Roland Kosche: “La menor cosecha es una mala noticia para nuestra industria”

El nuevo gerente general de Dervinsa, comentó su visión sobre el sector vitivinícola y los cambios que la empresa viene proponiendo en base a la sustentabilidad. Cómo funciona el negocio.

Roland Kosche: “La menor cosecha es una mala noticia para nuestra industria”
El nuevo gerente general de Dervinsa, comentó su visión sobre el sector vitivinícola y los cambios que la empresa viene proponiendo en base a la sustentabilidad. Cómo funciona el negocio.

A mediados de 2021, Roland Kosche tomó el desafío de ser el gerente general de una empresa dedicada a aprovechar los residuos o “subproductos” de las bodegas para convertirlos en ácido tartárico, alcohol y aceite de pepitas de uva. Nacido en Chile, destaca el nivel de los técnicos mendocinos y cómo la vitivinicultura local va ganando espacio en el mundo.

Con origen en 1937, la empresa era conocida como Duperial, pero tomó hace diez años el nombre Derivados Vínicos SA (Dervinsa) con capitales extranjeros. Desde su base en Palmira, generan productos para el mercado interno y también para 13 países en América, Europa, África y Oceanía. Fue el año pasado, tras la renuncia del entonces gerente general Stéphane Mitrani, cuando la empresa sumó a Kosche para la dirección.

-¿Qué opina del sector vitivinícola esta temporada?

-El sector tuvo un avance importante en la pandemia, en términos de tener un mayor consumo y un desarrollo muy interesante en las exportaciones, pero este año, lamentablemente, nos encontramos con que las condiciones climáticas no han acompañado en la última parte del ciclo agrícola.

Según el INV, en Mendoza, la cosecha sería un 14% menor que la de 2021, algo que afectará la cantidad de uva disponible. La menor cosecha es una mala noticia para nuestra industria. Nosotros, en 2021, recibimos 130.000 t de orujo, más otras 60.000 t de borra y otras materias. Este año apuntábamos a trabajar con 140.000 t de orujo pero, con la menor cosecha, no podrá ser. Un 14% menos afecta a todo el sistema. Con suerte llegaremos al mismo nivel del año pasado.

-¿Cómo ve la presencia vitivinícola de Argentina en el mundo?

-Creo que los vinos argentinos están teniendo cada vez más peso en la industria mundial. El elaborador argentino trata de apuntar a sectores de más alta gama de lo que venía haciendo, y creo que en el precio internacional es relevante.

Algo que me parece interesante es que nos han visitado empresas top a nivel mundial. Con lo que hemos visto no tenemos nada que envidiar a empresas de España o Italia. Yo llevo 6 meses en Argentina y, cuando veo a los técnicos mendocinos hablando de “tú a tú” (al mismo nivel) con los técnicos españoles o italianos, es un gran orgullo, porque tienen un gran conocimiento y capacidad.

Por otro lado, el año pasado, quienes exportamos, tuvimos un problema con la diferencia entre la evolución del dólar oficial de cerca del 30% y el aumento de la inflación a más del 50%. Eso genera un escenario desafiante para cualquier empresa que quiera ser exportadora.

-¿Qué productos venden al mercado exterior?

-Exportamos ácido tartárico a más de 13 países distintos, desde lugares vecinos como Brasil y Chile hasta otros alejados como Egipto y México. Parte importante de nuestras exportaciones van hacia Estados Unidos: se ocupa ácido tartárico argentino en vinos que se producen en Napa Valley (California).

También vendemos aceite de pepita de uva. En el mundo, el consumo total fue de 35.000 t, de las cuales 17.000 t fueron consumidas en EE.UU., un país que no es productor. Nosotros somos un importante abastecedor para ellos y Europa.

Por último, mucha gente no lo sabe pero, con los orujos, elaboramos alcohol y lo exportamos, una parte de aguardiente. El destino es también Europa y EEUU, y se ocupa, por ejemplo, como base para fabricar coñac en Francia. Es uno de los lugares nobles donde termina yendo el trabajo de Palmira.

Las otras vidas del orujo

-¿Cómo es el proceso que hacen en Palmira?

De casi 200.000 toneladas de materia que recibimos (de las cuales 130.000 t son orujo) hay una gran masa que no es utilizable, pero generamos 8.000 t de productos: alrededor de 3.500 t de ácido tartárico, 3.500 t de alcohol y el resto es aceite de pepita de uva.

Además, en vez de utilizar combustibles fósiles, quemamos residuos de orujos agotados y, con eso, producimos un 85% de la energía que usamos, evitando la emanación de 7.000 t de dióxido de carbono. Por otro lado, hay dos destinos para el orujo: para la alimentación animal y para generar compost. Muchas bodegas lo hacen. Trabajamos en tratar de comunicarlo, porque hay mucha riqueza en estos subproductos que se pierden.

-¿Por subproductos se refiere a residuos?

-No me gusta decir residuos sino subproductos, porque eso ayuda a entender que hay posibles productos que saldrán, aparte del producto central. Nosotros somos una biorrefinería que hace “upciclyng”, que es tomar algo considerado como un desecho y convertirlo en otra cosa con valor.

Cuando uno habla de Economía Circular, nosotros estamos en las dos puntas. Al principio, porque vendemos levaduras y enzimas, con muchos puntos de contacto con las viñas. Al final, porque tomamos los orujos para darles un mayor valor agregado. Siempre vemos de qué forma ayudar y brindar soluciones sustentables.

-¿Cómo han respondido las bodegas?

-Tenemos contacto con más de 650 bodegas. Esta empresa tiene 85 años y está más relacionada con la química dura, pero desde hace 6 años se trabaja en ofrecer soluciones a problemas de residuos. Por ejemplo, en generar valor a través de los orujos.

El año pasado yo me acercaba a una bodega y me decían: “No gracias, ya compramos el ácido tartárico”, pero yo les respondía que no iba por ese tema. Queremos que las bodegas sepan que somos el socio estratégico para hacernos cargo de los subproductos. Hasta el último residuo se puede convertir en algo bueno.

Mucha gente pensaba que sólo hacíamos química. Empezamos a invitar a escuelas a la fábrica y mostrar todo esto que está en su propia tierra. Además, nos hemos acercado a universidades. En febrero firmamos un convenio con el Conicet para hacer una investigación conjunta para obtener biomateriales. Esto contribuiría a diversificar la matriz productiva regional.

Perfil

Roland Kosche nació en Chile, tiene 48 años y formación de economista. Viene de la empresa Fiordo Austral, referente en subproductos del salmón. Una de las empresas del grupo donde estaba, procesaba semillas de pepa de uva (como subproducto) pero, para Kosche, estar en Dervinsa significó “comenzar de cero” en el sector vitivinícola. Su trabajo anterior era en un rubro muy distinto, trabajando con las vísceras y cabezas de salmón para hacer harina de pescado y otros subproductos. Sin embargo, cree que la mentalidad en uno y otro sector debe ser la misma: ver cómo hacer para que los subproductos sean aprovechados. “Nosotros estamos llamados a resolver los problemas ambientales, a plantear una solución donde haya un problema”, planteó Kosche.

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