En temporadas de alta humedad hay que tener en cuidado con los hongos que producen la llamada “podredumbre seca”, con el hongo Botrytis cinerea como el más agresivo y predominante. Las condiciones óptimas para este ataque se dan cuando las temperaturas aumentan, las lluvias son más frecuentes, la humedad relativa es superior al 90% y ya hay presencia de azúcar en baya (10 ºBrix).
Las consecuencias enológicas son pérdidas importantes de producción, modificación química de la baya y vinos inestables. Para prevenir y controlar, los técnicos sugieren aplicar diversos fungicidas antes del cierre del racimo, comienzo de envero y cuando las condiciones climáticas predisponen el desarrollo de la enfermedad.
En la vid también está la podredumbre ácida, aunque ahí intervienen bacterias acéticas, levaduras e insectos como la “mosquita del vinagre” (Drosophila melanogaster).
En tercer lugar, la “Podredumbre Morena” causada por el hongo Monilia, que ataca a durazneros, cerezos, manzanos y perales, y hace que en los frutos verdes o maduros aparezcan manchas pardas, con una podredumbre blanda.
Entre las enfermedades del agro local, también habrá que tener en cuenta, al llamado “Mal de munición” o “Viruela holandesa”, que se ve como si hubieran disparado la hoja con una ametralladora. Otra es el “Torque del Duraznero” (que también se puede ver en damasco, almendro y cerezo), que produce una abolladura de las hojas: ellas se empiezan a enrollar y crecen en forma despareja, lo que debilita la planta y la predispone a otras enfermedades.
Una última enfermedad micótica es el Oidium o polvillo blanco en Duraznero, también llamados hongos del desierto, como si fueran algodoncitos en las hojas. Manchan los frutos y baja su valor comercial.