Había una vez... una actriz que empezó a incursionar en el mágico mundo de las marionetas: se formó con los hermanos Arana (Santa Fe) y pudo también perfeccionarse en Brasil. Y cuando volvió a Mendoza, trajo en su mochila ideas, muchas pilas y técnicas que enseñar...
Ella es.. Rosana López, que formó el elenco Pachango junto a Fede Páez, Mau Funes, María Vilchez Aruani y Diego Martínez. ¿La idea? Abrir un camino a los marionetistas de la provincia, demostrando que no es un género menor, ni solamente infantil.
Somos el recuerdo del mar que pasó... es su primer trabajo, con dirección y dramaturgia colectiva, que estrenaron el año pasado en el marco de la Feria del Libro. Hace poco participaron con él en la Fiesta Provincial del Teatro y...
¡¡Ganaron!! Quedaron seleccionados en primer lugar para representarnos en la 32° Fiesta Nacional del Teatro, que tendrá lugar por estos mismos pagos en mayo. Lo harán junto a "Tu veneno en mí", de Manuel García Migani.
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Un mago, una vida. "Aquel que ve una marioneta siente que el alma le cuelga de un hilo", decía Gabriel Castilla. Pachango así da vida a entrañables personajes, que se inspiran en los mitos que recopiló Juan Draghi Lucero.
Dicen que... el desierto fue alguna vez un mar. En este caso, un mar de historias: Juanita, que vive en el secano lavallino, las escucha entusiasmada en boca de su abuelo Don Simón. Así conoce al Futre, a doña Javiera y al Hachador de los Altos Limpios.
Los amigos. Al trabajo del elenco se sumó el de Valeria Gómez, que confeccionó el vestuario, la música de Paula Neder y Sebastián Garay, y Noelia Torres, quien está a cargo de un elemento fundamental en esta técnica: las luces.
Materiales. Rosana y Fede trabajaron intensamente durante dos meses para construir los muñecos. Tallaron en madera los cuerpos y modelaron con pasta de cartón las cabezas, entre otros materiales (la mayor parte es reciclado).
Mecedora a medida. Mónica Souza forjó la pequeña mecedora de hierro en la que Javiera pasa sus tardes.
El futre. Es sin duda una de las leyendas más conocidas del folclore cuyano, que ahora cobra vida con traje, moñito, zapatos y todo. Eso sí, la cabeza sigue aparte.
Doña Javiera. Ella es una señora muy querida en la zona, una abuelita que pasa el día sentada en su mecedora. ¿Qué pasará el día en que su peral ya no le dé frutas para hacer sus famosas mermeladas? La historia quizás ya la sepan...
Don Simón. Siempre con mate en mano, este memorioso personaje rescata las historias que alguna vez le contaron. Historias que siguen vivas justamente así, por tradición oral, de boca en boca.
El hachador de los Altos Limpios. No se asusten: si bien no tiene ojos y atemoriza a todos los lugareños, dicen que este huarpe en pena es una imagen de su propio pueblo, que vio con impotencia (como si estuviera ciego) la destrucción de su cultura...