Fredy Massad: El crítico estrella de la arquitectura

Entrevistamos a un argentino radicado en España cuya mirada está puesta “en la viga”.

Fredy Massad: El crítico estrella de la arquitectura
Fredy Massad: El crítico estrella de la arquitectura

Por Victoria Navicelli

Durante octubre Mendoza fue escenario de uno de los eventos más importantes de América Latina: el Mundaneum, el encuentro de arquitectura, urbanismo y diseño reconocido a nivel mundial en el que profesionales de estos campos intercambian conceptos y experiencias con buscadores de nuevas tendencias.

El corazón de Cuyo recibió la edición número XIV y lo hizo en el complejo de las naves Cultural y Universitaria. Durante cinco días consecutivos la provincia se transformó en la meca itinerante recibiendo a arquitectos, diseñadores y pensadores de diferentes partes del mundo que se hicieron cita para hablar sobre urbanismo, tecnología y sustentabilidad.

Uno de los personajes que sorprendió en Mundaneum es un argentino radicado en España quien, luego de titularse como arquitecto, emprendió su carrera profesional en el país europeo haciendo una visión crítica de obras y edificaciones. Fredy Massad no solo expuso, sino que se dio el gusto de participar activamente del foro internacional que, este año, cumple 20 años.

Con paso tranquilo y mucha amabilidad, Fredy se acomoda para entablar una charla que pretende conocer qué hay detrás del "crítico estrella" del mundo de la arquitectura. ¿Crítico? Es la primera consulta, a la que él, con total soltura y una sonrisa sincera responde con entusiasmo: "No soy el único… Somos muchos". Como buen observador de los espacios, nota que la sala elegida "necesita aire y luz natural" lo que, automáticamente, lo lleva a abrir una de las puertas que da al espacio verde de la Nave Cultural brindando así un escenario acogedor para llevar adelante la entrevista.

Fredy… Parece el nombre de un amigo de la infancia, y así se muestra: una persona sencilla y con tono amigable predispuesto a compartir su experiencia "criticando" obras. Es arquitecto egresado por la Universidad de Buenos Aires, también docente de la asignatura 'Teoría y Crítica de la Arquitectura' en School of Architecture de la Universitat Internacional de Catalunya (Barcelona),  profesor invitado ad honorem de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires y, Profesor invitado de la Vilniaus Dailès Akademija de Vilna, Lituania. En el mundo de los medios de comunicación es responsable del blog de arquitectura "La viga en el ojo" de la edición digital del periódico español ABC, también realiza colaboraciones en medios especializados internacionales.  La pasión por  los edificios y  monumentos lo llevó a escribir "La viga en el ojo. Escritos a tiempo" (2015) y Crítica de choque (2018). En la actualidad está gestando una nueva publicación: Arquitectura y Populismo.

¿Qué es ser crítico de arquitectura?

Empecé escribiendo sobre arquitectura. Nunca pensé dedicarme a esto hasta que me di cuenta que opinaba sobre arquitectura y sobre cosas que sabía dentro de este campo.

Empecé hace 27 años, cuando terminé mi carrera. Escribía y publicaba contenido en una revista de Buenos Aires, en aquel entonces se llamaba “Summa”, ahora es “Summa +”. En ella hacia entrevistas, hablaba sobre edificaciones, hacia crónicas... Cuando decidí mudarme a España, lo tomé como una fuente de trabajo.  Ahí me di cuenta que tengo opinión y que me interesa cambiar algunas cosas o aportar en este campo.

¿Y qué valor le das a la palabra "crítica"?

La palabra “crítica” está muy manoseada en todos los ámbitos. Lo que hago es poner en valor la idea de que cada uno tiene una opinión y la da. Trabajo desde hace 15 años en un diario de Madrid en el que hago una revisión de lo que está pasando en el mundo de la arquitectura no solamente española, sino también global, y en cómo los medios cuentan y ven la arquitectura.

¿Y los colegas cómo lo toman?

Algunos resisten (risas). La crítica (que se hace) no es a nivel personal, sino más bien a lo que está pasando. Luego, los edificios hablan por sí solos. Uno los cuenta, los analiza y opina sobre lo que está viendo.

¿Hay un tipo de género que te guste más a la hora de escribir?

Sí, me gusta mucho hacer entrevistas. Poder hablar con los protagonistas para ver qué es lo que está pasando y, también, intentar reflexionar no, solamente en el proceso de la arquitectura (que es poner un ladrillo sobre otro), sino el contexto en el que se da.

Para vos la arquitectura es pensamiento e ideología, ¿Por qué?

Creo que no se puede aislar a la arquitectura a la simple construcción de edificios (que es el rol del profesional). No se puede construir sin pensar, sin una ideología y un bagaje cultural, sino estamos haciendo sin reflexionar.

La arquitectura se considera una de las siete bellas artes, pero hoy en día es un servicio a la comunidad. Eso no quiere decir que tenga que dejar de ser bella, pero debe leerse en clase social y política. No hay otra forma de entenderla.  Ahí entra la crítica de intentar visionar y poner en cuestión cosas que están pasando. Yo hago una lectura social, cultural y política de la arquitectura.

¿A qué te referís con lectura política?

Es hacer una lectura de la arquitectura que tenga que ver con los propios habitantes y la construcción de la ciudad en la que viven.

De esta manera también podemos decir que la arquitectura tiene una función social.

Debe tenerla. A partir del siglo XX, debería ser más fuerte. No se puede construir arquitectura como un lujo. O sea, sí puede haber arquitectura como un lujo, pero tiene que servir para un propósito.

