Mucho se habla y se ha hablado sobre la productividad tanto de los montes frutales como de la vid en Mendoza.
Es que varios referentes, especialistas en cada sector, sostienen la necesidad que tienen de inversión los montes frutales y una parte importante de los viñedos de Mendoza.
Un informe del Observatorio Vitivinícola, publicado la semana pasada, muestra que en Argentina la superficie cultivada con vid desde 2014 disminuyó 5% (unas 11.250 hectáreas) para totalizar en 215.169 en 2019. “Esta menor cantidad de hectáreas presenta además un menor rendimiento medio por hectárea que lleva a que las cosechas registradas en los últimos ocho años hayan sido 10% inferiores al promedio observado en la década 2002 – 2011”.
Esto deja no menos que una señal de alerta para el sector.
En el ámbito de la fruticultura, tras la polémica por la importación de durazno chino en lata, se conoció que a los “sabidos” problemas del sector (erradicación de montes frutales por bajos precios pagados al productor e ineficiencias también en la cadena industrial), lo que queda tiene muy poca inversión con una tasa de replante y reposición muy baja. Sólo el 11 % de la superficie tiene 4 años o menos y el 35 % de los montes tiene 16 años o más.
Lo mismo sucede con la fruta de pepita. Hoy, en nuestro suplemento, publicamos los datos para la nueva cosecha de pera, que indican un temporada 28% superior a la anterior, pero con una superficie que va en franco descenso: se pasó de 7 mil hectáreas en 2010/11 a las 2 mil hectáreas de la actualidad. De hecho, en la nota los productores aseguran que erradicaron los montes por falta de rentabilidad.
En la última década, la fruticultura cambió y la vitivinicultura también. Entonces si la demanda mutó y exige otros productos, ¿por qué se siguen ofreciendo los mismos? La respuesta es múltiple y compleja pero, a la luz de los magros resultados que están obteniendo los productores y una parte de los industriales, quizás es hora de hacer un replanteo general que permita el avance concreto y no sólo en el papel. Lo cierto es que básicamente para lograr esto se necesita una gran inyección de financiamiento, algo esquivo en estos tiempos. Es hora de generar no sólo espacios de discusión, sino también de acción para poder obtener resultados.