Mendoza es muy conocida por sus cultivos de vid o frutales. Pero es poco lo que se sabe de la forestación y principalmente del cultivo del álamo, que en los últimos años ha visto cómo se reduce la cantidad de hectáreas plantadas.
Según un relevamiento del Ministerio de Agroindustria de la Nación, que dará a conocer los resultados finales en marzo de 2017, en la provincia existen 6.197 hectáreas de macizos (álamos) y unos 3.634 kilómetros en cortinas.
Los primeros se distribuyen 84% oasis centro (principalmente Valle de Uco), 11% oasis norte y 5% oasis sur; mientras que los kilómetros de cortinas se encuentran distribuidos de la siguiente forma: 48% oasis centro, 29% oasis norte y 23% oasis sur. Mientras que en 2013 existían 13.000 hectáreas en la actualidad sólo quedan 9.800 hectáreas.
Sergio Videla titular de la Asociación de Empresarios Madereros y Afines (Adema), manifestó que hubo una fuerte caída de la superficie forestada, resultante en parte de la ausencia de políticas a largo plazo que acompañen el desarrollo del sector, la disponibilidad de agua para llevar adelante el cultivo y el tiempo de espera que hay para lograr la cosecha, ya que desde que se planta hay que esperar casi 10 años para recuperar la inversión.
Igualmente para este último punto existen alternativas que pueden hacer la inversión más rentable. Alberto Calderón, profesor de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UN Cuyo, explicó que “la tendencia mundial es un sistema mixto agroforestal. En el mismo lugar donde se planta el álamo, cuando este está chico se puede usar la tierra para el cultivo de hortalizas y cuando crece ese mismo espacio se puede utilizar para pasturas”.
Y agregó que “hay muchas pruebas de que esto sí funciona; entonces, mientras se espera para cosechar la madera se puede generar ingresos anuales con otros cultivos”.
Los destinos que pueden tener la producción de álamo es de lo más variado e incluso eso va a determina la espera para cosechar.
Natalia Naves, técnico regional de área de extensión Forestal de la Subsecretaría de Desarrollo Forestoindustrial del Ministerio de Agroindustria de Nación, detalló que “la madera de Mendoza se utiliza para industria de envases (cajones hortícola y frutícola principalmente), algo de triturado (para construcción y placas para muebles) y debobinado de madera (que se usa para palitos helados, baja lengua enchapados para muebles finos, etc.)”.
“Por ahora lo que se produce queda dentro de la provincia. La realidad es que hay que aumentar la superficie forestada, porque la madera está siendo escasa, no hay para satisfacer la demanda”, remarcó Naves.
Actualmente existe un Apoyo Económico No Rentable (subsidio), que entrega el Ministerio de Agroindustria de Nación por medio de la ley N.º 25.080 que otorga beneficios económicos y fiscales para incentivar el cultivo forestal.
Más allá de que existieron retrasos en el pago de este subsidio, Videla si destacó que sin esta ayuda, cuya norma establece que será hasta el 2020, aunque buscan que se extienda, la caída del cultivo habría sido mucho peor.
Ángel Cereda, propietario de la maderera Don Ángel SRL, estimó que en Mendoza “tenemos un déficit de 20.000 hectáreas de forestación” y remarcó que el subsidio puede ayudar “pero es sumamente burocrático” y que lo que se debe buscar es “tecnificar el riego lo que permitiría hacer grandes forestaciones”.
Todos los consultados coincidieron en señalar que se trata de una actividad que es rentable y que tiene una importante potencialidad, no solo en Mendoza.
"El álamo funciona muy bien en la provincia y ofrece alternativas interesantes, porque sigue siendo de uso no solo para mueblería, sino que al ser (una madera) liviana y clara ofrece muchas otras ventajas", destacó Calderón.
Naves detalló que la clave es "la persona que empieza en esto debe tener claro cuál es el destino. Si quiero madera para debobinado, que exige la mayor calidad, requiero entre 10 y 12 años para cosechar.
