Pocas veces un espectáculo ha concitado tanta expectación. Y, de veras, la ha confirmado fehacientemente. Las máquinas de Fórmula 3, revalidaron una popularidad que surgió en Europa y a medida que se fueron conociendo sus particularidades, su poderío mecánico y su refinamiento técnico, han pasado a ser preferidas. El proceso de la velocidad promedio horario con el que se impuso Charles C. Stuart conmovió al público: 136,207 kilómetros por hora.
Para los expertos locales, esos topes son consagratorios. Nunca la puesta del autódromo mendocino había conocido esos promedios. Por otras parte, las colocaciones, siempre singularmente cercanas, dentro de ese ritmo vertiginoso, fueron motivo de constante interés para la concurrencia. De los volantes extranjeros -núcleo selecto- sobresalió la destreza del ganador absoluto Charles C. Stuart y de Christopher Irwin, éste con su puesto de privilegio en la segunda serie y escolta del triunfador.
Entre los argentinos, se destacó netamente Andrea Vianini, primero en la prueba inicial y de relevante actuación en las cincuenta vueltas, aunque finalmente la tercera posición fue de Nasif Estéfano.
Las coberturas
La cobertura de Los Andes fue amplia, a la altura de las competencias. Fueron dos categorías que llenaron los autódromos y quedaron en la memoria de todos. En ambas, con 12 años de distancia, estuvo el consagrado y simpático suizo Giancarlo Regazzoni,.