No es fruto de la casualidad ni por una decisión unilateral de alguna de las partes. Sucede que varios presidentes latinoamericanos viajaron a Europa para participar, en Roma, de la Conferencia de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación; y luego, en Bruselas, de la Cumbre que la Unión Europea celebrará con la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, para estrechar lazos de cooperación económica.
En ese marco, y aprovechando la estadía en la capital italiana, es que tres presidentes de esta parte del continente: Michelle Bachelet, Cristina Fernández y Nicolás Maduro, solicitaron reunirse con el papa Francisco.
La respuesta del Estado Vaticano fue positiva y tanto la presidenta de Chile, como la de la Argentina y el jefe de Estado de Venezuela, mantendrán audiencias por separado con el Sumo Pontífice.
Es más que evidente el interés del Santo Padre por lo que sucede en esta parte del mundo. Durante el último mes han pasado por el Vaticano el presidente de Ecuador, Rafael Correa, y el mandatario cubano, Raúl Castro. También se reunió con el ex presidente de Uruguay, José "Pepe" Mujica y para julio está prevista una reunión con el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos.
Este mes Francisco realizará su segundo viaje a América, con visitas a Bolivia, Ecuador y Paraguay y ya ha anunciado que en 2016 visitará Chile, Argentina y Uruguay.
En el caso específico de la Argentina, será la quinta oportunidad que la jefa del Estado se reúna con el Sumo Pontífice y es muy probable que surja algún tipo de cuestionamiento, si tenemos en cuenta que los argentinos nos encontramos en un período preelectoral.
Esto implica también que Cristina Fernández deberá ser cauta en sus apreciaciones, más aún si nos atenemos a lo sucedido en anteriores oportunidades.
En ese marco, cabría recordar que, durante una de sus reuniones anteriores, Cristina señaló que el Papa no había hecho alusión al narcotráfico y a la inseguridad, mientras paralelamente los obispos argentinos hacían pública su preocupación "por el alarmante avance del narconegocio" y quieren que "se tomen medidas urgentes para combatirlo".
Cristina dijo también que respecto de la pobreza y la exclusión, Francisco no habló de casos puntuales, pero un estudio de la Universidad Católica Argentina, a la que suscribe el Papa, dio a conocer un durísimo informe sobre el tema y otro tanto sucedió respecto de la "interpretación" que Cristina tuvo con respecto al pensamiento de Francisco sobre la deuda y el capitalismo.
Mucho más preocupante, por la situación política por la que atraviesa ese país, se da en el caso de Venezuela, en razón de que en varias ocasiones el Papa ha mostrado su "profunda preocupación" por "las dificultades" que atraviesa.
Es más, el secretario general de la Conferencia Episcopal de Venezuela, monseñor Jesús González de Zárate, ha manifestado en reiteradas oportunidades su inquietud por los sucesos y efectuado un llamado de la Iglesia Católica a que cese la violencia y se busque el diálogo para instaurar la paz en el país.
Advertido de la situación, Nicolás Maduro, al menos de modo aparente, pareció escuchar esa convocatoria y ha hecho públicos sus elogios hacia la figura del papa Francisco a quien -se indica- invitaría a visitar Venezuela, un país que, por el momento, no está en los planes de próximas visitas.
Difícilmente, porque no es su estilo, la diplomacia vaticana dé a conocer los pormenores de la conversación que mantendrán el Sumo Pontífice con Cristina Fernández y Nicolás Maduro.
Es de esperar que nuestra jefa de Estado no intente aprovechar la reunión para jugar electoralmente y, en el caso de Maduro, que el reclamo de la Iglesia provoque un cambio en las actitudes del gobierno y terminen las persecuciones y detenciones de miembros de la oposición que han puesto en tela de juicio la calidad democrática en Venezuela.
