Desde mitad del 2024 se instaló que el fenómeno climático conocido como “La Niña” se instalaba nuevamente y con ella, entre otros factores en los que influye a nivel global, regresaría la sequía y su asociación a las heladas.
Sin embargo la situación climática para el trimestre primaveral (septiembre a noviembre) será otra, aunque con efectos algo similares.
Las previsiones del Servicio Meteorológico Nacional indican que Mendoza integrará una zona en la que predominará un menor régimen de lluvias y se esperan temperaturas más altas de lo normal.
Este panorama climático tiene impacto en la producción tanto agrícola como ganadera. Para los productores en la zona bajo riego, puede ser beneficiosa teniendo en cuenta que las previsiones de agua serían satisfactorias. El miedo son las heladas.
En cambio en la región del secano donde se desarrolla la ganadería, la caída en el régimen de lluvias no renueva las pasturas en los campos y el principal insumo para los animales, la comida, escaseará.
Los cambios experimentados en los últimos años más las condiciones del clima han influido de manera determinante y en la actualidad prácticamente se duplicó la necesidad de hectáreas de campo por cada vacuno que hay que alimentar.
Más temperaturas, menos lluvias
A mediados de año se hablaba de que La Niña se instalaba nuevamente, en cambio los pronósticos más recientes de los Centros Mundiales de Producción de Predicciones a Largo Plazo, emitidos por la Organización Meteorológica Mundial (OMM), indicaron que el fenómeno tiene un 60% de probabilidad de reaparecer, pero recién para fines de 2024.
En tanto, en el período de septiembre a noviembre, las condiciones climáticas continuarán siendo neutras, lo que significa que ni El Niño ni La Niña van a dominar.
En el pronóstico a largo plazo emitido por el Servicio Meteorológico Nacional se informa que para el periodo septiembre, octubre y noviembre “la influencia de los forzantes de gran escala (El Niño - La Niña) continuará debilitada, por lo que pueden predominar variaciones sub-estacionales y sinópticas”.
“De acuerdo a los modelos dinámicos y estadísticos, en promedio, en el trimestre hay un 55% de probabilidad de que las condiciones sean neutrales y 41% de chances de desarrollo de La Niña”, agregó.
Si bien La Niña tiene muy bajas chances de presentarse en la primavera, y rigen condiciones “neutrales” igualmente se espera que en Mendoza hayan menos precipitaciones y temperaturas más elevadas hasta noviembre
Según el reporte del SMN tendrán “precipitaciones inferior a lo normal”, entre un 45% y 50% “la región Norte, Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos y Cuyo”.
En tanto a nivel de temperaturas la previsión indica que será “superior a lo normal”, también un 45% a 50% en “todo el centro (incluido Mendoza) y norte del país, con mayores chances en la región del NOA.
Impacto del clima en la producción
El ingeniero agrometeorológico Raúl Besa, de la Dirección de Contingencias Climáticas comentó que “la situación actual es neutral y la tendencia es que continúa neutral al menos hasta fines de octubre, recién en noviembre o diciembre es cuando hay un 40% de probabilidades de La Niña, es baja, y en cambio hay un 50% que continúa neutral en el verano”.
“Con respecto a las tendencias que se hablan de temperatura media y precipitación media, lo que se espera para la primavera condiciones de menos lluvias, o sea, valores inferiores a los normales para cada lugar, y respecto a temperatura sería la temperatura media más alta de lo normal”, indicó Besa.
Para no alarmar, el ingeniero agrometeorológico dejó en claro que “se tiene que entender como temperatura media lo cual no quiere decir ni que vaya a ver más heladas o menos, ni que vaya a ver más lluvia o menos lluvias, sino que el promedio va a estar por debajo de lo normal de lluvia y superior a lo normal en temperatura”.
Ante estas condiciones previstas para la primavera, Besa sostuvo que en esta época “la lluvia no influye mucho salvo cuando hay un exceso de precipitaciones que origina enfermedades en las plantas, pero cuando hay escasez, no hay tanto problema porque el agua es de riego, no es como la pampa húmeda que la lluvia determina cuando sembrar”.
“En el caso de nuestra zona, continuó, lo que tenemos que tener en cuenta justamente es que las temperaturas van a ser más altas, por lo tanto la evapotranspiración va a ser más alta y la necesidad de agua de los cultivos va a ser mayor”.
De acuerdo al especialista, con condiciones de mayor temperatura “si yo tengo un riego por goteo, tendré que prever de cambiar la frecuencia del equipo de riego, porque va a ser mayor la pérdida de agua dura, especialmente durante noviembre y particularmente en diciembre y enero. Por lo tanto vamos a tener que cuidar más el diseño de la planificación del riego para poder abastecer de más agua a los cultivos”.
Para los que utilizan el riego tradicional, el ingeniero Besa consideró que las condiciones van a depender según el tipo de suelo y la plantación en si.
“No es lo mismo el requerimiento para un duraznero que la vid. Pero sí deben tener agua suficiente en las épocas de máxima necesidad que normalmente ocurren, en el caso de los frutales, en la floración y cuando crecen los frutos. Esos son los dos momentos que no le debe escasear el agua. Y en vid, normalmente tiene dos periodos críticos hablando de octubre o noviembre y después es en enero. En esos periodos es cuando se define la producción y ahí es cuando no debe faltarle el agua”, afirmó.
Partiendo de esos consejos, Besa sostiene que uno de los problemas que hay en la producción es que los agricultores “no están acostumbrados a medir el agua y entonces ahí tenemos problemas”.
“Si no mide el agua que entra la finca por el riesgo o no mide la pérdida de agua a través de la evapotranspiración, no se puede regular”, insistió.
