Las aves han sido siempre parte del paisaje de las fincas, pero hay algunas, especialmente las catas, que en los últimos años vienen complicando el panorama. En el caso de la ciruela, un censo realizado por el Instituto de Desarrollo Rural (IDR) y financiado por el Clúster de Ciruela Industria de Mendoza reveló que el 36% de los agricultores detectaron daños por aves y el tema parece crecer con el paso del tiempo.
En dicho censo, que se realizó a mediados de 2021 y se presentó en octubre de este año, se consultó sobre superficie, productividad, tecnología, riego y los principales factores que generaban disminución de la producción, entre otros temas. Una pregunta fue si el productor consideraba que las aves producían mermas productivas en la ciruela de industria y otros cultivos de la propiedad.
De un total de 2.369 propiedades relevadas con al menos 1 hectárea de ciruela para industria, en el 36 % se afirmó que había daños en las plantaciones debido a aves. El 11% de los encuestados no emitió respuesta, así que el porcentaje podría ser aún mayor.
Francisco Araujo, coordinador del clúster de Ciruela Industria de Mendoza, aclaró que los principales problemas y “amenazas” del sector tienen que ver con fenómenos como la helada, el granizo y la falta de agua, pero de todos modos hay otros temas que preocupan al sector como el daño de las aves.
“Lo que ocurre en este caso con las catas es que hay pequeños productores donde la afectación es mucho más severa, por donde están sus fincas, con trincheras de álamos muy altas o lugares alejados donde las catas instalan sus nidos. No se puede perder de vista que hay productores a los que les afecta mucho”, detalló el coordinador del clúster.
Más allá de que para un visitante de la ciudad las catas pueden tener su encanto, lo cierto es que en 2017 la Secretaría de Ambiente y Ordenamiento Territorial de Mendoza las declaró como “especie perjudicial y dañina” en San Martín, Rivadavia, Junín, Maipú y Luján de Cuyo. A nivel provincial, desde el año 2020 están declaradas como plaga.
El detalle de los daños
De 10.589 hectáreas con ciruela para industria en la provincia, el 84 % está en el oasis sur, el 14 % en el oasis este y el resto en los oasis Norte y Valle de Uco. Sin embargo, el daño por aves se ha presentado con más fuerza en el Norte y el Este provincial.
Según detalla el informe del IDR, considerando las propiedades donde se respondió por sí o por no sobre daños de aves, el 35% en el sur comentó haber recibido daños (versus un 65% que no). Por el contrario, en el oasis norte el 88% relevó daños (contra un 12% que no), y en el oasis Este un 75 % respondió por la afirmativa (versus un 25% que fue por la negativa). En el Valle de Uco, las respuestas se dividieron en 50% sí y 50% no.
“En los oasis Norte y Este se presentan los mayores porcentajes de respuesta de ‘sí percibe daño’. En los oasis Sur y Valle de Uco los porcentajes de respuesta afirmativa de daño por aves son menores, y se observan valores diferenciales entre los departamentos del mismo oasis”, afirman desde el IDR. Focalizando en el sur provincial, alrededor del 90% de las propiedades de General Alvear negaron percibir daños, mientras que en San Rafael estuvo parejo quienes dijeron no y quienes sí (estos últimos fueron un poco más).
El estudio de percepción detalla que la principal especie señalada como la causante del daño es la denominada “cata”, seguida del “loro barranquero” y por último la “paloma”. El 70 % indicó a la cata como responsable, el 13 % al loro, el 2 % a la paloma y el 28 % no identificó la especie (la suma de los porcentajes da 113 % porque en algunos casos indicaron como responsables a más de una especie).
“Al consultar por la etapa del cultivo en el que se evidenciaba la vista de las aves y daño, en el 65 % de los casos se indicó una sola etapa como la principal, mientras que el 35 % restante de los productores indicaron ser más de una las etapas en las que se producía el daño. La principal etapa afectada indicada fue la etapa de floración, seguida de yema hinchada, fruto cuajado y fruto maduro”, continúa el análisis.
