Una explosión de colores. Ésta es la postal que devuelve el recorrido de los puestos de venta de flores enmarcados en La Alameda. Más allá de la belleza y las formas que poseen, lo cierto es que en 2017 la venta de flores está en baja. Este termómetro de situación es reflejado por la gran mayoría de puestos de La Alameda. Para los vendedores la lógica es una sola: las flores son consideradas artículos de lujo.
"En comparación a otros años la venta ha caído mucho porque no son prioridad. Solamente algunos clientes se acuerdan de regalarlas cuando se aproxima un aniversario, fecha especial o bien un casamiento", explicaba una vendedora armando un ramo de 27 rosas de
$ 400. Otras ocasiones como los clásicos ramos de novia, con su demanda propia de fin de año, los valores arrancan desde los $ 500 en adelante.
La gran preocupación que une a todos los negocios es mantener la venta diaria, la cual está dominada por los precios más bajos. Así un ramo más económico con flores de estación sus valores ronda los $ 40. Pero son los menos. En uno de los puestos de La Alameda a media mañana afirmaron que sólo había registrado una venta de sólo $ 100.
La razones que explican el declive en el consumo de flores también responde a los valores que poseen los alimentos y ante la compra de un clavel de $ 10 y la compra de un paquete de acelga por el mismo precio, las personas privilegian los alimentos que los pueden comer y no una flor que dura una semana.
Para revertir esta situación de baja de ventas diarias, desde el Mercado Cooperativo de Floricultores de Mendoza, Juan Spitalieri afirmó que están tejiendo alianzas junto a las municipalidades, restaurantes y hoteles para que las flores puedan tener canales propios de comercialización y llegar así a otra clientela.
La cuerda tensa
Pero si el consumo diario está amenazado para la flor, tranqueras adentro, esto es sobre los paños productivos, la realidad de los floricultores también es dura ya que conoce de precios de insumos como insecticidas dolarizados, y una producción dominada por una economía informal que establece asimetrías comerciales que se intensifican con los años.
Según datos aportados por Spitalieri, su organización, que reúne a productores que comercializan en el tradicional espacio ubicado en la primera cuadra de calle Alberdi, en la Cuarta Sección, Mendoza es la segunda productora más importante de flores de todo el país. La provincia está dejando de ser primera en producción nacional de claveles pero es líder en montonera y crisantemos. Desde hace unos meses es líder nacional en las astromelias.
Mendoza es la segunda productora de flores a nivel nacional.
Sin embargo en el grueso de producción de flores, la provincia está por debajo de Buenos Aires y abastece al mercado de San Juan, San Luis, La Rioja y Neuquén llegando con flores de corte que luego son revendidas en los puestos fijos, en forma ambulante, en las afueras de cementerios, en hoteles, iglesias, florerías y empresas.
Según cálculos de Spitalieri, unos 80 floricultores están afincados en la provincia y pueden vivir de la actividad. “También se suman los productores que no tributan, que establecen condiciones muy desiguales de juego porque sus flores son vendidas a un precio que en algunas variedades es hasta 50% más económicas”, explicó Spitalieri.
Insumos por las nubes
Por lo pronto en la provincia hay decenas de familias que se dedican a este rubro, que puede compararse, por su nivel de complejidad y dificultades, al de la producción de frutas y verduras.
Como otros cultivos, los floricultores deben enfrentar el pago de insumos que están dolarizados y a su vez se les aplica inflación.
“Hay muchos que aprovechan la situación para colocar precios altísimos. El litro del insecticida puede costar $17 mil. Se echa 50 cm3 en 100 litros; son caros. Nosotros debemos pagar un dólar más alto que el oficial, porque a ese valor algunos aumentan más, así el valor del veneno, un producto que el año pasado era 10 dólares ahora sale 15 dólares. Es la viveza de aplicar inflación a un producto que está dolarizado”, detalló Spitalieri.
Del otro lado productivo la cuerda se tensa con un producto como las flores que están atadas a la oferta y demanda.
"En comparación a otros años la venta ha caído mucho porque las flores en Mendoza hoy no son prioridad"
“En la actualidad hay pocas flores. Recién llegamos a esta época. Todos los años desde el 8 de diciembre hasta el 10 de enero hay escasez de flores.
Es una situación estacional y sucede por el cambio por temporada. Es un ciclo. Luego del 15 de enero vienen la montonera y los crisantemos", señaló Spitalieri.
Si la lluvia las lleva a podrirse y achicar el ciclo de vida de las flores, las altas temperaturas son otros embates a tener en cuenta. Es que los calores pueden tener en las flores el mismo efecto que una helada de 8 grados bajo cero.
En dos hectáreas y media en Guaymallén, el invernadero de Spitalieri posee una atmósfera de 45 grados, una temperatura adecuada que evita que sus flores estén expuestas a la alta insolación mendocina. Es que luego de cada lluvia, el sol castiga impiadosamente los cultivos, un escenario natural muy diferente al que impera en Buenos Aires donde los días nublados y con lluvia producen un ambiente húmedo propicio para la floricultura.