Varias decenas de miles de personas marcharon ayer en Francia en la segunda jornada de protestas contra la controvertida reforma laboral que impulsa el presidente Emmanuel Macron.
Sin embargo, la cifra de manifestantes parece haberse reducido considerablemente respecto de las primeras marchas del 12 de setiembre.
En la manifestación de ayer en París participaron 16.000 personas, según la policía, y 55.000 de acuerdo con los sindicatos convocantes, cifras inferiores a las que unos y otros dieron la semana pasada (24.000 y 60.000, respectivamente).
En toda Francia, los participantes fueron 132.000, conforme a datos del Ministerio de Interior, casi la mitad del total registrado la semana pasada, estimado en 223.000 personas, según la policía.
No obstante, el secretario general de la Confederación General del Trabajo (CGT), Philippe Martínez, líder de la protesta, consideró que la de ayer fue de un nivel “equivalente” a la del día 12. En declaraciones a la prensa, el sindicalista aseguró que iba buscar la “unidad” con los secretarios generales de las otras dos grandes centrales -Confederación Francesa Democrática de Trabajadores (CFDT) y Fuerza Obrera (FO)- que no quisieron participar ni en la convocatoria del día 12 ni en la de hoy, para organizar una jornada de acción interprofesional de todas las confederaciones” contra la ley de la reforma laboral.
Por su parte, el líder de la izquierda radical francesa, Jean-Luc Mélenchon, advirtió que lo que se ha visto en la calle “es sólo el comienzo”, en referencia a los paros que habrá la semana próxima en algunos sectores como el transporte.
Mélenchon, quien se presenta como el jefe de la oposición a Macron, participó de la marcha en París, a su vez que convocó otra manifestación contra la reforma laboral el próximo sábado.
“La democracia es a la vez la calle y las elecciones”, afirmó el líder de la Francia Insumisa, quien con la resistencia popular pretende obligar al gobierno a dar marcha atrás con la reforma porque “no se puede imponer a la fuerza a un pueblo que no la quiere”.
Macron defendió ayer la iniciativa en un debate callejero espontáneo con ciudadanos en Marsella. “La reforma es necesaria porque en Francia hay demasiada gente sin trabajo”, argumentó el presidente, en alusión a la tasa de desempleo que ronda el 10% en el país europeo.
Los decretos de reforma presentados por Philippe el pasado 31 de agosto, que según el gobierno buscan crear empleo y atraer inversiones, fijan topes en las indemnizaciones por despido y dan prioridad a los acuerdos dentro de cada empresa por sobre el convenio colectivo de cada actividad, entre otros puntos que rechazan los gremios.