Ella fue una cantante que creyó en sí misma. Cuando debutó en el Carnegie Hall de Nueva York, en 1944, ya tenía 76, y fue lo más importante que le pasó en su vida. Un suceso: la aclamaron, la endiosaron, le catapultaron flores y zapatearon en los palcos, porque las manos descarnadas de aplausos ya no podían expresar lo que veían. Pasaron días, muy pocos (apenas un mes), y murió de un paro cardíaco.
Una gloria, una excepción, una curiosidad. Por eso es que tenía que ser “bendecida” por la factoría más grande de ídolos: el cine. “Florence”, donde la prolífica y multifacética Meryl Streep asume su historia, y “Marguerite” (que se estrenó en Argentina el año pasado y que se inspira en ella) no hacen más que refrescar la memoria y decirnos a todos que sí, que en la música (donde los límites de “lo mejor” y “lo peor” son tan relativos) hubo una excepción: Florence Foster-Jenkins (1868–1944), la peor soprano de todas.
Mucho ruido y nueces
El Carnegie Hall era una caja de resonancia de la “high society” newyorkina. Por eso es que el día después del recital, la prensa no fue indiferente: “Aullidos de risa ahogaron los esfuerzos celestiales de madame Jenkins. Lo que alguna vez fueron sonrisas reprimidas en el Ritz (nota del redactor: el hotel donde se presentaba anualmente), se transformaron en rugidos descarados en Carnegie”, describió la revista Newsweek.
FFJ había nacido en Pensilvania y había heredado, en 1909, la fortuna de su padre, con quien estaba enemistada porque no la apoyaba en su vocación. Por eso es que todo cambió cuando su madre murió y cuando conoció a Clair Bayfield, que era un actor ya acomodado. Él fue su compañero, agente y heredero.
La riqueza le permitió ser impune en las excentricidades: cantaba en eventos privados, en el Club Verdi (que fundó y que financiaba), llegó a grabar cinco discos y nadie se atrevió a ponerle algún tipo de freno a sus delirios. Por ejemplo: diseñaba sus propios vestidos, como uno famoso hecho de tul, con diadema y alas, al que llamaba (dicen) “El ángel de la inspiración”.
Se animó a ser una cantante de ópera recién a los 60 (si alguna vez tuvo una voz de calidad, ya se había desgranado en el tiempo) y alcanzó la fama justo en el momento en el que muchos líricos se están retirando, o cuando otros, ya devastados, no afinarían mucho mejor que ella.
Pero Florence, además, no tenía lo que muchos melómanos suelen llamar “musicalidad”: desafinaba mejor que todos y no tenía la capacidad de seguir ni libreto ni piano alguno (aunque era profesora de este instrumento). El punto es que, más allá de la curiosidad, la pregunta debería ser: ¿Por qué llegó a pisar un teatro, incluso a ser famosa, una mujer que en otra época no habría pasado de la ducha?
Es que si la mitad de la sociedad se reía de ella (lo mismo que haría cualquiera de nosotros), también había una gran parte que la tapaba de flores y halagos. Los melómanos de la élite newyorkina de 1944, que en su gran parte venían de una burguesía herida en el corazón 14 años antes y que se inflaba en las postrimerías de la II Guerra Mundial, fueron los que tuvieron mejor que nadie la sensibilidad para amar a Florence: ella es hija de una época.
Ella es el mejor ejemplo del snobismo y de lo que se llama comúnmente gusto “camp”, al que muchas veces se define como “el buen gusto del mal gusto”. Hoy ella es una simpática curiosidad, pero cuando subió a las tablas del Carnegie Hall era algo más. Esa noche, el ruido de los aplausos y las flores que le tiraban no solo hablaban de una artista decadente y fantástica: también decían algo de los que habían ido para escucharla.
Un Estudio Vocal imperdible
Iniciando su 19° temporada, el Estudio Vocal Universitario que dirige Guido Vacca presentará hoy un concierto en la Nave Universitaria, a las 21 y con una entrada general de $100.
Interpretará un amplio repertorio que abarca diferentes épocas de la música coral, y así dará inicio a un ciclo de festejos que culminarán en el 2017, cuando se celebren sus 20 años de vida artística.
Para ver "Florence"
En el Cine Universidad (Nave Universitaria, España y Maza), se puede ver hasta el miércoles “Florence”, que dirige Stephen Frears y que protagonizan Meryl Streep, Hugh Grant, Rebecca Ferguson y Simon Helberg. Se trata de una adaptación de la vida de esta soprano.
Los horarios:
Hoy, a las 18, 20.10 y 22.20
Mañana, a las 18 y 20.10
Martes y miércoles a las 21
Para más información: 429-7279.