El papa Francisco cerró ayer su visita a Nueva York llamando a la esperanza y la solidaridad en una misa en el Madison Square Garden ante 20.000 personas, algunas emocionadas hasta las lágrimas.
Tras un día y medio de intensa actividad en la ciudad más grande de Estados Unidos, tierra de adopción de millones de inmigrantes, el papa habló en español para rendir homenaje a la diversidad de las metrópolis, pero subrayando también sus "desafíos".
"En las grandes ciudades, bajo el ruido del tránsito, bajo 'el ritmo del cambio', quedan silenciados tantos rostros por no tener 'derecho' a ciudadanía, no tener derecho a ser parte de la ciudad, los extranjeros, los hijos de éstos (y no solo) que no logran la escolarización, los privados de seguro médico, los sin techo, los ancianos solos", dijo.
En ese sentido, invitó a los neoyorquinos a salir al encuentro de sus prójimos: "Vayan, una y otra vez, vayan sin miedo, sin asco, vayan", afirmó.
Algunos fieles habían esperado horas para poder asistir a la misa a raíz de las draconianas medidas de seguridad.
"Vayan, una y otra vez, vayan sin miedo, sin asco, vayan", afirmó.
Pero la atmósfera era de euforia, como en cada etapa de la agenda del papa de 78 años, recibido por una multitud entusiasta el jueves por la tarde en la Quinta Avenida y ovacionado por unas 90.000 personas en una procesión en Central Park este viernes.
En el Madison Square Garden, dio una vuelta en un vehículo de golf antes de la misa deteniéndose para bendecir a algunas personas.
Francisco concluirá su visita a Estados Unidos el domingo en Filadelfia.