Haciendo casi el mismo camino del Malbec desde Francia hacia Argentina, Hervé Birnie-Scott también encontró en el país un suelo fértil donde crecer y dar sus frutos. El enólogo llegó a Mendoza hace poco más de 30 años, cuando desde el importante grupo francés LVMH -responsable de marcas como Chandon, Moët o Dom Perignon- le encargaron la tarea de liderar un novel proyecto de vinos de altura.
Ese proyecto es, nada más y nada menos que, Terrazas de los Andes, pero en esos comienzos el Malbec lejos estaba de tener el renombre de hoy en día. Sin embargo, con el correr de las cosechas, el varietal emblema del país se ha convertido en la “piedra angular” de la bodega, con presencia en todas las líneas de la bodega, presentando no solo su versatilidad de estilo, sino también su capacidad para interpretar cada uno de los viñedos que tiene la compañía, ya sea en Luján de Cuyo o en Valle de Uco.
“El objetivo era hacer vinos varietales de estilo internacional con calidad que se pudiera exportar. En el ‘91 el Malbec no tenía un papel muy predominante, porque en Argentina no éramos todavía conscientes de todas las cualidades, de lo único y diferencial que es respecto al resto de la variedades”, recordó Hervé Birnie-Scott, fundador y director de Terrazas de los Andes, sobre los inicios de la bodega.
Pero la visión sobre el Malbec cambió a mediados de los ‘90, cuando comenzaron a tomar conciencia del potencial del varietal. “Recuerdo que periodistas internacionales venían y nos comentaban que los vinos eran buenos, pero se centraban en el Malbec, porque lo veían como una novedad. Gracias a esa solución externa nos dimos cuenta de la joya que teníamos. No significaba que era el único buen vino que teníamos, pero si era una propuesta nueva para el consumidor”, sostuvo el francés.
Hoy en día, todo el portfolio de Terrazas de los Andes gira en torno al Malbec por un motivo especial: “Se concibe como el mejor intérprete de los terruños, por lo que ahora es múltiple y existe un Malbec diferente de cada lugar. Eso es mucho más interesante para el consumidor. Porque el varietal es un gancho que te lleva a algo mucho más único como lo es un lugar con su clima, su suelo y todas sus particularidades”, declaró el enólogo francés.
“Esto que proponemos desde Argentina hoy, a mi entender, es un segundo viento para nuestros vinos. Porque después de los 2000 y la gran novedad del Malbec que arrasó, ahora nos estancamos. Pero nos reinventamos y ahora podemos vender la diversidad de terruños interpretados por el Malbec, lo que es una enorme oportunidad”, dijo Hervé
Asimismo, reconoció que para eso es necesario encontrar el estilo adecuado, algo que no siempre sucedió en la vitivinicultura argentina: “Hasta hace 10 años todos los Malbecs de la alta gama eran muy alcohólicos, con mucha madera y extracción, al ‘estilo Parker’. Pero el problema con eso es que todos los vinos quedan iguales. En Terrazas de los Andes lo que hemos hecho es buscar un equilibrio que nos permita expresar cada terroir”.
Una evolución permanente del Malbec
Como lo definió Hervé Birnie-Scott, el Malbec que hacen hoy en día no es el mismo que hacían hace 30 años, ni siquiera el mismo que hace 15, ya que el varietal y su interpretación está en una evolución permanente. “El Malbec ha evolucionado mucho, porque aprendimos a cultivar viñedos de montaña. Estos tienen suelos pedregosos, la mayoría, pero son muy heterogéneos, porque fueron formados por la erosión a través de ríos de la cordillera y sedimentos que se depositaron aquí. Esos ríos cambian de estos millones de años de recorrido muchas veces. Por lo tanto, puede tener una gran variedad de materiales”, argumentó el enólogo.
“Para ser un viticultor de precisión, un viticultor de alta calidad, hay que dividir tu viñedo en tantas subparcelas como sean necesarias para tener un suelo homogéneo, y que esta subparcela homogénea se pueda regar, cultivar, manejar de la misma forma. Pero a 20 metros también vas tener otra con características diferentes. Hemos aprendido a cultivar con precisión viñedos de montaña que tienen un suelo complejo y que tienen también climatología diversa. En 30 años hubo mucho aprendizaje, errores, enseñanzas y volver a empezar”, narró Birnie-Scott.
Nueva imágen, un mismo espíritu
En este 2023, Terrazas de los Andes dio inicio a una renovación de su imagen, comenzado por la línea Reserva de la cosecha 2021, pero que continuará con todas sus etiquetas a medida que cambien las respectivas añadas. “La historia comenzó en el ‘91 y nos llevó a elegir la altura, la montaña, para buscar vinos con más frescura, acidez natural, equilibrio y no tan alcohólicos. Esa fue nuestra visión que concretamos con lo que llamamos un viaje de ascensión”, comentó el fundador del establecimiento. Y justamente ese viaje es lo que está representado en su nueva etiqueta envolvente.
Comenzaron con un viñedo de 1070 msnm en Las Compuertas y se convirtieron en pioneros en zonas como Gualtallary, Altamira, El Peral y Chacayes, siempre en busca de más altura. Esa idea de elevación fue la inspiración y se ve reflejada en su nuevo packaging, el cual permite realizar un viaje de ascenso visual por el terroir andino.
“Nos pareció que la etiqueta cuadrada que teníamos no era algo distintivo para los consumidores e imaginamos esta que simula la ladera de una montaña y que representa ese ascenso que hicimos en busca de frescura y nuevos terruños, en condiciones extremas pero con más calidad. La montaña es de color blanco, que alude al hielo y la importancia del agua. En la impresión también se puede percibir una textura que simula las hileras de los viñedos”, explicó Hervé Birnie-Scott sobre la parte visual de este cambio.
Asimismo, la nueva paleta de colores en tonos tierra está inspirada en los colores crudos de la naturaleza y la belleza de la montaña. Mientras que el lema de la bodega, “Where the earth meets the sky” (“donde el cielo y la tierra se encuentran”), trepa por el contorno de la botella mediante serigrafía vertical y también está presente en la cápsula.
Pero la renovación de Terrazas de los Andes también implica modificaciones más profundas que se relacionan con el modo de producir los vinos y la visión a futuro de la compañía de capitales franceses, “la razón de ser” de la bodega, como lo definió Birnie Scott, que ya lleva un tiempo e implica “porteger la magia de la cima del mundo”.
En este sentido, desde la bodega ubicada en Luján de Cuyo vienen trabajando en aspectos que consideran fundamentales para el cuidado del medioambiente y el ecosistema de la montaña: el suelo, preservando la identidad y con un cultivo orgánico; la vegetación y la fauna natural, cuidando la biodiversidad generando un equilibrio entre el lugar y los viñedos; el agua, usando la tecnología que nos permita cuidarla al máximo, con riego por goteo y un cálculo de eficiencia de uso de agua en la vid para usar un 60% menos que en riego tradicional; y la reducción de la huella de carbono.
Precisamente en su nueva imagen optaron por botellas más livianas, a contramano de lo que se acostumbra en la industria para los vinos de media y alta gama. “Pesan menos de 400 gramos y reducen significativamente las emisiones de CO2, en este caso, en un 24% en comparación con la botella anterior”, argumentó el francés.
Tal ha sido el impacto de este cambio que en noviembre de 2022, Terrazas de los Andes Reserva Malbec recibió una mención en la categoría premio The VinLog Green Packaging en los Drinks Business Green Awards.
