Ya estaba jubilado hacía poco más de una década, pero para muchos de los que pasamos una vida en Los Andes, Francisco Orsini, fallecido ayer a la edad de 79 años, era el recordado secretario de Redacción del matutino, y una figura siempre traída al presente con cariño y en ocasiones, consultado por su conocimiento y experiencia.
Entró joven al matutino de los Calle y realizó una carrera de más 40 años, atravesando las distintas etapas del escalafón periodístico, hasta convertirse en jefe de la Redacción durante mucho tiempo, y hasta el momento de su jubilación.
Dueño de una crónica concisa, precisa y florida, sus notas están volcadas en las páginas de cientos de ediciones del centenario diario, pero lamentablemente sin firma, porque él perteneció a una época cuando los redactores no firmaban sus artículos, sólo ocasionalmente.
Avezado en temas económicos, regionales, energéticos y de turismo, hubo una época, en los años '60 y '70, en que se le encomendó recorrer el país como cronista viajero. En esas entregas, a veces acompañado por el gran fotógrafo que fue Pedro Suzarte, reflejó con certera pluma los vaivenes y expectativas de un país que quería crecer y forjar un futuro.
Perteneció a dos momentos históricos de la Redacción del más que centenario matutino; en un caso, a aquélla romántica época de las máquinas de escribir, las teletipos y los antiguos teléfonos de discado manual.
En las aciagas horas en que era derrocado el presidente constitucional chileno Salvador Allende, setiembre de 1973, en un operativo periodístico que será recordado por su frescura e ingenio, logró establecer comunicación con el Palacio de la Moneda y conseguir detalles de cómo era derrocado el mandatario trasandino, mientras los tiros se escuchaban a través de la línea.
Luego vinieron los cambios tecnológicos en la prensa, que lo entusiasmaron de inmediato y tuvieron en él un eximio conocedor de la informática, manteniéndose actualizado aún después de jubilarse.
Cuando accedió a los puestos de conducción, siempre lo consideramos un jefe al que se podía tutear, pero no había que fallarle en el cometido de una tarea encargada por él; franco y de corazón abierto, era preferible no hacerlo saltar de sus casillas.
Y si no bastará evocar cuando se batió a duelo con un ex director de Turismo, en 1969, molesto con la crítica que Francisco hizo de la Fiesta de la Vendimia de entonces. La violenta ofensa del funcionario a los miembros de la prensa de ese momento podría haber sido olvidada o contestada con otro artículo más severo, pero el hombre que hoy despedimos se sintió tocado y le mandó sus padrinos.
El lance se cumplió, no hubo reconciliación y el episodio alimentó muchas charlas de café y madrugadas. Pero, Orsini, con pudor caballeresco, la guardo recatadamente en su interior y nunca quiso sacar partido del incidente.
Siempre será para quienes trabajamos con él, el emblemático secretario de Redacción, en un plano de identificación y amistad con los restantes conductores de la parte periodística, con Jorge Oviedo como director periodístico en esas épocas. Asimismo, en los años '70 y '80 estuvo al frente del recordado vespertino que tuvo Los Andes, El Andino, que dejó de imprimirse en los comienzos de 1983.
En los últimos años, su experiencia y conocimiento en determinadas temáticas fue requerida como opinión autorizada por la actual conducción periodística. Y escribía con la misma enjundia y corrección de siempre.
Pero, su salud se fue debilitando progresivamente y fue dejando en el olvido una apasionada existencia periodística, que sus hijos y su compañera, Analía Andrades, también periodista, sabrán atesorar en el corazón como un legado valioso y de renovada inspiración.