Con 18 muertos, 13 a manos de barras bravas y el primer futbolista federado entre las víctimas fatales, la violencia en el fútbol atravesó a sangre y fuego 2014 pese a mantenerse la veda para el público visitante. Otro año más pasó sin que los gobiernos nacional y provinciales logren poner coto a los violentos, con lo cual da muestras de que la prohibición de asistencia de los hinchas como visitantes no logra frenar la violencia. Mientras las muertes se dan en las calles, cuatro partidos que definieron tres ascensos se jugaron en medio de los silencios de canchas vacías.
La violencia se extiende en clubes grandes a chicos y de grandes centros urbanos a los pueblos.
La impunidad con que se mueven los barras quedó explicitada en la turba de más de cien integrantes de una facción disidente que entró con palos y facas a la confitería y gimnasios de River para atacar a los miembros de la barra oficial, a los que la dirigencia permitía el ingreso y uso de las instalaciones. Fue el 25 de noviembre.
Respecto de Independiente, de la pelea franca que le dio Javier Cantero, eyectado por la crisis deportiva e institucional, a la alfombra roja que le tendió la dirigencia encabezada por Hugo Moyano, como permitirles jugar un picado en el Libertadores y hacer una parrillada convocada por Pablo “Bebote" Álvarez, tal cual publicó por estos días en red social. Es el mismo jefe de barra que fue expulsado de Brasil durante el Mundial tras burlar un par de veces a sus autoridades.
También hubo asados de barras en Lanús, dos días antes de otro asesinato, y baile en Banfield. En Boca la tensión no termina.
Se terminó el fútbol pero la violencia siguió hasta la misma madrugada de Navidad, con un muerto en un choque entre miembros de distintas facciones de la barra de Lanús. El gobierno dice que el AFA plus va a ser la solución a la violencia. Por ahora, la violencia sigue y 2014 dio muestra de ello.