Para triturado para placas, en función de la zona, son unos 6 años y lo único que tengo que hacer es plantar el árbol y no requiere mayores cuidados más que regar. Mientras que si busco algo intermedio, hay que pensar entre 8 a 10 años".
En cuanto a rentabilidad, la especialista de forestación manifestó que “con un promedio de cultivo de 10 años de álamo, se pueden obtener entre 300 y 350 toneladas. El precio varía según el destino. Si va para debobinado hablamos de unos $ 1.100 a $ 1.200 la tonelada. Para triturado son $ 500 la tonelada y algo intermedio va entre los $ 750 y los $ 950 la tonelada”.
Cereda manifestó que las ventajas del cultivo forestal es que no requiere mucha mano de obra, no tiene impacto directo con las contingencias climáticas y que el costo de mantenimiento por hectárea por año no supera los u$s 1.000 en el mejor de los casos.
Realidad del sector
El presidente de Adema detalló que “nuestro sector está dividido en tres. El primero es el de los aserraderos, que está vinculado íntimamente a los vaivenes de la fruticultura que fue muy castigado por las inclemencias climáticas. Tuvieron un año difícil, aunque tenemos buenas expectativas para el 2017”.
“El segundo es la fabricación de muebles, que en Mendoza tenemos a la empresa líder en exportación de estos productos y está bastante desarrollado. En los últimos 3 meses vimos un repunte, un punto de inflexión en las caídas. Aunque es tímido el repunte que se está viendo”, continuó Videla.
Y agregó que “el tercero es el vinculado a la construcción, sobre todo de empresas unifamiliares. Es un sector que está alicaído porque es mayormente privado y estamos esperando que con la reactivación de la construcción de viviendas repunte un poco”.
De los tres sectores que destaca el titular de Adema, uno se abastece principalmente de los álamos de Mendoza y es el de aserraderos cuya actividad viene alicaída.
Impulso por ley
En el 2000 se aprobó la Nº 25.080, que establecía un apoyo económico no retornable para incentivar el cultivo forestal en todo el país. Mendoza adhirió a la ley que actualizó los montos que se pagan hace tres meses.
Naves contó que “para Mendoza y San Juan, si se colocan entre 270 y 334 plantas el apoyo que establece la ley es de $ 16.474 por hectárea. Si son entre 335 y 499 plantas la ayuda sube a $ 19.000. Si se colocan entre 500 y 699 son $ 21.780 por hectárea y de 700 a más son $ 24.600”.
En todos los casos planteados se calcula que se obtienen unas 300 toneladas por hectárea, lo que marca la diferencia es el destino que se le brinda, “ya que mientras más plantas en una misma hectárea, más chico será el árbol”, remarcó la profesional del Ministerio de Agroindustria.
Para acceder a este beneficio, lo primero a tener en cuenta es que se abona a forestación lograda, es decir que los costos iniciales de cultivo van por cuenta del productor. “El productor desde que planta hasta que cobra el subsidio pasan cerca de 2 años”, explicó Naves.
Para acceder al mismo el trámite se inicia en Mendoza en el Ministerio de Economía, en el sexto piso de casa de gobierno, donde en el área de forestal se llena un formulario inscribiendo el cultivo, donde se especifica dónde está la propiedad, cantidad de plantas y especie que va a plantar.
Tecnificación
Desde Adema se está impulsando, en conjunto con el gobierno de la Provincia y la UNCuyo, tareas para ayudar a la innovación y reconversión de productos.
“Este año la Asociación, la Unidad para el Cambio Rural (UCAR) y la facultad de Ciencias Agrarias, firmamos el convenio para la conformación del primer Centro Tecnológico de la Madera del Oeste Argentino”, remarcó Videla.
Quien añadió que “estará emplazado en Luján de Cuyo y está orientado a desarrollar empresarios y tareas de investigación y desarrollo de nuevos productos”.
La inversión es de $ 60 millones, aportados por la UCAR, y ya se encuentra adjudicado, por lo que estará terminado a fin de año, aunque ya se encuentra conformado y trabajando.