Franja de Gaza, una tragedia que nadie atiende

El mundo observa con resignación cómo la guerra continúa cobrándose vidas humanas sin sentido en una de las más convulsionadas zonas de Oriente Medio. La lucha en la Franja de Gaza entre Israel y la organización islamita Hamas parece no tener fin, según l

Franja de Gaza, una tragedia que nadie atiende

A prácticamente un mes del comienzo de los enfrentamientos, que llevaron a las autoridades de Israel a invadir Gaza con el propósito declarado de destruir la maquinaria bélica con la que Hamas ataca periódicamente su territorio, la necesidad de ayuda humanitaria ha ido creciendo en forma alarmante sin que toda tregua dispuesta al cabo de tensas negociaciones entre las partes haya resultado duradera y a la vez efectiva.

Recientemente, un cese de hostilidades dispuesto por el término de tres días fue desacatado por los israelíes e islamitas en cuestión de horas, como burlándose de la población civil que está destinada a ser una especie de rehén de los bandos en contienda.

Los resultados de esta tragedia están a la vista: casi dos mil muertos en un mes y un 15 por ciento de la población palestina de Gaza desplazada, es decir, hospedada como se puede en centros de las Naciones Unidas.

A esto hay que sumarles muchísimas personas más (adultos y niños) que se vieron obligadas a buscar asilo y refugio en otras casas de familia. La tragedia humanitaria se hace más elocuente si se tiene en cuenta el elevado número de menores muertos y heridos por los bombardeos israelíes y enfrentamientos callejeros.

Cada día crecen los datos oficiales de niños, especialmente, que requieren asistencia psicológica a raíz de la cruel realidad que les toca vivir. Ni qué hablar de los daños de infraestructura y de los efectos económicos.

Pero más lamentable aún resultan la indiferencia, por un lado,y la falta de celeridad de quienes políticamente tienen en el mundo capacidad y autoridad para salir al cruce de esta triste situación. Se necesitaba mayor decisión de los organismos internacionales para poner límite a la intolerancia de la guerra.

Los hechos hacen pensar que en determinadas oportunidades no es escuchada la voz de una mayoritaria parte de la población mundial que reclama no más derramamientos de sangre por causas que pueden ser atendidas previamente, incluida la acción insurrecta que, como en el caso de las milicias islámicas, puede llevar al descontrol que vemos en estos días en Oriente Medio.

Por ejemplo, nadie escuchó al papa Francisco, que hace un par de domingos hizo un apasionado llamado por la paz en el mundo. Si bien no hizo específica referencia al caso de Gaza, la expresión llegó luego de una de las tantas treguas que fracasaron en aquella zona.

Debe recordarse que semanas antes de que comenzara la ofensiva israelí, el jefe de la Iglesia Católica se había reunido en el Vaticano con el presidente de Israel y el titular de la Autoridad Palestina para acercar posiciones en un hecho notable de buena voluntad.

Similar a la del Papa hay a diario miles de voces que reclaman el fin de guerras como la que acontece en la actual de la Franja de Gaza, que sólo sirven para reavivar viejas diferencias y poner a prueba poderíos bélicos con  los que lucran muchas potencias mundiales responsables del criticable silencio.

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