Una de las flamantes naves industriales de alrededor de 15.000 m2 que en solo unos meses inaugurará Halpern SRL (son dos), parte de su nueva unidad de negocios dedicada al real estate, fue el escenario del ya tradicional Almuerzo de Fin de Cosecha organizado por las empresas Agrinet, Agromaq Virdó, Halpern SRL y Luján Agrícola que se realizó el pasado miércoles y reunió a referentes del agro mendocino.
Ese fue el marco en el que Los Andes habló con Sebastián Halpern, CEO de la compañía que lleva su apellido, quien expresó su opinión acerca de dos temas centrales para el desarrollo mendocino: el agua y la minería. Sobre el primero, señaló la imperiosa necesidad de renovar el Código de Aguas, vigente de hace unos 100 años, y del plan que tiene que llevar adelante la provincia para eficientizar la conducción y presurización del recurso. Sobre el segundo, marcó la importancia que puede llegar a tener la actividad para darle financiamiento a las obras que todo ese plan necesitaría.
- En su discurso hizo foco en dos ejes, el agua y la minería. Sobre el primero y más allá de la urgencia de la actualización del código de aguas provincial, ¿qué es lo que debe ajustarse en Mendoza?
- Necesitamos un código actualizado para que el Departamento General de Irrigación tenga herramientas para poder administrar el agua. Con un Código que tiene más de 100 años es muy difícil poder administrar y distribuir el agua de acuerdo a los requerimientos que tiene la producción agrícola y la población. Primero hay que hacer eso y después tener un plan de eficientización o de tecnificación en la conducción y en la presurización del agua.
Con los diques que tenemos más altos de los lugares donde regamos, podríamos ahorrar no solamente agua sino además energía. Entonces ese plan es imperativo que se resuelva y que se presente en el corto plazo, porque hoy creo que Sergio Marinelli viene haciendo una gran tarea en ese camino y sería bueno que el que venga atrás continúe, no que haga un giro inesperado. Creo que el código va a permitir eso, pero el camino es la tecnificación, la presurización, dejar un poco de impermeabilizar tanto y entubar para ir a pérdida cero y para poder tener mediciones y control del recurso.
- ¿Qué falta para poder concretar ese plan?
- La tecnología está y ya está experimentada en otros lugares del mundo. Israel tiene a lo largo de todo su país presurizada el agua con tres cañerías, una para riego, una de agua recuperada también para riego y una de agua potable. La tecnología existe, hay que copiar nada más. Lo que hace falta es un plan y saber cuánto sale ese plan. Plata en el mundo es lo que sobra, pero no podemos ir a pedir financiamiento sin saber el presupuesto y las prioridades en cada uno de los oasis que se riegan con los diques Potrerillos, El Carrizal, El Nihuil o El Atuel.
También debemos ordenar un poco los próximos pasos de la agricultura en Mendoza para ver qué cultivos permitimos o no y si limitamos la disponibilidad de agua para regar, que eso es un poco lo del nuevo código, no va a tener la misma cantidad de agua el que riega tomate que el que riega viñedo. Esa es la parte que hay que ordenar, al plan hay que ponerle un número para saber cuánta plata cuesta presurizar la provincia y poder armar ese plan de inversión porque es un plan de cincuenta años.
- ¿Hay acuerdo en que ese es el plan que se debe seguir?
- No es que tiene que haber un consenso entre los empresarios, es lo que se hace en el mundo y es lo que la provincia necesita, copiar esa tecnología que funciona, cobrar el agua por metro cúbico como se cobra en muchos lugares del mundo y armar ese plan para saber cuánto dinero hace falta para presurizar la provincia y que sea sostenible en el tiempo, porque la población también viene creciendo fuerte y vamos a necesitar más agua para beber.
- ¿Cuánto podría salir ejecutar ese plan de entubar y presurizar la provincia?
- No hay un aproximado, pero si hacemos un cálculo aproximado, hoy Mendoza tiene poco más de 350 mil hectáreas plantadas y solamente el 15% está bajo riego. Faltarían unas 300 mil y cada hectárea tiene un costo de cuatro a cinco mil dólares. Después habría que sacar una cuenta de cuántos metros cúbicos son los que hay que mover por hora para traer desde los distintos diques y ahí podríamos tener un resultado. Pero deben ser varios miles de millones y no es una obra que la podamos hacer en un año, ni en cinco, ni en diez.
- Pasando al segundo eje, la minería, ¿por qué cree que existe todavía el prejuicio de que la actividad agotaría el recurso hídrico?
- Es lo que acabas de decir, un prejuicio. Porque nadie lo explica, nadie lo cuenta, nadie lo informa. Hay que hacer 160 kilómetros, ir a San Juan y ver que el 83% del agua que se consume allí va a la agricultura, el 1% va a minería, el 12% va a la población y el 2% a industria. Seguramente Mendoza debe tener un poco más de consumo de industria porque tiene más, pero solamente el 1% del agua se usaría para minería.
Y si hacemos el cálculo de la cantidad de agua consumida vs las regalías que podría tener la actividad, no resiste análisis. Pero hay que comunicarlo, hay que informar, mostrar los informes que hay en otros lugares del mundo, demostrar que hay organismos que son capaces de controlar y verificar que las cosas se hagan como deben hacerse. Hoy las empresas mineras en todo el mundo tienen unos controles infernales y es posible hacer minería responsable, sustentable.
Para nuestra provincia es fundamental ampliar la matriz y, obviamente, necesitamos esas regalías no solamente para presurizar o para mejorar la conducción de agua para la agricultura, sino que además hay un montón de cosas como caminos, logística, o salida al Pacífico, para lo que necesitamos dinero genuino y que lo tenemos disponible en la cordillera.
- A nivel empresarial, ¿cómo ha sido el comienzo del año para Halpern?
- Enero, febrero y marzo han sido meses durísimos, con muy baja venta, en un 50% o 60% por debajo del plan. En abril empezó a levantar un poquito, mayo viene ahí, pero vienen siendo meses muy difíciles, con costos aumentando en pesos y con la venta baja. La verdad es que nos está costando un montón, a nuestra gente también, porque todos nuestros colaboradores la están sufriendo también y no somos la excepción. Pero creo que hay que tratar de llegar vivos a fin de año y creo que el año que viene podemos empezar a despegar un poco, pero va a ser duro, y está siendo durísimo.
- ¿Cómo está siendo hoy el financiamiento para el sector?
- Viene bien, pero pasa que las tasas vienen bajando, entonces los productores no quieren meterse porque dicen que va a bajar más y los precios siguen estando caros. Es como que todos estamos esperando y los productores están esperando que la cosa se normalice, se estabilice y saber a en qué punto se van a estabilizar o a dónde se va a normalizar.
Hoy lo que valen las cosas son números que los comparás con precios internacionales y no tienen sentido. Creo que es tiempo para que se arregle todo y pero esperemos que no sea tan largo porque muchos soldados van a quedar en el camino.