¿Puede ser un periodista exitoso el autor de uno de los robos más resonantes vinculados al deporte? Sí, puede. El mexicano Mauricio Ortega Camberos es la cara inesperada de uno de los sucesos más llamativos vinculados al histórico Super Bowl de este año: el robo de la camiseta del jugador que se hizo leyenda ese día, Tom Brady.
Pero su participación en el hecho fue solo el comienzo de una historia de ignominia que todavía parece lejos de haber terminado. Aunque todo parece indicar que no implicará una condena judicial.
Un artículo de Albinson Linares para el “New York Times” detalla cómo Ortega Camberos, quien renunció a su cargo de director del diario “La Prensa” poco después del partido en el que se consagraron campeones los New England Patriots, pasó a ser una persona señalada públicamente por un gran número de mexicanos (entre ellos el ex presidente de ese país, Felipe Calderón) como una vergüenza para su país.
La camiseta de Brady había sido encontrada en México tras estar desaparecida por seis semanas. Las sospechas de los investigadores, apoyados en videos de vigilancia, habían apuntado desde el comienzo al periodista. Cuando llegaron hasta la casa de Ortega Camberos, no sólo les entregó la camiseta perdida sino también la que Brady había usado dos años antes al obtener su cuarto título frente a Seattle. Y también el casco de Von Miller, de los Denver Broncos, que había sido designado como el jugador más valioso del Super Bowl 50°.
Una vez que se descubrió la vinculación del periodista con el robo, los directivos de “La Prensa” emitieron un comunicado en el que manifestaban su “total sorpresa y decepción” por los hechos, además de anunciar que reprobaban “enérgicamente” su comportamiento.
La directora general de la Organización Editorial Mexicana, dueña del diario, Martha Ramos, contó cómo fueron las circunstancias de la salida de Ortega Camberos: “Solo llamó para avisar que venía y nos renunció. Verdaderamente venía pálido el hombre, como muy preocupado, y nos insistía en que quería presentar su renuncia”. De todas maneras, reconoció el mérito del ex director en la edición de los títulos: “Él era muy bueno en eso”, comentó.
Por otro lado, el artículo del "New York Times" precisa que los empleados del diario, según Ramos, “sabían que el director era un amante apasionado del fútbol americano: cuando entraban a su oficina veían algunos artículos como camisetas, cascos, figuras y las selfies que se tomaba con jugadores de la NFL”.
Más allá de la dimensión que tomaron los hechos, Ortega no irá preso. Varios expertos legales consultados por NYT explicaron que el Código Penal del estado de Texas, donde se cometió el delito, establece como una inconducta menor el robo cuando no excede los 250 dólares. Y más allá de que la camiseta esté valuada en cerca de 500.000 dólares, esa es una estimación que hacen los coleccionistas, mientras que el costo real es menor al monto requerido para conseguir una condena efectiva.
Y en cuanto a la Justicia mexicana, también podría llegar a un acuerdo. “Por más vergonzosa que fue su conducta, que llenó de indignación a todo el país, no tiene consecuencia penal alguna”, concluyó Gabriel Regino, abogado penalista y académico de la Universidad Nacional Autónoma de México.
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De todas maneras, haber evitado el frente judicial no exime a Ortega Camberos de inconvenientes. El éxito que había obtenido como director de un diario tradicional se esfumó. Y por estos días, ni siquiera puede aparecer públicamente. Aunque no tendrá que ir a la cárcel, probablemente la mayor condena que sufra será cargar con un delito que lo hizo quedar en la mira de sus compatriotas como enemigo público número 1. Al menos, hasta que una nueva historia lo borre del centro de la escena.
