La Floresta, un barrio promocionado por TV

Se trató de uno de los primeros loteos publicitados por una incipiente televisión local, en la década del ’60. Al principio era un puñado de casas y con el correr de los años se fueron poblando los descampados junto al Acceso Este, a la altura del puente

La Floresta, un barrio promocionado por TV
La Floresta, un barrio promocionado por TV

Antes esto era todo viña. Este barrio, como tantos otros, tiene un nacimiento, una fundación, que a esta altura ya resulta poco original para Mendoza. Pero tiene, también, una historia propia, repartida entre los vecinos que desde hace más de cuarenta años hasta la fecha intercambian saludos cada día.

Se trata del barrio La Floresta, ubicado entre la calle Urquiza al este y al oeste de las vías del tren que acompañan la calle La Purísima, en Guaymallén, junto al puente de hierro del acceso Este. Allí se formó una barriada que nació en los años '60 en la soledad de un terreno descampado y que poco a poco se fue poblando.

Según cuentan los vecinos el loteo original pertenecía, en la década del '60, al teniente coronel Francisco Platte y al ingeniero Manuel Barraza, quienes hicieron publicidad del barrio en Canal 7, hecho por el cual la zona obtuvo gran promoción y muchos tomaron nota de su existencia.

Además, producto de un canje con el canal, varios periodistas o empleados vinculados al medio se instalaron en lugar. "Tardó varios años en ser poblado. Todas las calles eran de tierra y muy grandes", explicó Lila Levinson una habitante ilustre del barrio, quien vive allí desde 1971.

"Siempre hubo edificación propia, pero comenzó con muy pocas casas ya que el crecimiento fue muy lento", agregó Mario Páez, quien también lleva varias decenas de años viviendo en La Floresta, un típico barrio de clase media.

En tanto, Miguel Pirrello relató que en los comienzos "era un barrio de tierra, sólo los cruces de las calles tenían sifones de hormigón. Pero no estaban señalizadas. Tampoco había agua, luz o cloacas. Eso llegó después".

Crecen las veredas

El barrio creció en torno a la calle Olavarría, por la que en la actualidad circulan varias líneas de transporte de pasajeros con las cuales los vecinos tienen rápida conexión con el centro mendocino.
 
La 8, internos 100, 101, 102 y 103 sumados a los micros de la línea 7 y aquellos que circulan por la calle Urquiza y por Bandera de los Andes, del otro lado del acceso, proporcionan variedad en el transporte a la hora de ir o llegar al barrio.

Y si bien hoy en día sus calles tienen poco tránsito, con excepción de Olavarría, los vecinos destacaron que antes de la Intendencia de Daniel Wilson (1986-1991), las calles eran anchas y las veredas pequeñas, con lo cual era frecuente ver a los niños jugando fuera de sus casas pero luego se decidió agrandar las veredas y las arterias de circulación perdieron seguridad.

"Recuerdo que jugábamos mucho al fútbol y las chicas hacían pasteles en las esquinas. También era frecuente juntarnos a festejar la Navidad. Pero todo eso se fue perdiendo", contó Mario Páez. Según relató Páez, había un paso de tierra que la gente del barrio utilizaba para salir directamente al acceso pero "una fábrica de granos, la hizo cerrar y por eso había que hacer un gran rodeo. Tuvimos que pelear bastante para que lo volvieran a abrir. Por suerte, esto ocurrió, asfaltaron la calle y pudimos nuevamente cortar camino".

Los chicos del lugar tenían la posibilidad de asistir a dos colegios cercanos el Vélez Sársfield que es público o al religioso Leonardo Murialdo, ambos ubicados sobre Bandera de los Andes. "Ahora se ha vuelto demasiado tranquilo, porque los niños de aquella época se fueron y solo queda gente grande", describieron las vecinas Mirta Coniglioni de Occhionero y Mafalda Sotelo de Perrone, antiguas habitantes del lugar.

