Planteos sobre un sector mendocino en baja

El autor plantea que el agro en Mendoza viene de 10 años con magros resultados. Considera que es necesario trabajar sobre la productividad ligada a la maquinaria, entre otros desarrollos.

Planteos sobre un sector mendocino en baja
Sin duda ha sido uno de los grandes motores de las exportaciones mendocinas, producción a la cual se agrega valor y, además, promociona la Marca País. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

Es conocido el potencial que tiene Mendoza en materia agrícola. Uvas para muy buenos vinos, una agroindustria que brilló tiempo atrás, ajo y frutas que se venden a Brasil, etc. Sin embargo, desde hace varios años se escuchan voces de preocupación en el sector, con baja rentabilidad, cultivos que se abandonan, y población rural que emigra hacia las ciudades.

Ante esta situación, surgen interrogantes sobre el futuro del sector. Interpretando lo acontecido en los últimos veinte años, se intuye que la clave está en cómo aumentar la demanda externa de sus productos. Esta interpretación también nos invita a un planteo sobre el estilo de agricultura que se desarrolla actualmente en la provincia y su futuro.

¿Qué dicen los datos a nivel global? Consideremos dos casos. El primero es determinar si aquella problemática es sólo sectorial, o es una general que afecta al resto de la economía. Para ello, compararemos el “agro mendocino” vs. “toda la economía provincial”, considerando tres indicadores claves: su producción (PBG sectorial), empleo privado, y salario privado promedio, neto de inflación.

En términos generales, esos tres indicadores muestran que, en la primera década del siglo XXI, al agro le fue mejor que el promedio de todos los sectores económicos de la provincia, pero luego pasa a tener un peor desempeño en la segunda década, que coincide con un periodo de estancamiento, seguido de dos años recesivos y terminando con pandemia.

La segunda comparación es “agro mendocino” vs “el sector agropecuario nacional”, que incluye también la ganadería.

El mensaje es similar. En la primera década del siglo XXI, en varios indicadores, al agro mendocino le fue mejor (PBG, exportaciones agroindustriales) o similar (salarios y exportaciones primarias) que al mismo sector nacional. En cambio, en la segunda década, le fue peor.

De ambas comparaciones, surgen varios puntos, y rescataremos dos. El primero, vinculado a la demanda externa. En la primera década, con exportaciones crecientes, el sector mostraba buenos indicadores globales, mientras que, en el período siguiente, con ventas externas que se estancaban o disminuían, generaron un retroceso en el agro mendocino. También influyó la pobre performance de Brasil, principal cliente de varios productos de Mendoza. Claramente, el agro de nuestra provincia está atado al mercado externo, aun cuando parte de la agroindustria es vulnerable a las importaciones.

El segundo punto está vinculado al tipo de agricultura. En la segunda década, la caída en el agro había sido mucho mayor en Mendoza que en el promedio nacional. Dentro de este último, se destaca el agro pampeano (soja, cereales), beneficiado por sus precios internacionales y por China. Además, este sector cuenta con tres características que le darían mayor espalda para afrontar las crisis: opera con grandes volúmenes exportables (commodities), está altamente mecanizado, y se trabaja con unidades económicas de mayores superficies.

Teniendo en claro que el agro mendocino está atado al mercado externo y que trabaja en forma distinta al agro pampeano, se pueden hacer algunos planteos al respecto.

¿Cómo promover las ventas al exterior? Aun con un dólar oficial más caro que el de hace años, lamentablemente la macroeconomía argentina no ayudaría en lo inmediato. Para controlar la alta inflación, se ha recurrido al cepo cambiario y a un dólar oficial que se va rezagando, lo cual no favorece a la actividad exportadora.

Confiando en que la economía se estabilice en el mediano plazo, hay varios desafíos a enfrentar. Uno es llegar a acuerdos internacionales para reducir aranceles y obstáculos, y así facilitar la entrada de nuestros productos a los distintos mercados en el mundo.

También está el tema de cómo conseguir que los productos agrícolas mendocinos sean más exportables. Por ej., en fruta en fresco. Hay varias limitaciones (que no son pequeñas), como el tema fitosanitario y el transporte en frío, pero la experiencia chilena muestra que se puede exportar esos productos a mejores precios que los internos.

¿Se puede cambiar el tipo de agricultura? Difícil, porque los tipos de cultivos determinan la forma de producción. En soja se puede trabajar en unidades de miles de hectáreas, no así en viñedos y frutales. Aun así, un interrogante mendocino es si las actuales propiedades rurales no son demasiado pequeñas, que las hace poco competitivas, con mayores costos unitarios de sus productos.

Otro punto es la escasez hídrica, que no permite trabajar con grandes volúmenes, al menos no al nivel del agro pampeano. Siendo así, parte del negocio debería venir por conseguir mayores márgenes. En la vitivinicultura se ha logrado desarrollar productos que no son commodities, lo cual permite conseguir mejores precios. Hay frutas que en algún momento también lo podrían hacer, como la cereza, aunque este tipo de negocio se ha visto perjudicado por las condiciones macroeconómicas.

Por último, el agro mendocino es muy intensivo en mano de obra. Opiniones de especialistas señalan que, en otras partes del mundo, para esos mismos cultivos se hace mayor uso de capital físico (equipos, máquinas, etc.), que eleva sus rendimientos. Para seguir esa tendencia, es necesario contar con un sistema financiero que otorgue más créditos, a mayor plazo y tasas más accesibles, y con una apertura económica que permita el ingreso de las nuevas tecnologías. Al menos, en el corto plazo, no se podrá avanzar en estos puntos. Son desafíos para el mediano plazo.

Concluyendo, Mendoza cuenta con potencial agrícola, demostrado tanto por experiencia propia con los vinos, como por ajena (caso chileno). Aunque el corto plazo está marcado por la incertidumbre económica, en el futuro la clave está en el mercado externo, con el agregado de la necesidad de plantear distintas maneras para mejorar la productividad en este sector.

*El autor de la nota es Economista del Ieral (Fundación Mediterránea)

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