Francisco en América Latina

La persona humana, la familia y un Estado pendiente del bien común son aspectos que también animan al cooperativismo rural.

Francisco en América Latina
Francisco en América Latina

Recordamos que los pilares del pensamiento social cristiano en los que tanto hincapié hace el papa Francisco son los mismos que animan al cooperativismo rural. Ellos son: la persona humana, la familia y un rol del Estado en función del bien común y no del bien particular.

La persona humana. Creemos en la fecundidad social de estos tres fundamentos. Primero, la persona humana y su dignidad por encima de la política, de la economía y sobre toda forma de gobierno. 
Y la ruralidad dentro de los derechos, pues toda persona que vive en el campo tiene derecho a una infraestructura digna, con caminos, comunicaciones, escuela para sus hijos, los servicios necesarios para desarrollar una labor tan noble y sacrificada como la agricultura, de la que luego la ciudad disfruta. En este sentido, creemos que la ruralidad debe tener cero desnutrición.
El contrasentido es que hay acceso fácil en las ciudades a bienes suntuarios de toda naturaleza y tanta dificultad en el campo para aquellos que los generan, como las pymes y los pequeños productores. Es un desprecio primario que rechaza el papa Francisco, quien critica a una sociedad que descarta las cosas simples y con sentido profundo, como las virtudes y su dimensión espiritual; simultáneamente, promociona una sana alimentación.

El rol de la familia y de las instituciones intermedias. La familia, como escuela de vida, no debe sufrir el flagelo de la pobreza. No hay derecho a la humillación y la política de derechos humanos debe basarse en que toda persona sea libre, tanto físicamente como de plagas sociales tipo la droga, el alcohol y otros vicios que azotan a la sociedad y a los jóvenes. El Papa se dirige a ellos en muchas de sus alocuciones, animándolos a que sean virtuosos y "hagan lío", a que tengan la iniciativa de crear una sociedad más justa, más solidaria…

Un Estado presente. En tercer lugar el Estado como gestor del bien común. El mercado en soledad es sanguinario, no alcanza a defender a la persona ni al productor. Triunfan los intereses del sector que más fuerza tiene. El papa Francisco habla de la "sociedad del descarte" cuando se deja que el mercado funcione solo y no intervenga el Estado para velar por los que menos tienen. 
El papa Francisco menciona que la clave es la igualdad de oportunidades, y ahí debe estar el Estado velando por esa virtud tan hermosa que es la justicia social, a fin de que todos puedan tener la misma oportunidad ya que todos somos igualmente dignos a los ojos de Dios.
El otro pilar está fundado en las organizaciones sociales y los cuerpos intermedios, es decir fomentar que el tejido social se vea enriquecido no por la concentración empresaria del liberalismo ni la concentración de un Estado autoritario, expresión del socialismo que conlleva el avasallamiento del papel de las minorías.
Las organizaciones gremiales, las empresarias, lo público y lo privado deben estar juntos para construir el bien común, que no es la suma de bienes individuales sino la igualdad de oportunidades para que fundamentalmente haya movilidad social. Así una persona no quedará condenada por toda la vida y de generación en generación a ser indigente, sino que se le dará la oportunidad de crecer como individuo, y con él también la familia.

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