De Mendoza a Buenos Aires. De Buenos Aires a Estados Unidos. De Miami a Pensilvania. Del calor al frío. Franco Soldati, un nombre totalmente relacionado con la adaptación. Charles Darwin, uno de los científicos más importantes de la historia, hubiera utilizado a este futbolista como modelo para explicar su teoría titulada "evolución como tal"; el mendocino cambió siempre de forma positiva amoldándose a todas las situaciones de transición que protagonizó a lo largo de su vida.
Pero, para poder introducirlos en el tema, existe una historia previa que hay que debe ser contada. Franco nació en Mendoza el 15 de septiembre de 1995. Se cruzó con el fútbol como la mayoría de los niños lo hacen en Argentina y lo transformó en su pasión. Pasó por dos escuelitas de fútbol y luego, arribó a Academia Chacras, el club que lo cobijó desde los diez años hasta su emigro al soccer estadounidense. Desempeñándose como delantero y, como él se describe, potente, rápido y con buen manejo de ambos perfiles, se consolidó en todas las categorías juveniles en las cuales formó parte.
Sin embargo, su vida podría haber tomado un rumbo distinto al futbolístico. Ni bien cumplió dieciocho años, la cruel realidad de Argentina tocó a su puerta; tuvo que elegir los estudios sobre la práctica deportiva, ya que en nuestro país resulta muy difícil transitar ambas etapas al mismo tiempo. Y él lo sufrió en carne propia: "Lo que yo noto acá, es que cuando vos terminas el colegio tenés que elegir. O estudias o jugas. Yo quería hacer las dos. En Estados Unidos es diferente, porque podes crecer como atleta y adquirir un título".
No obstante, Soldati nunca se conformó. Él tenía claro que quería practicar esa disciplina al mismo tiempo que transitaba una carrera universitaria. Y, gracias a unas pruebas que distintas academias norteamericanas realizaron en Tigre, Franco pudo mantener en vigencia su sueño.
"Estuve una semana ahí y me llegaron ocho ofrecimientos. Buscaban tanto nivel futbolístico como académico. Yo estaba dispuesto a eso y acepté la propuesta que más me convenció, que fue la de la Florida Memorial University, ubicada en Miami", manifestó el joven mendocino.
En 30 días, Soldati tuvo que prepararse para dejar el lugar que lo vio nacer, crecer y desarrollarse para viajar a un sitio completamente distinto lejos de sus seres queridos. Pero Franco no lo vio así. "Era un desafío nuevo, pero no me costó adaptarme. Llegué allá y mi primera impresión fue de satisfacción. Las canchas eran billares. Te cuidaban, te mimaban y todo era ordenado", aseguró el atacante de 21 años.
Como se recalcó anteriormente, Soldati no es conformista. Cuando culminó la primera temporada, el mendocino intentó cambiar de aire en busca de nuevos retos, pero no tuvo suerte. Luego, tras dos años de buen rendimiento en la Liga NAIA (la Asociación Nacional Atlética Intercolegial, en la que forma parte la segunda división de fútbol universitario), a Franco le llegó la propuesta que esperaba: escalar a la primera categoría (NCAA: Asociación Nacional Atlética Universitaria) en un ámbito con mayor nivel en relación a los estudios. El contacto llegó desde Pensilvania: la Mercychust University le ofreció a Franco una importante beca que difícilmente se podía rechazar. Las mejores condiciones académicas y un salto en lo futbolístico lo llevaron al delantero a aceptar la propuesta.
"Me vieron, me llamaron y me hicieron el ofrecimiento. Ellos vinieron a jugar a Florida y, ese día, marqué un gol y parece que les gusté" dice Franco, entre risas.
"Me dijeron que quedaban pocos cupos y que tenía dos semanas para responder. No lo dudé; a los siete días ya había firmado el traspaso. Yo estaba buscando un cambio y me intereso que sea uno o dos escalones más de lo habitual. Soy así, necesito progresar y me voy poniendo metas. Aunque esté cómodo, si sé que hay algo mejor voy a buscarlo", argumenta, sin escatimar, el joven que estudia Negocios Internacionales.
El delantero, en su visita reciente a Diario Los Andes.
A pesar de que el fútbol norteamericano no sea de los más competitivos, la camiseta, sea del club que sea, tiene un peso. En este caso, es lo académico lo que le suma unos cuantos kilos. A pesar de ello, Franco supo desenvolverse de forma excelente a tal punto de ganar, en el semestre pasado, un reconocimiento por ser el alumno con el mejor promedio de su camada. Y también, como describe él mismo, coronó esos seis meses con una estrella: obtuvo un diploma en un curso de la Universidad de Harvard que duró noventa días.
Lejos del pudor que puede tener un joven de 21 años, Soldati proyecta a futuro y piensa más allá de lo que tiene a su alcance. Su objetivo es culminar la etapa universitaria con tres variables sobre la mesa: la posibilidad de realizar un Master en Harvard, obtener una visa de trabajo e ingresar en una empresa, o ser 'drafteado' en la Major League Soccer (que es el método por el cual los la primera división estadounidense seleccionan a los futbolistas que les interesa tener en su equipo, en un evento en el cual acuden todos los entrenadores de dicha categoría).
A pesar de estar lejos de su familia, el mendocino los tiene siempre presentes: "Sin ellos yo no viviría esto. Se extraña, pero al tener los días tan ocupados, podes distraerte un poco". Fanático de Lionel Messi, se le iluminan los ojos de hablar de su gran ídolo: su papá. "Él hizo un esfuerzo muy grande para que yo pueda jugar y estudiar. Estoy muy agradecido y lo voy a estar siempre", declara Franco al respecto.
Lo interesante de esta historia es el cruce entre dos mundos que nosotros vemos como distintos. El fútbol y el estudio, normalmente, no van de la mano. Sin embargo, uno puede ser el puente para acercarse al otro. Franco Soldati es el claro ejemplo de la unión de estos y que, mediante el sacrificio, el esfuerzo y la constante adaptación, las metas son alcanzables.
Ahora, el mendocino espera por su nuevo desafío, que tendrá lugar en la Mercychust University de Pensilvania y comenzará en agosto de este año.
Franco comparte su tiempo estudiando en la universidad norteamericana.