Frutos tropicales: un negocio que ya genera U$S 300 millones

El sector tiene un fuerte desarrollo en el NEA y el NOA. La producción apunta al mercado interno. Pretenden sustituir importaciones y lograr exportar.

Frutos tropicales: un negocio que ya genera U$S 300 millones

Los frutos tropicales y finos avanzan en el país. También llamados exóticos, incluyen mangos, kiwis, papaya, lychee, arándanos (sólo estos dejan U$S 110 millones en ingresos por exportaciones) y otros berries, más peras asiáticas, también bananas, entre otros, arman un negocio local de unos U$S 300 millones. Según los especialistas, son productos cuyo valor mayorista va de 1 a 5 dólares por kilo y es de hasta 10 dólares en el segmento minorista.

La producción nacional está liderada por el NOA, seguido por el NEA y el sudeste bonaerense. La idea de sus productores es sustituir importaciones y alimentar una demanda creciente, pujando por un lugar en las góndolas y el paladar de los argentinos. Los que saben dicen que, por estos lares, calidad y sanidad son óptimas.

Según datos del INTA, la actividad tiene fuerte impacto en las economías del NOA y del NEA. Entre ananá, papaya, palta, banana y mango el total de producción en esas regiones es de 115.350 toneladas. Alrededor de 30% de estos productos se exporta. El consumo interno es de 5 kilos anuales por habitante en el país.

“En el NOA contamos con 3.500 hectáreas de bananos, 350 has de mangos, 200 has de paltas, 70 has de papayas y 25 has de maracuyá, todos cultivos en expansión realizados a pulmón por casi 200 productores de la zona”, indicó José Luis Checa, de la Asociación de Productores de Frutas y Hortalizas de Salta.

Con el apoyo del INTA Yuto, de consorcios de riego, de asociaciones de productores y del Programa de Servicios Agrícolas Provinciales (Prosap), el sector va creciendo en la región. “Las frutas tropicales son generadoras de mucha mano de obra, ya que las operaciones que demandan las plantaciones se realizan artesanalmente. La actividad es una herramienta importantísima para el desarrollo de las economías regionales. Otra gran ventaja de estos cultivos es la sustitución de importaciones”, manifestó Checa.

En la Argentina, el arándano, el kiwi y algunas frutas tropicales experimentan una etapa de expansión, según el INTA.  Mientras el arándano se orienta a la exportación, el kiwi se destina principalmente al mercado interno. La banana y el mango son los principales cultivos tropicales de una cadena en la que predominan los productores chicos y familiares, con difícil acceso a la tecnología.

Enrique Sánchez, coordinador del Programa Nacional de Frutales del INTA, expresó: “Los cultivos tropicales tienen abierta la posibilidad de expansión si se trabaja en un plan estratégico regional con el apoyo concreto tanto del gobierno nacional como de los gobiernos provinciales”.

La producción argentina de kiwi es una de las de mayor rentabilidad y potencial de crecimiento. Si bien su superficie se duplicó en la última década, cerca del 60% de la fruta que se consume es importada. Actualmente se estiman unas 800 has de kiwi, de las cuales cerca del 50% está en el sudeste de la provincia de Buenos Aires.

En 2012, se creó la Cámara de Productores de Kiwi de Mar del Plata, con la colaboración del INTA y, en los últimos años, la intervención del organismo permitió ajustar los índices de cosecha, prolongar su período de almacenamiento, hasta unos 6 meses -y así competir con el kiwi italiano en contraestación-, reducir pérdidas y mejorar su calidad. Si bien hoy la producción apunta a abastecer al mercado local, “en el plano mundial hay una demanda insatisfecha muy importante, por lo que hay altas posibilidades de crecimiento”, afirmó Alejandra Yommi, del INTA.

En cuanto al arándano, luego de una crisis que retrajo la producción, la superficie implantada -que a comienzos de la década era de 400 hectáreas- alcanza hoy las 2.600. Las principales áreas de cultivo están en Buenos Aires, Entre Ríos y Tucumán, donde se concentra más del 90% de la superficie nacional. Según la Asociación de Productores de Arándanos de la Mesopotamia Argentina, el ciclo 2014 cerró con 16.500 toneladas, una suba del 30% con respecto a la anterior, por un valor de U$S 110 millones.

Para María Fernanda Rivadeneira, del INTA Concordia -Entre Ríos-, dejó de ser una alternativa y se consolidó en la región. “La producción del NEA significó cerca del 50% del volumen exportado de arándanos, con un 35% de la superficie”, afirmó. Según el censo 2014 de la Asociación de Productores de Arándanos de Tucumán, con 1.026 has de plantaciones, la provincia superó a Entre Ríos y se posicionó como el polo productivo de mayor superficie de la Argentina.

Frutasia es uno de estos emprendimientos innovadores dedicado a la producción y comercialización de frutas exóticas. Se encuentra en la provincia de Formosa, en la localidad de Naick Neck, donde produce, en un campo de 100 hectáreas, frutos provenientes de lugares como Singapur, Taiwán, Islas Fidji, China, India, Nueva Zelanda y otros países asiáticos.

Allí, a 150 kilómetros de la capital formoseña, están Sian Yue Cheng (José, para los amigos) y su familia. En 2000, con una inversión inicial de U$S 500.000, se largaron a cultivar mango, guayaba, papaya, lychee, star fruit (fruta estrella o carambola), dragon fruit (tuna cabeza de dragón), maracuyá, sandía sin semilla, lima y jack fruit. La “niña bonita” de Frutasia es el mango.

“Todo llega a Buenos Aires, a las verdulerías, hoteles y restaurantes”, comentó Cheng, quien hace 25 años vino de su Taiwán natal y se radicó en la Argentina. Estos productos también se exportan a Japón, Taiwán, Alemania, Francia, España y Suiza. Además, se les suma valor mediante la elaboración de jugos y dulces.

Julio Babiez es uno de los pioneros de estos cultivos en el NOA. Con su su hijo Sebastián, conducen desde hace 15 años un campo en Orán de 130 has de mango, 250 de banana y, desde hace 2 años, entre 4 y 5 hectáreas de papaya.

Sobre la papaya, dijo que “es fácil de producir, con una muy buena rentabilidad, una demanda en expansión y poca necesidad de usar insecticidas u otros productos porque las enfermedades son pocas”. Cientos de casos se multiplican como hongos por el país. Haría falta un libro para contarlos todos.

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