En los años 90 cuando se construye el Guggenheim de Bilbao considerado el primer edificio icónico de la era del final del siglo XX, se malentiende la arquitectura como si fuera moda o como si fuera solo arte, y se hace arquitectura solamente por el hecho de hacer arquitectura. Es especulativa formalmente. Si bien el Guggenheim me parece un muy buen edificio, lo que se desprende de todo eso  es la construcción que nadie usa (museos, salas de conferencia, entre otros).

Creo que la arquitectura debe tener un carácter social siempre, pero eso no quiere decir que sea arquitectura para pobres. Además, la arquitectura para pobres no debe ser arquitectura para pobres, debe ser una construcción digna, que tenga una buena espacialidad para vivir: que esté pensada.

El movimiento moderno pensó en todas estas cuestiones y se puede hacer arquitectura con bajo presupuesto, pero con mucha inteligencia. Y eso es la arquitectura social, y no solo refiere a casas, también a hospitales, escuelas y demás edificaciones.

En el diario español ABC tenés tu blog "La viga en el ojo" en el que, entre otros temas,  hablás de "populismo". ¿A qué te referís?

Cuando hablo de “populismo” me refiero a lo que ocurrió a partir de la crisis del hemisferio norte, especialmente en 2008, cuando provocó que la construcción en Europa no se pare, pero se ralentice bastante. Entonces los medios que hablaban sobre arquitectura comenzaron a buscar nuevos personajes para publicar en sus revistas. Estos personajes ya existían y se leía en ellos un mensaje populista, porque no se hablaba solamente de arquitectura, sino que se hacía desde una cuestión emocional.

Un ejemplo que siempre rescato es el del arquitecto chileno Alejandro Aravena que construyó unas viviendas supuestamente sociales y que hace una lectura populista de la arquitectura. O sea, le vende a la gente la posibilidad de transformarse en clase media cuando lo único que está haciendo es dejarlos pobres y mal trechos. Hay un mensaje populista de la arquitectura que tiene que ver con el tiempo en el que vivimos, no es ajena a los fenómenos populistas globales.

También hablas con la participación ciudadana, esta idea del destinatario de la construcción…

Yo creo que la arquitectura se tiene que hacer para el que la va a habitar. Muchos de los edificios que se hicieron y que nadie usa, es porque nunca se preguntó a los habitantes qué es lo que querían.

Pero, también hay una versión de la participación ciudadana que hace que la arquitectura se haga muy lenta. Esto no pasa en Argentina ni en países del hemisferio sur, pero en aquellos donde esta intervención es importante hacen que los edificios se eternicen. Creo que hay que buscar un punto medio.

El arquitecto no solo tiene que escuchar al cliente, también tiene una autoridad como profesional que es. Y, cuando ocurre en la ciudad, es bueno hacer consultas para actuar en sentido común y, además, conocer las necesidades de la gente.

¿Y sobre la idea de arquitecto cabecera?

Es una buena idea. Quien lo planteó por primera vez fue el arquitecto argentino Rodolfo Livingston, en los años 70´. Él planteaba que hay muchas formas de ser arquitectos, se refería a un profesional que esté más cerca de las personas y de la comunidad. Esta idea es atender lo próximo, es una forma que se dejó de lado, incluso se infravaloró.

En la facultad te educan para ser un gran arquitecto…y, la verdad, es que hay lugar para todo y esta idea es trabajar en comunidad, escuchando y viendo cuáles son los problemas próximos de la gente.

Un arquitecto que destaques

Un arquitecto español, Enric Miralles.

¿Una obra que te sorprenda en Argentina?

El Teatro Municipal General San Martín de Mario Roberto Álvarez, ubicado en la zona céntrica de Buenos aires, en la Avenida Corrientes. Un edificio del siglo pasado que resulta muy interesante.

¿Una obra de otra parte del mundo que te sorprenda?

El Museo Solomon R. Guggenheim, conocido como El Guggenheim, de Nueva York. Otra es el High Line, un parque urbano elevado construido sobre una antigua línea de ferrocarril, también en Nueva York.

¿Y en Mendoza?

No pude recorrer mucho aún, pero el edificio municipal de Ciudad es muy bueno.

Errores que comenten los arquitectos

El peor error es la soberbia y no escuchar a las personas. No es un error cómo construyen los edificios, sino cómo construyen su personalidad.

¿Una ciudad para vivir?

Barcelona, es mi preferida. Mendoza también, es una ciudad escala media que permite desplazarse por diferentes sectores: Tiene árboles, una sombra hermosa y resulta cómoda.

¿Y para visitar?

Nueva York.

¿Un tipo de construcción que destaques?

Eso va a depender del lugar. Cada tipo de construcción debe responder a las necesidades del lugar ya sea que se pueda utilizar materiales ecológicos o no. La globalización está bien, pero en arquitectura a veces no funciona: cada proyecto se tiene que amoldar al contexto. Todas las técnicas son buenas adecuándolas al lugar donde se quiera implementar, cada una responde a una geografía y a una economía determinada. Es por eso que el profesional tiene que tener una lectura social.

¿Qué consejos les darías a los estudiantes de esta profesión?

Que estudien y se formen mucho. Que no se queden con las últimas fotos que ven en Pinterest o Instagram, que comprendan las ciudades donde viven, estudien cultura y que entiendan que la arquitectura no puede estar a la moda: Debe estar a la altura de los tiempos, pero no como algo descartable. Lo más importante es que tengan mucha cultura, eso les va  a dar libertad.

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