Una de las páginas más brillantes de la historia del boxeo mendocino la tiene escrita, sin lugar a dudas, Francisco Antonio Lucero, patronímico que seguramente será desconocido para muchos.
Pero si decimos que Francisco Antonio Lucero no es otro que “Kid Cachetada”, aquel genial pugilista de boxeo tan personal que abrió más de una polémica, entonces sí que todos los amantes del deporte de los puños sabrán a quien hacemos referencia.
Y la sola mención de Kid Cachetada será suficiente para que desfilen sus inolvidables combates en el improvisado estadio de la calle Belgrano y Necochea, en la Sociedad Cristóforo Colombo de Godoy Cruz de calles Acción y 9 de Julio, en el desaparecido estadio Babilonia de calle San Juan y más tarde en el más famoso cuadrilátero de esta parte del continente, el Luna Park.
"Después de la derrota que José García sufrió en manos de Zocco, más de un aficionado insinuó que nuestro box se había aplastado frente al contraste del favorito. Sin embargo, sin creer que García haya declinado para siempre, entendemos que el aficionado mendocino ha consagrado un nuevo favorito en Kid Cachetada. Las demostraciones de júbilo que recibió el joven púgil de parte del público fueron un rebote directo de la impresión que produjo en la concurrencia su performance. Si lo aficionados lo han impuesto ya como favorito, Kid Cachetada bien se lo merece", publicaba Los Andes el 11 de diciembre de 1934 bajo el título "Tiene nuestro box un nuevo favorito en Kid Cachetada".
Hay que recordar que estuvo 8 meses postrado en Chile afectado de una nefritis aguda, de la que se salvó realmente de milagro. Nadie entonces pensó que Kid Cachetada pudiera volver al ring, pero su fortaleza, esa misma que le permitió que salvara su vida, lo puso nuevamente sobre la lona para realizar esa segunda campaña que llenó de admiración al país entero.
Su infancia a orillas del Canal Zanjón en Guaymallén, junto a la Feria, donde sostenía hasta nueve peleas por día. Allí recibió su primer apodo, el de "Brujo zanjonero", tal era su habilidad para mover las manos.
Y llegaron sus 15 años, y junto con ellos su ingreso al desaparecido Club San José, donde uno de los notables propulsores que tuvo el boxeo mendocino, don Pedro Dellarole, le enseñó a Francisco Antonio Lucero, Kid Cachetada, todos los secretos del arte de la defensa personal.
Kid Cachetada, apodado así por la poca potencia en su pegada, que se asemejaba más a una cachetada que a un golpe, sostuvo más de 300 combates como aficionado, y a pesar de lo dilatado de su campaña y de sus notables virtudes como boxeador, nunca pudo ser campeón argentino.
Cuando más cerca estuvo del título fue en 1936, año en que perdió como semifinalista frente a otro grande del boxeo argentino, Oscar Casanovas. Pero, en Mendoza sí tuvo la satisfacción de ser el campeón en distintas categorías: gallo, pluma, liviano Siempre llevado de la mano por don Pedro Dellarole, su gran maestro.
Como amateur, las apuestas de box lo empezaban a dar como favorito. Esto hizo que "El Kid", comenzara a ganar dinero. Su situación económica mejoraba. Entonces podía permitirse tener algunos lujos, como trajes nuevos, comer bien y bailar unos tanguitos de D'Arienzo.
Don Pedro lo cuidaba para que no se excediera en la diversión. Los combates se hacían cada vez más fáciles y los contrincantes iban cayendo a la lona por knock-out y así obtenía el primer campeonato en la categoría mosca.
Este período de diez años fue tan exitoso que llegaría el momento de buscar un campo más amplio. Ya era tiempo de que "Kid Cachetada" entrara a ser parte del profesionalismo.
En 1939 se produjo su ingreso al profesionalismo. Un improvisado ring en un amplio paraje de calles Belgrano y Necochea (hoy está allí el edificio de Nevada y el Carrefour) sirvió de escenario para el debut frente al sanjuanino Roberto Henz (Max Schmeling, apodado así por su gran parecido con el pugilista alemán que fuera campeón del mundo). Después enfrentó al Chino Buides Mora, Higinio Núñez, Roberto Carrillo, Aaron Novina, Domingo Zacco, Iglesias, Valentini y muchos más.
Después llegó el tiempo de Chile, donde la enfermedad casi lo noquea. "El médico vino a verme al hotel y me dijo que si me movía de la cama me moría", contaba.
Después de una larga recuperación de ocho meses postrado, volvió a Mendoza y tras un año de entrenamientos se produjo la reaparición. Ocurrió en el estadio Babilonia y fue frente al porteño Jorge Mayorano, a quien derrotó por puntos.
Su noche consagratoria fue frente al medio mediano Mario Díaz. El combate, cuyos últimos tres rounds se desarrollaron en medio de una pertinaz lluvia, terminó empatado, aunque los mayores méritos fueron para el mendocino.
De allí saltó al Luna Park, primero en combates de mediofondo y después en las estelares como con Conrado Vera, Sebastián Romano, Alfonso Senatore, Amelio Piceda, Ricardo Calicchio, a quien le disputó el título de campeón argentino pero la pelea terminó empatada, y Eduardo Lausse. Estuvo luego en Uruguay y en 1953 se despidió de la actividad.
Se lo recuerda siempre por sus clases en una carpa de las playas de Mar del Plata, en donde enseñaba a boxear a los turistas. Se radicó en Buenos Aires.