Vale aclarar que, según informa el Iscamen, estaba la idea de que las cotorras consumen preferentemente los frutos maduros, pero actualmente se observa que, además de picotear la pulpa de la fruta, se alimentan de la semilla o pepa. Aparte, en época de floración consumen las yemas hinchadas y se llevan los brotes para armar los nidos, que pueden estar a entre tres y cinco kilómetros de distancia de los sitios de alimentación.
Preocupación por las catas
Al momento de analizar los daños que percibieron los productores en el censo, el 55 % indicó que el daño en la producción correspondía a menos del 10 % de la producción, el 30 % de los productores a un valor entre el 10 y 30 % y el 15 % indicó más de 30 % de la producción. Si se analiza por departamento, se presentan daños mayores (entre 10 % y 30 %) hacia zonas del oasis Este, como son los casos de La Paz, Santa Rosa y San Martín.
El hecho de que más de la mitad denunciaron daños menores al 10 % puede quitarle importancia al tema, pero Francisco Araujo remarcó que la preocupación crece. Así lo comentó el coordinador del clúster de ciruela: “Es un tema que analiza el IDR y el Senasa porque también involucra a otras producciones y realmente hay que atenderlo. Es difícil medir con precisión cuánto se pierde, pero crece el rumor entre los productores. Hace 5 años tenía poca importancia, ahora es otra cosa y puede ser mayor a futuro”.
En ese sentido, desde el IDR informaron que, en 346 de las propiedades entrevistadas en todo el operativo censal de ciruela industria, se indicó sufrir daños en otros cultivos: damasco, durazno, pera, cereza, membrillo, almendro, vid, higo, nogal, manzano, alfalfa, maíz, hortícolas. En otras notas realizadas por este medio, los daños por catas han sido mencionados por varios productores de cultivos como cerezas y frutos secos.
Martín Betancud, director del Observatorio Rural y Agropecuario de Mendoza (ORAM), afirmó que “se viene incrementando la problemática de las catas” y recordó que hay zonas más focalizadas que otras, con una gran presencia en el Este. Además, consideró que la situación es más problemática para frutales de primicia o de consumo en fresco, que son atacados cuando no hay otras opciones de alimento y encima requieren de una mejor presentación que cultivos que después se industrializan.
Por su parte, Manuel Viera, que coordina la Asociación de Frutos Secos de Mendoza (AFSM) y participa en una mesa con distintas instituciones que abordan la problemática, comentó: “No tengo números duros para confirmarlo, pero es creciente la percepción del aumento de población y del daño de las catas. La gente de campo te lo dice muy seguido”. Viera afirmó que, después de invertir en suelo, cultivo, riego y demás, nadie quiere perder producción por las aves, y el desafío es poder controlar sin dañar el ambiente.
Denuncias para cultivos afectados
En el Iscamen informaron que tienen vigente un registro online de denuncia para cultivos afectados, al que se accede a través del Renspa/RUT de la propiedad. El objetivo es establecer las áreas poblacionales de las aves y su impacto en zonas cultivables de Mendoza, de manera de estimar el daño agrícola producido por las catas.
Para esto, los productores deberán ingresar al sitio web www.iscamen.com.ar y de ahí ir al apartado “Catas: Registro por daño en cultivos”. Una vez dentro, tras introducir el Renspa/RUT de la propiedad, aparecerán automáticamente los campos obligatorios a llenar con los datos del titular y de la propiedad.
Se debe colocar fecha aproximada del daño producido, el cultivo afectado, aclarar el sector dañado dentro de la propiedad y establecer los linderos afines. El sistema consulta si el productor realiza algún tipo de control sobre catas y, en caso afirmativo, en qué consiste. También se debe dejar un contacto y un número telefónico para verificar los daños.
Para Manuel Viera, es importante que los productores puedan denunciar. “Si varios denuncian, se pueden justificar acciones futuras de Iscamen como se hace con Lobesia botrana, Grafolita y Mosca del Mediterráneo”, señaló el coordinador de la AFSM. Desde ORAM, Martín Betancud coincidió con el valor del registro: “Nos falta medir bien el daño y por eso me parece muy bueno que se haya abierto esta posibilidad. Sumaría salidas a campo, no es lo mismo la mirada de un productor a que lo analice un ingeniero agrónomo”.