Fue necesario tiempo, paciencia, una cadena de agentes mirando para otro lado y algo de complicidad. Trece reclusos de extrema peligrosidad lograron fugar de uno de los pabellones de máxima seguridad de la cárcel de Ezeiza, luego de abrir un boquete, cavar un pozo, realizar un túnel de más de un metro de largo, recorrer alrededor de 70 metros y cortar al menos cuatro alambrados de seguridad.
Dos de los trece prófugos -según se informó ayer-, fueron recapturados en el día. La fuga provocó la renuncia del director del Servicio Penitenciario Federal, Víctor Hortel, que será remplazado por Alejandro Marambio, quien ya ocupara ese mismo cargo hasta 2011.
Marambio volvía ayer al país de urgencia desde España, para asumir durante la mañana de hoy.
Los protagonistas de la fuga (diez argentinos, dos brasileños y uno de nacionalidad paraguaya) estaban alojados en el módulo residencial 3 pabellón B, donde habría un total de 50 reclusos. Para escapar, tuvieron que abrir un boquete de 22 centímetros por 40 en la celda 22, lugar en el que apenas dejaron la tierra acumulada que fueron sacando para despejar el túnel.
La escapatoria, que tuvo "características cinematográficas", provocó que ayer Hortel, en conferencia de prensa, denunciara que el hecho no pudo haberse dado sin la complicidad de los agentes penitenciarios.
Por otra parte, durante la tarde hubo momentos de nervios con versiones sobre un motín en otro pabellón del complejo. Si bien el propio ministro de Justicia y Derechos Humanos, Julio Alak, y el fiscal federal de Lomas de Zamora, Adrián García Lois, hablaron de incidentes con un recluso, desmintieron un motín generalizado.
Un detenido prendió fuego a un colchón porque ayer había prohibición de salir de las celdas y recibió algunas quemaduras leves. A su vez, un subalcalde que habría intentado socorrerlo, recibió un puntazo de otro de los internos. También hubo incidentes en la Unidad 31, que aloja a mujeres.
Los hechos
¿Cómo fue la secuencia de la fuga? Los detalles los brindó el propio Hortel, golpeado por lo ocurrido y cuya figura había quedado ya en medio de la polémica por "Vatayón militante". Ayer, además, tenía previsto un festejo en el penal porque cumplía años, según contaron fuentes cercanas al ex director.
Todo se descubrió alrededor de la una de la madrugada de ayer. Los reclusos hicieron un boquete en el piso de la celda 22, que es de hormigón armado. Hortel señaló sin titubear que "la fuga no se pudo haber dado sin complicidad interna y sin logística externa. Tuvieron que romper casi 30 centímetros de hormigón armado. La tierra acumulada todavía está en la celda.
A partir del boquete, se construyó un túnel de aproximadamente un metro de profundidad, a través del cual salieron del módulo. De ahí recorrieron 30 metros aproximadamente hasta el primer alambrado perimetral y luego 40 metros más, atravesando otros tres alambrados perimetrales de seguridad", detalló el ex funcionario.
Para terminar de salir a la calle, cortaron cada uno de esos alambrados sin que nadie los viera. Hortel apuntó todos los dardos contra sus subordinados y contó que los reclusos necesitaron al menos dos días para hacer el boquete, cavar el túnel y usar herramientas a las que no suelen tener acceso, describió.
Según contó una fuente penitenciaria, en ese mismo pabellón durante la semana pasada se habían sucedido reclamos violentos. "Una de las conclusiones es que eso no fue casual sino que sirvieron de pantalla para encubrir los trabajos de excavación para la fuga", dijo.
Hortel fue tajante al detallar la cadena de responsabilidades. "Los celadores no cumplieron con la tarea de verificar los lugares de alojamiento ni los inspectores ni jefes. El personal de requisa tampoco encontró las herramientas usadas. Los soldados apostados en los puestos ubicados a 50 metros debieron haber visto los movimientos y no lo hicieron. También fallaron los soldados de guardia del grupo especial apostados en los techos, que no estaban cumpliendo sus tareas", enumeró el ex director.
La fuga provocó que fueran pasados a disponibilidad seis celadores, cuatro jefes y cuatro inspectores de turno, el jefe de requisa, el jefe y el director de módulo, el director de tratamiento y el prefecto a cargo de complejo Federal 1: los 19 agentes y funcionarios que tenían bajo su responsabilidad a los detenidos.
Según dijeron a este diario fuentes policiales, los dos reclusos recapturados, José Durán y Claudio Ortiz, cayeron detenidos a las 4 de la madrugada mientras caminaban por la ruta 205, cerca de una estación de servicio YPF, en Cañuelas. Fueron llevados a la comisaría 8° de San Vicente y allí se confirmó que eran dos de los trece prófugos.
Por otra parte, Julio Alak detalló anoche que los cerebros de la fuga fueron cuatro reclusos y que el resto se sumó al ver la posibilidad. El ministro también informó que habrá una recompensa de $ 500 mil por cada recluso aún prófugo, que se dará a aquellos que den información que permita recapturarlos.
Los cuatro presos y supuestos cerebros del escape (entre los que hubo dos brasileños) ya tenían antecedentes por haberse fugado o haberlo intentado, de penales de Neuquén, Resistencia, Paraguay y Brasil. Por esa razón, entre otras, habían sido trasladados al penal de Ezeiza, una cárcel de máxima seguridad.