Rodolfo Cavagnaro - Analista especializado en Economía, especial para Los Andes
La crisis política desatada por la divulgación de audios que comprometen al presidente de Brasil, Michael Temer, es de proporciones mayores a las que generaron las crisis políticas anteriores en Brasil, que derivaron en juicios políticos y destitución de los presidentes Collor de Melho y Dilma Rousseff. La generalización de la corrupción entre políticos y empresarios es de una dimensión sin precedentes.
El gobierno de Temer nunca había sido reconocido por su legitimidad al considerarse que el ahora presidente había aprovechado un momento de tensión para conspirar contra Dilma y quedarse con la presidencia en forma ilegítima.
Pero esta crisis encuentra a Brasil en un momento de gran debilidad económica. Sumergido en una crisis muy profunda, viene de caer 3% en 2015 y 4% en 2016, aunque se esperaba que este año dejara de caer o creciera al menos 1%. Esta recesión fue el comienzo de la crisis anterior, salpicada por los actos de corrupción en Petrobras y ante la necesidad de corregir los desvíos causados por los gastos generados por las obras para el Mundial de Fútbol y los Juegos Olímpicos.
La reacción de ayer en los mercados debe ser leída como una reacción muy puntual que podría extenderse unos días hasta que se aclare la situación del presidente. De todos modos, en caso de ser reemplazado, va a generar un retiro de capitales de la región y en ese caso afectará también a la Argentina por el peso específico de la economía brasileña en la región y, especialmente, en el marco del Mercosur.
Quizás la fecha tope sea el 6 de junio, cuando un tribunal debe juzgar si la coalición gobernante usó de manera ilegítima fondos no declarados para financiar la campaña electoral. E este caso, de ser culpables, la ley dispone la inmediata caducidad del mandato de Presidente. No obstante, la figura del Juicio político sigue en marcha y generaría un desgaste que postergaría cualquier recuperación de su economía.
Para Argentina es una preocupación. La tenue recuperación de Brasil era una señal de aliento para esperar un empujón a la recuperación de nuestra propia economía. De hecho, cierta recuperación del sector automotriz se debía una mayor demanda de Brasil, hacia donde van el 80% de las exportaciones de este sector.
Otra preocupación viene de la necesidad del país de financiarse en el exterior. Una crisis en el país vecino puede generar una retracción de capitales para la región y un mayor costo de financiación, que obligaría a apurar un ajuste fiscal hoy demasiado gradual.
El salto que pegó el dólar ayer hasta casi $ 16,30 no debería sorprender pero tampoco preocupar. Es probable que en pocos días eso motive mayor entrada de divisas y vuelva a replegarse hasta los niveles previos. De todos modos en este nivel no es preocupante ni recupera paridad perdida, solo se pone en posición similar a la que tenía a comienzo del año.
Cuando un socio grande tiene problemas, siempre hay que esperar repercusiones en el propio mercado. Veremos a profundidad y extensión que alcance esta crisis de corrupción como para dimensionar el verdadero daño.