El nombre
Daniel Ciancio nació en 1970 en Mendoza, donde también empezó a formarse en la Escuela Provincial de Bellas Artes y la Facultad de Artes de la UNCuyo.
Dos maestros
El interés por la tridimensión le surgió desde muy chico, en el taller de chapería de su papá. Ya en su etapa de formación, se vio influenciado por Fausto Caner.
Reconocimiento
Desde 1994, cuando ganó el 2° Premio Vendimia de escultura y el del Salón Joaquín Barbera, ha sumado muchas distinciones. Pero se caracteriza por su “perfil bajo”.
Su camino
Es una búsqueda infatigable por encontrar el medio de expresión perfecto. Probó primero la arcilla, la madera y el metal. Desde hace cuatro años está enfocado en la piedra.
La foto 360°
Los amantes
Su taller abarca casi toda su casa y, como es muy productivo, se pueden ver por todas partes cientos de piezas, de todos los tamaños y formas.
En una habitación guarda las que hizo en madera, en otra las pocas que tiene en metal (algunas tienen rasgos que recuerdan a Roberto Rosas), y el gran patio es el lugar de la piedra. Esta escultura colgante muestra su maestría a la hora de esculpir –en este caso en madera– la figura humana.
Animales
Y si bien la figura humana es recurrente (especialmente las mujeres, reconoce) los animales son tema común en su obra: hay desde perros a gorilas. Este caballo de madera, sostenido por una estructura de hierro, es uno de los trabajos que se pueden ver en la pieza de esculturas de metal. Allí guarda sus herramientas también, algunas heredadas de su padre, como plegadoras y soldadoras.
Herramientas
El cincel y el martillo son las herramientas básicas de quien esculpe en piedra. Ciancio se sirve también de otras, tanto eléctricas como neumáticas, y así trabaja en distintas clases de piedra, desde calizas hasta otras más duras, como el granito.
Infatigable
Aunque la escultura es su medio de expresión desde hace mucho tiempo (“a los 20 me decidí por esto”, confiesa) lo cierto es que descubrió la piedra hace muy poco. “Ahora ella me tiene absorto”, dice.
Es por eso que trabaja todos los días un poco (su último trabajo, como se ve en la foto, es una mujer recostada en un bloque de más de dos metros), porque trabajar sobre esta materia supone una gran exigencia física.
La forma oculta
Daniel siente que las piedras le hablan. Cuando encuentra una, naturalmente descubre en ella una forma. Luego dibuja sobre ella, a grandes rasgos, la figura que tiene en mente.
Mientras que trabajar en metal significa “construir”, esto es un proceso de sustracción, un “desmalezamiento” milagroso: es liberar las formas atrapadas en la piedra, como decía Miguel Ángel.