El empate entre Beltrán y Talleres dejó un mundo de sensaciones. De un lado y del otro. Sabor amargo en la gente del Fraile, que lo ganaba y se lo empataron por obra y gracias de un penal infantil. Y un gusto un poco más dulce para el Matador.
Más allá del cristal con el que lo miren de cada una de las huestes, en definitiva no deja de ser un punto de partida. Sólo eso. Y fue justo. Porque el 1-1 final refleja lo que evidenciaron en el campo de juego. Fue un duelo con dominio repartido.
Beltrán, con la base del apoteótico bicampeón (de la B y de la A) de la Liga Mendocina en 2015, intentó respetar su estilo. El dibujo (3-4-1-2) diseñado para romper por las bandas hizo mella en el ordenado equipo de Leonardo Gallardo solamente en la medida en que Brian Páez logró ser profundo por el andarivel zurdo.
Talleres arrancó mejor. Con el 4-4-1-1 metió miedo con una volea de Preece que se fue apenas ancha y con el frentazo de Videla que devolvió el travesaño.
En el mejor momento visitante, el Fraile pegó primero. Pacheco le puso tiza a su botín derecho y Moya conectó un frentazo impecable que hizo estéril la volada de Leonardi.
Todo un mazazo para el Matador, y una inyección anímica para el equipo de Salas, que en los siguientes 25 minutos mostró parte del repertorio que se le conoce. Y si Beltrán no amplió el marcador fue porque el bueno de Leonardi le ahogó una tremenda “vaselina” a Brian Páez, otro tiro libre a Pacheco y porque otros dos zurdazos del “3” local dieron en el techo del arco. Sólo por eso.
El complemento fue casi todo de Matador. El ingreso de Ayax Franco por Acuña le permitió al ex Chacras jugar (y ganar) prácticamente mano a mano con Navarro. Así, Roi se tiró al medio y Garzia fue a la derecha. Inconscientemente, Beltrán retrocedió y perdió la pelota. Y si bien tuvo intensidad para recuperarla, se le hizo difícil administrarla ante un equipo que en defensa jamás otorgó licencia alguna en la marca.
El oficio de varios de los jugadores de Talleres hizo el resto. El Enano Vera, zorro de mil batallas, aportó su sapiencia y el Cervecero llegó al empate. A esa altura, el Fraile sólo dependía de algún arresto de Pacheco. Fue empate. Fraile que se duerme... Matador que lo ajusticia.