Fuga adolescente: ¿por qué los chicos deciden huir del hogar?

Son diversos los motivos que llevan a un adolescente a tomar la siempre sorpresiva decisión de escapar. Las causas suelen no estar vinculadas con maltrato, sino a otros factores, y a la crianza.

Fuga adolescente: ¿por qué los chicos deciden huir del hogar?

La noticia parece casi un capítulo (por momentos diario) que se repite por todos los medios y redes sociales, cuya bocanada expansiva la hace más visible.

Los datos básicos, acompañados por la imagen del prepúber o adolescente (chicas y chicos), se esparce primero como “desaparecido” (ya que no deja nota, ni aviso alguno). Se desata la locura: el pensar lo peor (accidentes, secuestro, trata de personas, etcétera), la angustia inenarrable de padres y familiares.

Sin embargo, a esa marea de desesperación ante la ausencia le sigue la genuina preocupación, cuando el chico aparece y termina confesando que se fugó del hogar por propia iniciativa.

Un cuadro de situación tan particular como familias existen, ya que las causas son variables y diferentes. Según las estadísticas publicadas en el 2015 en un artículo de diario Clarín, el “Consejo de Niños, Niñas y Adolescentes a nivel nacional explicitaba que el 70% de los casos de fuga en adolescentes se debían a que los jóvenes habían discutido con sus padres”.

No se puede hablar de causas excluyentes, pero para entender la maraña de disparadores que incitan a la fuga resulta importante no obviar qué le pasa al preadolescente en esta etapa.

La psicopedagoga Mónica Coronado argumenta en este sentido: “Este tipo de situaciones de fuga suelen ubicarse en la pubertad, en la primera adolescencia. Este período en el chico/a marca el fin de la infancia, por lo que hay que entender que es un época donde hay mucha perturbación a nivel hormonal que a veces hace un tanto impredecible la conducta o comportamiento de los chicos. Es normal entonces verlos que pasan de un estado anímico de mucha euforia, a otro de tristeza; o de tener un alto grado de omnipotencia, en donde todo lo pueden, saben y quieren, a sentirse totalmente desprovistos de autoestima. Es la etapa de mayor vulnerabilidad porque es el paso de la infancia a la adolescencia”.

Y es justo este contexto real, biológico y psicológico, del preadolescente el que permite entender actitudes impensadas, con diversas causas como disparadores.

“El proceso de la prepubertad hace que los chicos confronten mucho con los padres, y sobre todo con las normas. Están en una edad en la que la transgresión de la misma es un proceso de construcción de la propia personalidad. Ojo, no es malo que el adolescente cuestione y transgreda, ya que lo que hace es probar el límite y también el afecto y compromiso que los padres tienen con ellos como personas”, explicó Coronado.

Por su lado, la psicóloga y escritora Beatriz Goldberg, autora del libro “Cómo estimular al adolescente de hoy”, aconseja: “en los padres tiene que primar el diálogo con los hijos. En muchos casos, y en determinadas familias, no lo hay y además faltan límites. Se actúa directamente cuando algo sucede. Además es bueno que se estimule al adolescente en aspectos que le sumen para potenciar la autoestima, en una etapa de transición que lo torna más complejo. Incluso a veces los chicos sienten temor (por factores externos) a ser fracasados, y algunos padres incentivan esto generando presión en sus hijos para que sean los mejores en aquello que ellos no pudieron, se trate de estudios, deportes o habilidades. Algo que termina generando frustración y forma parte de algunas de las causas que pueden guiar la decisión de huir del hogar”.

Vale preguntarse entonces qué otros aspectos pueden generar que un chico tome sin pensar dos veces su mochila, y se vaya de casa.

“Más que irse, al fugarse, lo que hace el chico es dejar a los padres sin información, ya que si se va del hogar a otra casa (por ejemplo a la de su abuela) por unos días, pero avisa a los papás, les da la posibilidad de saber dónde está”, explica Coronado.

-Pareciera casi como un castigo hacia los padres el no avisar...

