Llegué a Mendoza de casualidad, en un viaje atrapado por la nieve. Ahí tuve una especie de visión en el parque San Martín y llegué a la Facultad de Teatro. Me imaginaba que iba a estudiar y volver a Chile, pero eché raíces y me absorbió el lugar. Siempre está la idea de moverse, pero conscientemente nunca pensé en quedarme.
Para mí Vendimia fue un descubrimiento. Llegar al Teatro Griego, ver esa magnitud y de ahí en más ver con mis ojos, quizá con los del extranjero, y replantear la función del actor. Me parece que la posibilidad del actor era mucho más grande para ese escenario y era un lugar a trabajar. Siempre fue mi premisa levantar el espacio de los actores en la Vendimia. Creo que aporté un granito de arena en ese aspecto. Ha sido mi búsqueda y es lo que me apasiona; no sólo dirigir la puesta general, sino trabajar en la dirección de actores. El actor puede desarrollarse más en el escenario y, a esta altura, que sea de relleno, con personajes que nadie entiende y ve a la distancia, no me gusta. Eso pasó y hay que buscarle la vuelta para que no siga sucediendo. Hay mucho potencial y hay que usarlo.
No creo inventar nada, sino que uno es un licuado de lo que vamos aprendiendo y trabajando con todos los directores como Rúpolo, Neira, Arrojo, Troncoso. Uno va haciendo y recreando con su visión. La palabra como equipo es el riesgo. Incluso para el mismo público se torna tedioso y aburrido el espectáculo si no hay riesgo.
La Fiesta de la Vendimia me da la posibilidad de trabajar en un espectáculo íntegro. Además me gusta aprender de todo. Son cinco semanas de puro trabajo y estar en todo. Es un crecimiento increíble y cada año aprendo algo nuevo. No es tan común trabajar con doscientas personas y dirigir a más de cien actores.
Con el teatro me pasa que hay que ubicarse en el territorio. Hoy creo que la apuesta fuerte es la comedia porque la gente necesita reírse, distenderse y por eso la elijo. Trabajar con Guillermo Troncoso es una suerte, porque es un compañero increíble y disfrutamos lo que hacemos. Desde que llegamos y nos vamos de la sala, nos reímos.
Creo que el público necesita de comedia y hay un punto en común: la risa. La empatía, el encuentro con el otro, esa comunión es un momento sacro para la diversión.
¿Y la radio? Me pasa algo extraño; hace cinco años que trabajo como actor en ese medio y me fui descubriendo con el tiempo. Yo hago muy pocas imitaciones y la mayoría de los personajes son míos. El Padrino, el Sicario, son algunos de los personajes. Es algo que se generó en el programa, una mezcla de humor y política que no sabíamos cómo iba a funcionar. Pero hay muchos oyentes que se identifican con los personajes y la gente me reconoce por la calle por el trabajo en la radio, algo extraño para mí.
Los guiones los escribo todos los días y se juega todo en vivo. No hay una bajada política y eso genera algo flexible.
Como actor tengo terror a quedarme en el mismo lugar. Soy inquieto por naturaleza y le busco la vuelta a todo. Hay que dejar de quejarse y generar. El artista independiente tiene que juntar cerebros, creatividad y crear.
Siempre surge algún proyecto para hacer. Por ejemplo, el año pasado estrenamos "Abismal", una serie de terror que hicimos junto a Mauro Enrique y Fernando Álvarez. Fue una patriada hacer ficción de ese género. Yo escribí el guión e hice la dirección de actores. Es terror puro. Estrenamos el primer capítulo en la web y tuvo 50 mil reproducciones. Es un unitario con gran calidad y ahora estamos esperando que salga un proyecto para televisión.
Además tuve la suerte el año pasado de hacer la película "¡Muere, Monstruo, muere!", de Alejandro Fadel. La filmó en Mendoza y es una coproducción de Argentina, Chile y Francia. Fue una experiencia increíble; filmamos en el Sur con condiciones extremas. El terror es un género que sigo desde chico y me apasiona.
Verano para reír
Francisco Carrasco es polifacético como pocos. En diciembre pasado dirigió la Vendimia de Godoy Cruz y esta noche vuelve a los escenarios en el marco del "Ciclo Teatro, Humor y Comedia". En el Café Soul presenta "Drácula sin colmillos", la comedia para todo público que interpreta junto a Guillermo Troncoso, basada en la célebre historia de Bram Stoker.
En el marco del encuentro, la dupla de actores ofrecerá una función de "La llamita de Raquel", el jueves 15 de febrero en el teatro Independencia. La obra, escrita por Joe López, lleva ocho años en cartelera y proponen una historia desopilante, entre una maestra de séptimo grado y un ex alumno.
Ficha
Drácula sin colmillos
Actúan: Francisco Carrasco y Guillermo Troncoso.
Día y hora: hoy, a las 22.
Lugar: Soul Café (Pedro Molina 221).
Entrada: $ 70.