Contar con un plantel que supera en valor los 1.000 millones de dólares significa que cualquier cosa que no sea un triunfo sobre Australia sea evaluada como un papelón para Francia en su debut del Mundial.
El derroche de talento individual dentro de Les Blues es impresionante, con jugadores de la talla de Paul Pogba, Ousmane Dembélé, Kylian Mbappé, Nabil Fekir y Antoine Griezmann.
Acudir a Rusia con tantas estrellas sería un sueño para la mayoría de los entrenadores. Pero para Didier Deschamps parece más un dolor de cabeza.
Lo identidad del juego francés sigue estando poco clara previo al partido del Grupo C contra Australia en Kazán. Las dudas persisten sobre la capacidad de jugar en equipo, 20 años después de que Zinedine Zidane encaminó al conjunto francés a su primer título.
“Tenemos un gran equipo, con grandes individualidades", dijo el volante Blaise Matuidi. "Pero necesitaremos utilizar todas esas cualidades para beneficio del grupo. Tener los mejores talentos no es suficiente para llegar al objetivo. Necesitaremos soldados, guerreros”.
Este equipo no ha desarrollado esas mismas cualidades desde que alcanzó la final de la Euro hace dos años. A pesar de su talento, Francia ha tenido problemas de consistencia y a menudo lució vulnerable durante la clasificación. No tienen motivos para confiarse. Será misión de Deschamps encontrar el equilibrio justo.