“Sueño con que se abrirá el partidor y salgo a la cancha hasta cruzar el disco, me gustaría que el domingo fuera una realidad”. Ella, con su chaquetilla de color azul y plata del stud de la familia Luppo, será la primera mujer que entrará en la arena del Hipódromo mendocino luego de 40 años.
Florencia Giménez con su debut ha acaparado la atención de todos los seguidores del deporte de los reyes. Este domingo, en la tercera carrera del programa, en la prueba de los 1.200 m, a las 13.30, conduciendo a la yegua Best Montaña habrá ingresado formalmente en 'La hermandad de la buena suerte'.
El escritor y filósofo español Fernando Savater, en una entrevista publicada por el diario La Nación en 2008, había admitido que "El Turf es una afición romántica; tiene más que ver con el amor al caballo que el impulso de jugar por jugar (,,,). Yo traigo esto de niño". Ese mismo amor expresado en el movimiento sincronizado de la musculatura del animal, es el mismo amor que comparte Florencia.
"Cuando estoy arriba de un caballo siento una adrenalina inexplicable, una conexión muy fuerte con el caballo y me siento libre" señaló la heredera de una larga tradición de familia. Hija y nieta de reconocidos jockeys, a los 40 días de nacida le contaron sus padres que había espiado -sin darse cuenta- este particular mundo acompañando a su papá en una competencia en Buenos Aires.
“Siempre quise ser jockey, es un sueño que tengo desde niña. El Turf es un ambiente muy machista pero no creo que exista otro deporte en el cual los hombres y las mujeres puedan competir de igual a igual. Los resultados están en la habilidad y en la destreza del jinete, más que en la fuerza”, sostiene la hija de Rubén Alberto Giménez.
Florencia, que había comenzado a estudiar la carrera de veterinaria en la Universidad Maza, está viviendo una semana intensa. "Estos días previos los vivo con mucha ansiedad; cuento los días, las horas y los minutos para el debut… Voy mañana y tarde al stud para poder estar cerca de los caballos y en mayor medida con Best Montaña, que cuida mi padrino, voy todas las tardes a sacarla a caminar..."
Más allá de las expectativas que ha generado entre los distintos actores en nuestra arena, su ingreso a las carreras coincidirá con el primer aniversario del retiro de su padre.
El jinete que el año pasado, montando a Pixar (del stud Rivamar), abrazó la gloria con definiciones espectaculares tanto en el gran Premio Vendimia como en el Santo Patrono Santiago. “Soy muy creyente en Dios y pienso que es una señal, que es el momento correcto para que yo salga a la pista”, sostiene con determinación.
Su vocación se fue moldeando a partir de sus juegos infantiles: “Cuando era chica, en mi imagi-nación, el patio de mi casa era mi stud. Jugaba con mi perro Conde, lo llevaba a caminar y también lo montaba como si fuese mi caballo. Era un labrador grande, de pelaje dorado, era muy bueno. Él no tenía problemas... se adaptaba a mi juego”, confiesa con un aire teñido de nostalgia.
Florencia era una buena alumna en el Instituto Nuestra Señora de Pompeya, nunca se llevó materias porque había establecido un pacto con su familia.
“Quería terminar las clases cuanto antes y venir al hipódromo, aquí pasaba todos los veranos rodeada por los caballos. Cuando cumplí los 15 años, no me importaba la fiesta, sino pensar que me iban a dar el permiso para entrar a la pista a practicar y que faltaba menos para cumplir mi sueño”.
"En la escuela, todos mis compañeros y mis profesores sabían sobre mi pasión por los caballos y me apoyan. Aunque muchas veces tenía que explicarles a las personas en que consistía el trabajo de los jockeys".
"Tuve que esperar hasta los 16 años para conseguir el permiso provisorio para poder entrar a la cancha. Lograrlo no fue una tarea fácil porque mis padres tuvieron que buscar un escribano público, para certificar que no era un trabajo; necesitaba de ese permiso porque era menor de edad, y por un tiempo sólo podía montar caballos de andar y no pura sangres. Y empecé de abajo, primero como peón en el stud Rivamar y luego como vareadora”; cuenta Florencia, quien a los 18 años se ubicó en el partido para una nueva etapa.
“Soy una persona que nunca se da por vencida y muy agradecida de la vida", confiesa en la charla "Flor". Ella, que ha terminado con los requerimientos de las fotos para esta entrevista, guarda la esperanzada de construir su prestigio como jocketa y poder competir con las mejores, ir a los grandes premios, correr en Buenos Aires, viajar…
“Tengo una gran admiración por Lucrecia Carabajal, para mi es la mejor jocketa en la actualidad; la admiró por todo lo que a logrado como profesional en un deporte que es machista. A mi me gustaría poder viajar con el turf, como lo hacía mi padre, correr en otros lugares, en los grandes premios".
Florencia Giménez se prepara para lucir los colores azul y plata del stud El Japonés; "Mi mamá, Graciela Malovini, me apoya, aunque nunca le gusto mucho la idea de que sea una jocketa porque siempre tuvo mucho miedo. Ella escuchaba las carreras por radio, pero no las veía porque se ponía nerviosa. Yo le agradezco mucho que me apoye como mamá en lo que he decidido emprender, a pesar de su miedo".
Pronto llegará la ceremonia del pesaje y tomará su lugar en el partidor número uno, junto a Best Montaña, el domingo a las 13.30. "Les quiero agradecer a todas las personas que me ayudaron para poder cumplir uno de mis grandes sueños; familia, amigos, cuidadores, peones, propietarios y profesores... Pero especialmente a mi papá y a mi padrino porque me guiaron desde la primera vez que me subí a un caballo, y a la familia Luppo por confiar en mí, dándome su yegua para que la corra"
El domingo, en la tercera carrera del programada, Florencia Giménez dará rienda suelta a su sueño de 1.200 metros camino al disco, el romántico juego de la velocidad habrá encontrado una nueva reina en nuestra arena; mientras que 'la hermandad de la buena suerte' habrá ganado una heredera.