Mendoza ha tenido pocas joketas en el turf y en la actualidad solamente una, Florencia Giménez. La joven de 22 años dejó la provincia para desarrollarse deportivamente en Buenos Aires donde los grandes clásicos se corren a diario y otorgan la posibilidad de llegar a ser profesionales. Por eso, la hija de Alberto Giménez, reconocido jockey mendocino con más carreras ganadas en el Clásico "Santo Patrón Santiago", tomó vuelo para seguir los pasos de su padre e ir más allá inclusive.
Florencia terminó el secundario y decidió ir a la escuela de jockey en Buenos Aires, dirigida por Héctor Libré y el profesor Sandro Caro, para obtener su título. Ahora su meta es sumar 120 triunfos para convertirse en una profesional y en una promesa de este deporte en la rama.
Siendo la mayor de cuatro hermanas, ella fue la única que siguió la profesión de Alberto.
Y menos mal porque “sino mamá se muere”, contó nuestra protagonista, quien el pasado jueves fue la única mujer en correr el Clásico ‘Santo Patrono Santiago’, y otros dos más programados en esta tradicional carrera mendocina.
-¿Por qué decidiste irte a Buenos Aires?
-Porque es como el fútbol, cuando estás compitiendo allá estás en Primera. En Buenos Aires están los mejores del país.
-¿Cuándo comenzó este amor por los caballos?
-Desde chiquita. Creo que aprendí a caminar al lado de los caballos. Fue por herencia de parte de la familia paterna. Mi papá fue jockey y mi abuelo también. Y mi papá tiene el récord de más carreras ganadas en el Patrono Santiago y fue el último que corrió a Pixer, el caballo que tiene el mejor tiempo. Yo siempre estuve junto a mi papá y mi padrino Enrique Rivamar, entrenador de los caballos y a quien ahora les corro. Siempre anduve al lado de los dos, ambos fueron mis profesores en Mendoza.
-¿Cómo es tu vida extra deportiva, disfrutás de otras actividades?
-Llevo esta pasión muy fuerte y desde chica siempre soñé con hacerlo. Dejo todo para dedicarme al turf. Primero comenzó como un hobbie y después de los 18, hice un año de Veterinaria. Pero decidí dedicarme a esto porque lo quería como profesión y no como una simple práctica. Le dedico casi 24 horas toda la semana.
-¿Cómo es tu día a día?
-Yo vivo en San Isidro. Arranco el lunes a las 6 de la mañana porque entreno en Palermo de 7 a 9. De allí vuelvo a San Isidro a terminar mi rutina de entrenamiento, que incluye gimnasio también. Y desde las 13 o 14 comenzamos a correr hasta las 21 -a veces-, dependiendo de cuantas carreras haya ese día. Llego a casa, me baño, como y a dormir porque al otro día se empieza igual.
-¿Tenés algún permitido?
-Nosotros tenemos que cuidarnos mucho con el peso. Cuando sale la programación tengo que ver con qué kilos debo correr esos días. Por ahí tengo una semana cuidándome intensamente. Y si tengo una reunión o cumpleaños, al otros día tengo que ir al gimnasio para trabajar el doble y poder bajar los kilos sumados.
-¿Cuántos títulos tenés?
-Llevo 30 carreras ganadas en Buenos Aires, porque las de Mendoza no se computan. Y para ser jockey profesional tengo que superar las 120. Este año, gracias a Dios me ha ido muy bien.
-¿Cómo es tu relación con los caballos?
-Siempre intento relacionarme primero y conocerlo. Pero el que más adoraba lo tuvieron que sacrificar hace un tiempo atrás. Gané mi primera carrera como joketa con él y fueron 10 carreras en total con Tensador Irónico. Y justo cuando venía de un viaje, volcó el camión que lo transportaba y terminó muy lastimado. Lo trataron de salvar de todas las maneras posibles, pero estaba sufriendo mucho. Siempre hay uno con el que te encariñás más. Además, ellos perciben y son muy sensible, saben quien lo monta. Están los que entrenan enojado y cuando lo subís andan manso. También están los caballos especiales, que te hacen ganar. Todos son distintos. Son seres individuales como los seres humanos. Si conocés al caballo antes de competir, tenés una gran ventaja. A veces tengo que competir con un caballo que jamás lo subí porque lo trajeron de otro lugar y tengo que hacerme amiga en ese momento. Lo importante es conocerlo porque todos los caballos tienen sus mañas.
-¿Qué promedio de vida competitiva tiene un caballo?
-Corren aproximadamente 7 años, tomando en cuenta que a veces tienen lesiones y deben retirarse antes. Porque el caballo es un deportista más.
