un torneo y otro, que se cumplirá durante el mes de julio, debería servir para que la dirigencia del fútbol medite y establezca cómo actuar hacia adelante en lo que a violencia en el fútbol se refiere. De no ser así, de continuar con la situación actual, el deporte más importante de la Argentina continuará el lamentable proceso de deterioro que ha mantenido en los últimos años y las canchas se seguirán poblando de violentos.
