Francisco “Paco” Bermúdez: el maestro detrás de escena

Como técnico de la Selección argentina, en los Juegos de Roma y también en Japón, impuso un sello propio para el boxeo nacional. El mendocino, que desplegó su vocación en el mítico gimnasio Mocoroa, firmó una declaración de principios y estilo sobre el ri

Francisco “Paco” Bermúdez: el maestro detrás de escena

"Usted todavía es amateur y tiene muchas cosas que aprender, pero si se cuida, se entrena y me hace caso, puedo hacer de usted un mejor boxeador y hasta quizá un gran campeón". recordó mucho tiempo después, en una entrevista concedida a Los Andes, Carlos Aro. Aquella voz, que guardaba un sincero color paternal, ahora le da indicaciones desde el rincón: "pegue y salga", repite.

El viernes, 26 de agosto, el boxeador lujanino tiene su primera prueba sobre el ring del Gimnasio olímpico en la capital de Italia. Se mueve con gran agilidad, interpretando una danza que comenzó a ensayarse -mucho antes-, en el ahora lejano y mítico “Mocoroa”. El húngaro Lajos Baranyai no entiende lo que sucede tras el sonido de la campana, su esgrima tosco y rudimentario, pero poderoso; queda en deja, vulnerable. Carlos Aro logra una clara victoria -en la categoría pluma- y su clasificación  a la segunda ronda.

A comienzos de la década del cincuenta, Francisco Bermúdez golpeó por primera vez las puertas del mítico estadio Luna Park con la intención de humanizar el boxeo. El gran maestro, que en los Juegos Panamericano de México 1955 había debutado al frente de la Selección argentina, en Roma tiene un gran desafío. Demostrar en números su filosofía del deporte, que ya en Buenos Aires le había ganado -entre la prensa- el mote del “tira toallas”.

El escultor del movimiento
Don Paco, el constructor de grandes campeones, debió librar duras batallas para derribar los prejuicios sobre su boxeo clásico; un estilo depurado de movimientos, sin KO y también sin caídas. Bermúdez solía comentar que el diario "Crónica" titulaba: "Llega el tirador de toallas", por su repetida decisión desde el rincón de preservar la integridad del hombre y abandonar el castigo.

Fernando Francisco Bermúdez, que nació en calle Avellaneda del departamento de San Martín el 19 de agosto de 1913, era el cuarto hijo del matrimonio entre Manuel Bermúdez y Filomena Fernández, ambos inmigrantes españoles. Francisco había aprendido a boxear a los 12 años, en el club Firpo, presionado por su hermano mayor Manuel, molesto porque en el barrio lo trataban de “mantequita” y hasta de “cobarde”, porque nunca contestaba los agravios.

Desde la infancia compartió con igual entusiasmo la práctica del box y el fútbol, favorecido por su buen físico y excelente remate de media distancia; jugaba en la Primera división del club Jorge Newbery en la Intermedia de ascenso de la Liga Mendocina, hasta que una lesión en los meniscos de su rodilla derecha cuando tenía 21 años (1934) lo obligó a abandonar. En el fútbol, también fue preparador físico del club Andes Talleres y de la Selección de Mendoza que en 1950 ganó el título de campeón argentino (Copa Adrián Béccar Varela), la única en su historial.

Mientras que sobre el ring “Paco”, a los 18 años fue seleccionado para hacer guantes en el club de Gimnasia y Esgrima (de la calle Gutiérrez) en una exhibición con Justo Suárez, conocido como “el Torito de Mataderos”, y en 1932 se consagró campeón mendocino amateur como medio mediano, que era su categoría.

Segundos afuera 
Aquella voz vuelve a dirigir, a dar órdenes matemáticas. Paco, que había realizado la primaria en el Colegio Santo Tomás de Aquino y que se recibió de tenedor de libros, que fue empleado de comercio en su adolescencia se dedicó a la enseñanza del boxeo, su verdadera vocación, habla con el lujanino Carlos Aro.

El ruso Boris Nikanorov estudia los movimientos del mendocino, le recorta el espacio en el cuadrilátero e intenta cuidar la distancia preparando su cañón para un remate fulminante, que nunca llegará. Aro  busca puntuar, pero el estepario es más hábil.le costa todos los caminos al plexo y se lleva la victoria por 5 a 0.

Para Don Paco no es una derrota, es una demostración de su filosofía y creencias. Al frente del equipo argentino de boxeo, que sumó una de las dos medallas argentinas en Roma, firmó una poderosa declaración: “primero está el hombre”.

Don Paco y su cuadro de honor

Pasaron los años y una extensa trayectoria como docente del alma, más que del deporte le dejó a Don “Paco” Bermúdez un puñado de anécdotas memorables; como también un poco más de un decálogo de púgiles que reunió en una lista, casi por capricho considerando a sus 12 mejores pupilos, entre casi un total de 400 boxeadores, como la síntesis de medio siglo de trabajo en su entrañable gimnasio Mocoroa (1944-1993).

El “Intocable” Nicolino Locche, el campeón mundial del visteo y la destreza, es quien ocupa el primer lugar en esta nómina; lo sigue Gustavo Ballas, Luis Cirilo Gil, Francisco Gelabert, Jorge “Aconcagua” Ahumada, Manuel Ricardo “Cholo” González,  el olímpico Carlos Alberto Aro, Ramón Balbino Soria, y el alvearense Juan “Mendoza” Aguilar, que también supo ser olímpico, Pedro “Perico” Agüero, José Mario López y Raúl “Pavito” Vargas. Una nómina de talento y también de los mejores alumnos de la llamada “escuela mendocina”.

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