El Papa Francisco instó ayer a la Iglesia “a abrirse al mundo”, durante la misa de inauguración, en la plaza de San Pedro, del Jubileo “de la misericordia y el perdón”, en un momento significativo de su Pontificado.
Al término de la misa, el Papa abrió en forma solemne y hablando en italiano -y no en latín como es la tradición- la puerta santa de la basílica, que permanecía sellada desde hace 15 años.
Al ritual asistió el Papa emérito Benedicto XVI, de 88 años. Así, por primera vez en la historia, dos papas inauguraron un jubileo.
La ceremonia, a la que asistieron unas 70.000 personas, estuvo marcada por las imponentes medidas de seguridad alrededor del Vaticano y en el casco histórico de Roma, tomadas tras los atentados de París que el 13 noviembre costaron la vida a 130 personas. El Papa, de 78 años, con el rostro serio y algo cansado, celebró primero la misa desde un altar instalado frente a la explanada ante cientos de cardenales, obispos y sacerdotes, además de fieles, muchos de ellos provenientes de toda Italia.
“Hoy cruzando la Puerta Santa queremos también recordar otra puerta que, hace 50 años, los padres del Concilio Vaticano II abrieron hacia el mundo. Fue un verdadero encuentro entre la Iglesia y los hombres de nuestro tiempo”, dijo. Para el Papa fue “un impulso misionero” para que la Iglesia “vuelva a tomar el camino para ir al encuentro de cada hombre allí donde vive: en su ciudad, en su casa, en el trabajo”, dijo. Francisco invitó a la Iglesia a recuperar el “espíritu del samaritano”, para salir a proclamar la alegría del amor al mundo, el perdón y la reconciliación.
Tras el fin de la ceremonia, se proyectaron imágenes de distintos lugares de la Tierra tomadas por maestros como el brasileño Sebastiao Salgado o el francés Yann Arthus-Bertrand.
Miles de espectadores vieron cómo la basílica reflejaba las imágenes de maravillas naturales como un desierto africano o unas ballenas nadando en el mar, pero también de un cementerio de autos o de un bosque devastado por la deforestación.
Con ese inédito espectáculo, el Papa desea lanzar también un llamado al mundo para que se comprometa en la lucha contra el calentamiento global, en momentos en que se lleva a cabo la conferencia mundial sobre el clima en París. “Salvar la Tierra es salvar también a los pobres”, suele decir el Pontífice.
Una larga procesión de cardenales, obispos, sacerdotes, religiosos y laicos atravesaron luego la puerta y desfilaron hacia la tumba de Pedro, el fundador de la Iglesia.
“Deseaba estar aquí porque se trata de un mensaje de paz que el jubileo quiere transmitir en este momento de inestabilidad en todo el mundo”, contó María, una señora siciliana entrevistada por la televisión pública Rai News.
“No tengo miedo, venció la emoción”, reconoció por su parte una joven estudiante de la isla de Cerdeña que se disponía a hacer fila para cruzar la Puerta Santa.
El Papa recordó que a quienes cruzarán la Puerta Santa durante el año del Jubileo, que concluye el 20 de noviembre de 2016, se les concederá el perdón de los pecados y la indulgencia plena.
Poco después, pronunció el ángelus desde la ventana del palacio apostólico y en la tarde rindió homenaje en la romana Plaza de España a la estatua de la Virgen de la Inmaculada Concepción. “Vengo en nombre de aquellos que vienen de tierras lejanas en busca de paz y trabajo”, dijo el Papa argentino, al saludar y abrazar uno por uno y en medio de aplausos a un grupo de ancianos y enfermos.
"Año Santo extraordinario"
El primer Año Santo de Francisco se celebra 15 años después del jubileo del año 2000 convocado por Juan Pablo II y tiene un carácter "extraordinario" a diferencia del "ordinario", que se organiza cada 25 años. Al menos 21 actos han sido programados con jóvenes, enfermos y presos, así como visitas privadas de solidaridad con pobres y olvidados. Francisco envió un mensaje particular a las mujeres con su anuncio en setiembre de que autorizaba a los sacerdotes a perdonar a las mujeres que han abortado.
Roma ha sido blindada por la llegada de miles de peregrinos con casi 3.000 agentes y militares desplegados en puntos claves de la ciudad y ha instalado más detectores de metales y videocámaras para vigilar la explanada de San Pedro, además de haber cerrado el espacio aéreo.
Cinco días después, el 13 de diciembre, por primera vez en la historia, las puertas santas de todas las catedrales del mundo serán abiertas: por primera vez en siete siglos no será necesario viajar a Roma para obtener la indulgencia plenaria.