-Es una forma de alejarse, ya que se trata de una etapa de distanciamiento de los padres, en la que los chicos toman esa distancia juzgando y condenando a los progenitores por cosas que ellos mismos llevan en su interior. A veces los quieren castigar porque no les dan lo que desean, ya que es una edad de mucha omnipotencia. Quieren cosas, piden más libertad, desean por ejemplo pintarse o vestirse de determinada manera, con una enorme resistencia al límite.

-Cuando se da la fuga, ¿esto también puede tener que ver con un caso de abuso?

-No siempre. Pueden existir otras causas o motivos, no hay explicaciones únicas del comportamiento de fuga de estos chicos a tan temprana edad. Pueden existir situaciones familiares muy disfuncionales como por ejemplo peleas entre los padres, un clima hogareño de mucho pesimismo, un maltrato interno, sentimientos de aislamiento y soledad.

Pueden haber una familia disfuncional, o que está pasando por un período complejo: por ejemplo de cuidado de algún adulto mayor en la familia, o de alguien con alguna discapacidad; en donde la atención al adolescente (que siente todo potenciado) no es la misma.

No se trata de que la familia esté enferma, sino más bien de que pasa por un período especial, que quizá justo coincide con esta etapa de prepubertad o adolescencia del chico.

También puede existir en el hogar una situación de disfuncionalidad permanente, como una modalidad continua, en donde el joven siente que su casa no es un lugar donde él, o ella, puede desarrollarse como persona... Sin  embargo puede ser sólo su percepción.

-¿En qué sentido?

-En que puede ser que el chico lo vea así, pero en realidad, no sea de esa manera. Tiene que ver con una percepción del adolescente de que sus padres no satisfacen sus necesidades, y las mismas pueden estar en el marco de las fantasías ya que como dijimos, a esa edad, el chico tiene una capacidad de fantasía sobre lo que es, y sobre lo que puede hacer.

No siempre hay una situación abusiva. A veces una adolescente percibe como abuso que la mamá no le permita maquillarse, o llegar a las 3 de la mañana. Y eso no es un abuso. Hay que tener mucha prudencia. En otros casos hay abuso y maltrato, pero diría que no es lo más frecuente cuando ocurre la fuga del hogar; ya que en general el chico maltratado está desanimado o desesperanzado hasta para huir.

-¿Este tema siempre existió o ahora es más visible?

-Siempre ocurrió. De hecho la adolescencia de otras épocas era mucho más breve, y tal vez el chico a los 14, o 16 años, podía conseguir un trabajo y mantenerse. La posibilidad de independencia antes de un chico de esta edad era mayor. Recordemos que el adolescente que hoy se fuga lo que hace es necesitar de un adulto, por eso se van a la casa del novio, o amigos, con familia que les dé techo y manutención.

-¿Qué pueden hacer los papás para cuidar que esa etapa no termine en fuga?

-Los chicos necesitan sus espacios de evasión. A esa edad los requieren y por eso se encierran en la habitación. Necesitan además estar fuera de la casa; ya sea en la escuela o haciendo algún deporte o actividad recreativa: necesitan hacer esa separación de los padres a nivel psíquico.

Esto no implica una ruptura con la padres en la que ellos no sepan a dónde están sus hijos. Esa es la situación de fuga que se da cuando el chico no llega a dormir y no se sabe dónde está.

-¿Cuál es el gran desafío de los adultos?

-El gran problema de los preadolescentes es no tener adultos bien parados frente a ellos. En este sentido hay una crisis en los adultos que no son capaces de acompañar a los chicos en este proceso de la manera adecuada.

Los papás deben tener una supervisión amorosa de la vida del adolescente que implica que el hijo les informe a dónde va, cuánto va a tardar, si va a llegar tarde, o si se va a quedar en algún lado.

Hay que tener reglas mínimas con los adolescentes, y también manejar la capacidad como padres de bancarse la confrontación con los hijos; sin intentar negociar lo innegociable, porque a esa edad hay cosas que no se negocian: horarios, compañías, determinadas salidas, entre otros aspectos.

Claro que los padres también tienen que ser flexibles y amorosos con sus hijos en esta etapa, pero no por ello dejar de ser firmes.

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