-¿Cómo hacés para despedirte de un caballo que te acompañó en varias carreras y no sabés dónde va a ir a parar?
-Y... uno trata de no encariñarse mucho y más en Buenos Aires donde hay un montón de caballos. Acá en la provincia te encariñás mucho más porque siempre lo montás vos, pero allá es todo más frío.
En la carrera de Santo Patrono Santiago, Florencia corrió en tres clásicos, entre ellas la principal con Racconto. “A él lo conocí en Buenos Aires. A ese caballo lo compraron con muy poquito tiempo sobre la carrera y dio la casualidad que lo iba a correr en Buenos Aires. Y como la pista estaba muy mojada por lluvia lo retiraron porque no le gusta mucho el barro. Estuvimos diez días para conocernos. Para entrenar es muy dócil y en el Santo Patrono Santiago fue la primera vez juntos”.
-¿Qué otras metas tenés a futuro?
-Querer representar a la Argentina en otro país, como al Clásico Latinoamericano que es como una Copa América en el fútbol. Y ahí sí sería muy lindo ir a competir.
-¿Qué otro deporte te hubiera gustado hacer?
-Siempre me gustó el deporte, juego al fútbol también y practiqué hockey sobre césped.
-¿De qué equipo sos hincha?
-Soy muy hincha de Boca. Últimamente hemos sufrido, pero soy muy fanática. Ahora prefiero hablar de turf (risas).
-¿Cómo te ves en un futuro?
-Y la carrera profesional de una joketa es breve, como mucho de 10 años. Porque por instinto natural quiere ser mamá, y siéndolo no puede competir con el ritmo de un varón.
Es difícil hacerlo paralelamente. Una joketa mujer siempre se le corta la carrera cuando se queda embarazada. Hay casos de joketas madres pero son las menos, porque un jockey corre el riesgo todos los días. El turf es un deporte de alto riesgo. Corremos a 60 u 80 km por hora y solamente arriba de unos estribos. Se han muerto muchos e incluso hace poco falleció una compañera en Palermo y tenía una hijita. Y cuando sos mamá tenés que pensar en los hijos. Cuando sea mamá no lo voy a pensar, no corro más.
Porque ya no es tu vida solamente, hay otra persona que depende de vos. Y después, siempre me interesó el cuidado de los caballos o entrenadora. O seguir estudiando algo relacionado a esto, porque cuando llega el momento de dejar, te cuesta mucho separarte de esto.
-¿Qué es lo que te atrae, la adrenalina, la velocidad, la competencia?
-Todos nos preguntan eso, qué sentimos cuando estamos dentro de la gatera. Pero es inexplicable la adrenalina, ver a tanta gente, esa cancha, pero también cuando te subís al caballo te olvidás de todo. Lo mismo que cuando entrenás, te subís y desaparecen los problemas. No te acordás de nada porque nosotros tenemos que estar más concentrados en el caballo: cómo pisa, cómo respira, si tose, y hay una tremenda conexión que te hace aislar de todo lo que tenés a tu alrededor. Antes de una carrera, arriba del caballo, es cuando se me van los nervios. Si te subis con miedo, nervioso, o al contrario, con confianza, él se da cuenta.
-¿Qué es el turf para vos?
-Una pasión que se lleva en la sangre, en especial yo por herencia.
El domingo la joven corrió en La Plata y llegó en el tercer lugar, montando a Cauch Band, una yegua que entrena su papá quien desde hace cuatro meses firmó contrato en Buenos Aires como adiestrador.
Los triunfos, para mamá
Mientras dialogábamos con Florencia, en un rinconcito se encontraba Graciela, su mamá. Y en cada gesto se la vio expresar lo que sufre en cada carrera. Y fue inevitable preguntarle:
-¿Cómo se hace para soportar que la hija corra en un deporte de riesgo, después de haber vivido esto antes con su marido?
“Es diferente, es la hija. Se vive pidiendo a Dios que la cuide y proteja. Pero hay que entender que es lo que le apasiona y eligió”, dijo.
Inmediatamente, Flor agregó: "La tendrías que ver en la platea. Me han dicho que ella no me ve. Se pone nerviosa". Y Graciela acentuó: "Nunca la vi correr".
Finalmente la jocketa, frente a su madre, confió: "Soy una agradecida a mis padres por dejarme correr. Siempre se dice que el amor de madre es el más grande y ella me lo demostró. En todas mis carreras siempre tiene un sentido especial, cada triunfo es diferente, pero todos son y serán dedicados a ella porque es la persona que más sufre cuando me subo a un caballo".