Obras para mejorar

Aunque antes de la vuelta a la democracia había habido una incipiente unión vecinal, a partir de 1983, bajo el gobierno radical de Leopoldo Orquín (1983-1983) esta se reactivó. Su presidente, por aquellos tiempos era José Pisinatto, un suboficial de la fuerza aérea, quien comenzó a organizar la parte urbana del barrio.

"Lo primero que se hizo fue ponerle letrero a las calles. Los vecinos habían comprado los materiales y un metalúrgico amigo había construido los carteles. En tanto que el señor Estrella fue quien los pintó. Después la Municipalidad los puso", informó Miguel Pirrello.

El principal objetivo, tal como mencionó Pirrello, era hacer obras para mejorar las comodidades de los habitantes y por ello desde la unión vecinal se decidió continuar con las cloacas, para lo que se elaboró un plan denominado "comuna-vecino".

Este consistía en que los habitantes se hacían cargo de la compra de los materiales y la Municipalidad la mano de obra y la maquinaria. "Entre el '84 y el '85 se colocaron 3.500 metros de cloaca, pero no se habilitaron hasta que se hizo el colector, ocho años más tarde", contó Pirrello.
 
Luego, con la intendencia de Wilson, comenzaron las obras para mejorar la calidad del agua ya que hacia fines de los '80 los vecinos extraían el líquido de un pozo que estaba en la calle Villagra. Cuando se hizo el acueducto Luján-Maipú, que pasaba por la calle Urquiza el barrio quedó conectado a la red de agua potable.

A continuación fue el turno del servicio de gas y el pavimentado. EMSE, también a fines de la década del '80, realizó el "plan gas" que permitió que todos los tuvieran este servicio en sus viviendas.
 
"Cumplidos estos objetivos en cuanto a obras la unión vecinal bajó la actividad, porque lo principal ya se había hecho", dijo Pirrello e informó que aunque el servicio de teléfono ya tenía varias décadas fue en los noventa cuando el servicio se normalizó.

Durante la Intendencia de Juan Manuel García (2002-2006) el barrio recibió una lavada de cara. Es que el funcionario de la comuna vivía en el lugar y por ello los vecinos recuerdan esta etapa con agradecimiento. Se parquizó la zona lindera con el ferrocarril que estaba venida a menos luego de que este medio de transporte dejara de pasar.
 
Así, junto a la calle Chambuleirón -donde residía García- se construyó una pequeña arboleda que mejoró la vieja imagen del descampado. "Antes había una fuente en la entrada del barrio con flores muy bonitas. Pero la sacaron cuando el acceso este fue reformado", comentaron.

Sobre los servicios con que cuenta la zona, contaron: "Hay pocos negocios. Sólo una farmacia
-de 35 años de antigüedad-  tres mercaditos, dos consultorios de dentistas, una veterinaria, un gimnasio y no mucho más. No hay heladerías o mercerías. Tampoco hay cibers donde conectarse a Internet". 

Como la mayoría de las casas están habitadas por sus propietarios y hay muy pocas destinadas al alquiler, las caras son conocidas. A ellos se suma que hay muy pocos terrenos baldíos. Por ello, explicaron que no se dan situaciones de inseguridad, aunque por la proximidad de un asentamiento hacia el sur , dijeron que "hay que andar con cuidado". 

"Al almacén más grande le han entrado a robar varias veces, pero en general no pasa del raterío", dijeron.

Respecto de los servicios municipales los vecinos se mostraron conformes aunque aclararon que sería positivo que se repavimente la calle Olavarría.

Un deseo

Paola Quitllet, ex vecina asegura: "Viví 21 años en el barrio y fueron los mejores de mi vida, crecí y mi casé allí, en ese lugar de gente hermosa, solidaria, accesible y honrada. Se hizo a pulmón, al principio no había más de 7 casas, las familias dormíamos con la puerta sin llave, eran otras épocas, con la típica tienda barrial, como el negocio de Los Morales; tampoco faltaba la vecina que se enojaba por los ruidos, como doña Elvira. Los bailes los hacíamos en las casas y no se bebía alcohol, la música se ponía en un mincomponente. Si tuviera que pedir un deseo, sin duda pediría vivir de nuevo en La Floresta".

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA