El Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) en conjunto con el Instituto Nacional de Propiedad Intelectual (INPI) emitieron una resolución permitiendo el uso de denominaciones de origen e indicaciones geográficas que aún no están autorizadas en vinos mientras dure el proceso de verificación. Claro que esto podrá hacerse siempre y cuando se cumpla con ciertos requerimientos.
La resolución menciona que los nombres geográficos que no hayan sido objeto de reconocimiento en algunas de las categorías establecidas por la Ley Nº 25.163, podrán consignarse en el etiquetado de vinos y/o bebidas espirituosas de naturaleza vínica durante el tiempo que dure el procedimiento de reconocimiento y derecho a uso de una Indicación Geográfica (IG) o Denominación De Origen Controlada (DOC).
Según establece la nueva resolución podrán consignarse pero el uso será provisorio, transitorio, condicional, precario y revocable, sin derecho para el o los administrados a su mantenimiento indefinido o a indemnización alguna en caso de revocación.
Voces a favor
Diversos profesionales del vino coincidieron en que los consumidores y los críticos de vino buscan la singularidad y lo distintivo a la hora de comprar un vino. Por ello, las DOC o las IG resultan un atributo importante a la hora de vender y posicionar un producto.
Alejandro Vigil, enólogo de Catena Zapata, mencionó que esta resolución implica un gran avance, sobre todo teniendo en cuenta que hay algunas IG que están trabadas hace tiempo.
En relación a si Catena Zapata hará o no el cambio de etiquetas, Vigil dijo que ahora lo estudiarán internamente. No obstante indicó que, más allá de ello, esto es un avance importante considerando la dirección a la que busca ir el país como región vitivinícola de calidad.
Además, comentó: “Las indicaciones geográficas dan identidad al lugar y a largo plazo es la forma en que la gente conozca más a fondo el trabajo, la calidad y las cualidades de una zona”.
Coincidió con ello Matías Michelini, enólogo de Passionate Wines, quien remarcó que “es una muy buena medida y es el camino con el que todos los viticultores estamos trabajando con el objetivo de que los vinos muestren de dónde vienen las uvas.
Pero además aseguró que éste es el camino para demostrar que Argentina es mucho más que malbec. “Es mostrar la diversidad y la maduración de la industria y que en el país, en Mendoza, tenemos diversos climas, altura, suelos, etc. Por medio de las IG demostramos la identidad de un lugar y que no se repite en ningún otro sitio, valorizando la zona y el vino obtenido de allí”. “Que en la etiqueta se mencione la procedencia de las uvas (las cuales tienen esas características especiales) es fundamental”.
Por su parte, José Zuccardi dijo que “esto es un hecho positivo ya que permite utilizar las procedencias, las cuales son certificadas por el INV, permitiendo formar de a poco a los consumidores acerca de la calidad y características de los vinos, según la zona”.
Asimismo, “esto nos da la posibilidad de atraer a nuevos consumidores y a aquellos -sobre todo- más exigentes, como también a los críticos de vino que son muy influyentes en este aspecto, con respecto a las IG”.
Trabajo
Bodegas, enólogos e ingenieros agrónomos llevan años trabajando detrás de los terruños y parcelas, delimitando y dando identidad a ciertas zonas muy codiciadas por la calidad que de allí emergen las uvas. De hecho, es un proceso y una realidad que lleva muchos años en países denominados Viejo Mundo, como es el caso de España e Italia.
Para recordar una Indicación Geográfica Reconocida (IG): Según indica la Ley Nº 25.163, es el nombre de una región o lugar, que en lo que se refiere a vinos está relacionado con una calidad y con una característica del producto atribuidas fundamentalmente a su origen geográfico.
En la Argentina su aparición lleva 18 años de antigüedad tras la sanción de la Ley 25.165 en 1999, que establecía la protección de la indicación de procedencia (IP) y geográfica (IG).
Así las cosas, es que desde que salió dicha legislación, Argentina ha delimitado algo más de 195 IG, de las cuales unas 110 se encuentran en Mendoza, según los últimos datos del INV. Entre ellas están por ejemplo Paraje Altamira, Vista Flores, Agrelo, entre otros. Mientras que DOC, según el Instituto hay sólo dos: una corresponde a Luján de Cuyo y la otra a San Rafael.
La Ley es justamente la que establece ciertos parámetros para que una zona pueda ser considerada con la IG correspondiente. Pero para obtener esta delimitación el proceso es muy largo, puede llevar años, debido a los diversos estudios que deben realizarse. El reconocimiento de ese lugar sólo pueden darlos dos organismos autorizados: uno es el INTA y el otro la Universidad Nacional de Cuyo, quienes son los encargados de llevar adelante todo el análisis.