A Palmira nunca hay que darlo por muerto. Jamás. Su historia así lo asevera; y por más sangre que haya corrido debajo del puente, no hubo banderilla que lo frenara. Fue un toro bravo y se llevó puesto a Luján (2-1), que no supo aprovechar el hombre de más durante más de 50 minutos.
Después de un viernes agitado en el que los jugadores denunciaron un “apriete” por parte del presidente del club, Alfredo Laferriere, quien acompañado de dos individuos (“eran patovicas”, había dicho Rodolfo Juárez ) y un par de efectivos de la policía, mantuvo una tensa reunión con los players, el plantel jarillero acumuló bronca, afiló los dientes y puso toda esa ira contenida en servicio del equipo.
¿El resultado? Una victoria inobjetable y un paso enorme para alimentar el sueño de la permanencia: a falta de siete fechas para el final, el elenco del Loro Ortiz le sacó seis puntos a los mercedinos.
Desde el primer minuto de juego, el Aurinegro dio una muestra gratis de actitud, ganas, huevo y corazón. Salió con todo a comerle el hígado a un rival que tenía chances de quedar como escolta de Pacífico.
El golazo de Ana le puso justicia a la tarde. Un rato después, Araujo se “devoró” un penal que era el 2-0 y, acto seguido, Malinar dejó al Jarillero con diez. Pero el Tanque Juárez se puso el equipo al hombro en el complemento y los cambios le dieron aire.
A Palmira le dan vida los puntos: con el Loro Ortiz en el banco sacó 6 de 9. Que saquen cuentas los demás. Por su furia (aurinegra), el Jarillero está más vivo que nunca.